El trasfondo político del fracaso de la Consulta Popular
- Acta Diurna
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Por: Rodrigo López Oviedo

La iniciativa del Gobierno Nacional de consultar al pueblo sobre algunos tópicos inherentes al derecho laboral fue hundida en el Senado por una derecha que siempre ha sido reacia a reconocer que sin los trabajadores colombianos jamás habría podido alcanzar los niveles de riqueza que hoy ostenta.
De ese hundimiento han surgido variadas interpretaciones respecto a si con él terminará beneficiándose o perjudicándose la oposición en su propósito de retornar a la Casa de Nariño; o si será el Gobierno el que lo haga en su empeño de continuar marcando su impronta de transformaciones para el país.
Son cábalas en torno al futuro del país, que podrá ser positivo si el hundimiento sirve para reavivar ese sentimiento de rebeldía que desembocó en los estallidos de 2019 y 2021 y la elección de Petro, o negativo si, en lugar de ello, nos devuelve a la desesperanza que le ha permitido a esa misma derecha sostenerse en el poder, casi sin paréntesis, desde cuando nuestros antepasados lograron deshacerse del yugo español.
Pese a que resulta difícil predecir lo que de este fenómeno pueda derivarse, lo que no debiera resultar difícil es reconocer dentro del petrismo que hemos venido dando palos de ciego al arrullo de la voz inspirada del jefe, que nos ha traído, de buena fe, saltando de los acuerdos nacionales al rompimiento con el Congreso, de este a las amenazas de asambleas y poderes constituyente, de estos a las consultas populares, de estas a los cabildos abiertos e incluso a las insinuaciones de nuevos paros nacionales, y todo ello sin que hayamos podido avanzar más que medianamente en la conquista de lo que nos movió en campaña.
Es el momento de que las fuerzas del petrismo entiendan que su papel no puede seguir siendo el de buscar lo bueno en lo mediocre para aplaudirlo, ni el de endosar en el jefe la responsabilidad de definir el quehacer. Es el momento de asumir esa responsabilidad a través de la concertación, del acuerdo, de la planeación colectiva, entendiendo que ya estamos a menos de diez meses de la elección del nuevo Congreso y a solo un año de la presidencial. No nos queda tiempo más que para lo fundamental.
En primer lugar, para la conversión definitiva de la coalición Pacto Histórico en el partido que dé cumplimiento a lo exigido por la Ley electoral. Y, segundo, para definir las características de una campaña eleccionaria capaz de garantizar nuestra permanencia en Casa de Nariño y nuestra presencia mayoritaria en el Congreso. Esta solo puede ser una campaña de nuevo tipo, sobre la cual habrá que ocupar otras 444 palabras.