El Caribe colombiano es una paradoja en si mismo.
Somos, por un lado, la región más pobre de Colombia, que a su vez es el país con mayores desigualdades territoriales en Latinoamérica (Índice de Desarrollo Regional para Latinoamérica, en el que participan 8 universidades y centros de estudios del continente – por Colombia la Universidad de los Ande – analizando 25 variables diferentes) y a su vez América Latina es la región más desigual del mundo (Banco Mundial). Todos estos índices afectados gravemente en los últimos años por la pandemia del Covid-19.
De tal suerte que la costa Caribe posee los más bajos índices nacionales en materia de educación, salud, bienestar y cohesión, actividad económica, instituciones, seguridad, medio ambiente y género. Nuestra realidad socioeconómica es realmente deprimente.
Así vemos como existe contraste entre los avances en infraestructura en áreas específicas de ciudades como Barranquilla o Cartagena con la pobreza extrema que se vive en zonas como la Depresión Momposina (Sur de los departamentos del Cesar, Bolívar y Magdalena), la alta Guajira o la Mojana sucreña. A pesar de que representan grandes extensiones de tierra apta para los cultivos y la ganadería.
Pero, por otro lado, poseemos las mejores posibilidades, las mayores potencialidades simplemente porque la naturaleza y el creador quisieron favorecernos.
En efecto, el solo hecho de tener 1.600 kilómetros de costas sobre el Mar Caribe – que nos conecta con el resto del mundo – nos genera la posibilidad de aprovechar unos recursos de la mayor importancia:
En Energía. En primera instancia la exploración y explotación offshore de hidrocarburos (petróleo y gas) y en segunda el desarrollo de las denominadas energías limpias (Sol, Viento y Mar). Eso nos convierte en la reserva energética de Colombia. Para complementar, poseemos al interior las 2 minas de Carbón a cielo abierto mas grandes del mundo en La Guajira y el Cesar.
En comercio exterior. No solo por nuestra condición de puertos marítimos y fluviales sino por las facilidades que ofrecen los 17 TLC (Tratados de Libre Comercio) vigentes de Colombia con diversos países o grupos de países del mundo.
En turismo: De eso viven casi todos nuestros vecinos con muchos menos kilómetros de playas y con unas condiciones atmosféricas muy inestables (todos los años la temporada de huracanes en el Gran Caribe va de Julio a noviembre). Además, tenemos una posición geográfica privilegiada.
En pesca industrial y explotación de recursos marinos: Todo por hacer.
No muchas regiones en el mundo poseen todas esas esas potencialidades al mismo tiempo.
Pero además ostentamos la montaña a pie de mar más alta del mundo, con todos los registros climáticos necesarios para un gran desarrollo agropecuario: La Sierra Nevada de Santa Marta.
Unos recursos hídricos – tan escasos en muchas otras partes – con diferentes cuerpos de agua y bañados por ríos caudalosos como el Magdalena, San Jorge, Sinú, Atrato, Ranchería y Cauca, entre otros.
Una riqueza étnica ancestral conformada por diversas culturas afros, raizales e indígenas como los Wiwa, Kankuamo, Kogui, Wayuú, Mokaná , Zenú ,etc.
Y podemos seguir mencionando más y más posibilidades en diversos sectores.
Por eso es urgente la elaboración de un “Plan Estratégico del Caribe colombiano” que pueda señalar, con objetivos claros, sel qué, el cómo y el cuándo podemos aprovechar todas esas potencialidades.
Y por supuesto ya debemos estar trabajando la cualificación del capital humano que se requiere con una educación pertinente acorde a estas nuevas oportunidades.
Se necesita un “Plan Estratégico del Caribe colombiano”. Pero: ¿quién o quienes lo harán…? ¿Dónde están los líderes…? ¿Existen hoy…? ¿Los estamos preparando…?
@vherreram
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