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Sin periodismo no hay democracia



Caracterizar correctamente los problemas del periodismo colombiano desde las perspectivas de la libertad de expresión y el derecho a la información es tarea que ha emprendido en buena hora la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) como parte de una nueva época de fortalecimiento de sus servicios, en este caso en investigaciones.


Lo digo por la complejidad que cada vez más alcanza el ejercicio del periodismo frente a las nuevas tecnologías y los cambios profundos en la sociedad, que, según los maestros, impone nuevos retos en todo el universo.



Frente a esos cambios, obviamente, las organizaciones de ayuda a medios y periodistas tienen que reinventarse igualmente, como han tenido que hacerlo las empresas y las personas involucradas. La FLIP lo ha hecho. Creó entre sus herramientas un centro de estudio multidisciplinar liderado por jóvenes que ha dado ya sus frutos, como este proceso en marcha para conocer qué es lo que realmente duele y porqué en el periodismo de Colombia en cuanto a libertades y derechos.


En Bogotá, el jueves 20 participé en un ejercicio sobre siete problemas que afectan negativamente al periodismo colombiano y sobre la pregunta de cuales más problemas podrían considerarse. La deliberación giró, según mi lista de orden en razón del lugar donde hago mis actividades, en credibilidad, la coyuntura política de transición con ambientes polarizados, la sostenibilidad de las empresas periodísticas, la desinformación por emergencia o irrupción de nuevos actores y tecnologías, el acceso a la información por ocultamiento deliberado, la seguridad y el orden público, y la infraestructura para acceder a las fuentes. Con el debate apareció como octavo tema la integración de los involucrados en el quehacer periodístico. Precisamente, el encuentro de los corresponsales de la FLIP se hizo este año con la consigna de revisar y promover las redes orgánicas o informales para alcanzar los objetivos. Coincidimos en Bogotá con un grupo de periodistas de otros países activistas en libertad de expresión y derecho a la información y con el Festival Gabo, que es un monumental evento alrededor de la cultura, la ciudadanía y el periodismo.


Puse en primer lugar el problema de la credibilidad en el periodismo tal vez influido por las deliberaciones en un grupo de periodistas del Caribe en el primer semestre de este año y en desarrollo de las campañas para Congreso y Presidencia de la República. Pero, desde el punto de vista del ejercicio como medio de vida, podría ser lo primero la sostenibilidad de empresas y medios. La financiación ha sido un problema que se agrava en todo lo corrido de este siglo hasta el punto de que el empleo fijo y bien remunerado ya casi no se tiene para periodistas.


A la FLIP le conozco desde hace 20 años y me alegra comprobar que cada año se afianza más en su misión de promotora de los factores de calidad de la democracia con base en los derechos políticos y ciudadanos. ES organización modelo internacional con su red de corresponsales voluntarios por todo el país y un equipo joven y comprometido, proactivos, que trabajan en Bogotá y visitan las regiones.


Me he preguntado sobre qué debería hacerse en el Caribe colombiano desde nuestras organizaciones de periodistas, como círculos, asociaciones, colegios, entre otros, a fin de fortalecer la fuerza nuclear que debería ser básica frente a tantos problemas que afrontamos para un periodismo de mejor calidad en la región que ayude a la ciudadanía, con información, a tomar mejores decisiones.



Una fuerza nuclear hoy dispersa, sin agenda común, con problemas agravados ahora por la pandemia, debería ser parte de las herramientas con las cuales se hace una mejor sociedad porque “sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia”.


Con este mensaje entrecomillado nos recibieron los compañeros de la FLIP en Bogotá y con ese mensaje deberíamos interactuar en el Caribe los involucrados.

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