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¿Ojo por ojo, diente por diente?

Por: Edwin Doria



Colombia desde los inicios de la República ha convivido con múltiples conflictos de índole social, político, ambiental, económico y armado. Estos conflictos no resueltos han contribuido a la resistencia popular, pero también la generación de odio, venganza, retaliaciones, enfrentamientos, confrontaciones que no necesariamente son armadas.


Pero, en los últimos setenta años de vida republicana hay varios hechos que llaman la atención y en especial uno, que ha dejado una estela de muertos a lo largo y ancho del país, el asesinato de líderes y lideresas sociales, que en su gran mayoría no son del pensamiento derechista y sus asesinatos quedan en la impunidad, lo cual conlleva a sospechas con fundamento.



Son hombres y mujeres provenientes del sector popular, campesino, indígena, afrodescendiente, obrero, estudiantil, ambiental y social que luchan por reivindicaciones sociales, económicas, políticas y su única arma son los derechos constitucionales y humanos, como las expresiones y movilizaciones en la exigencia de hacer valer sus derechos y reivindicaciones ante el Estado que siempre se ha regido bajo principios políticos e ideológicos establecidos y consignados en la constitución política por la Derecha Capitalista y Patriarcal.


Ante la escalada de asesinatos en los últimos años, y después de los acuerdos de paz en la Habana, las cifras han aumentado vertiginosamente. Situación que no es distinta, posteriori a los distintos procesos de Paz y acuerdos incumplidos en Colombia firmados con el estado, como con el Quintín Lame, M19, EPL etc. Sin que el Estado a través de sus instituciones o gobiernos locales y nacionales garanticen la preservación de la vida y mucho menos las reivindicaciones por las cuales luchan, resisten y mueren los líderes y lideresas sociales en campos y ciudades con el único propósito de transformar el estado de cosas para vivir la vida en dignidad.


El Estado a través de sus instituciones de garantía de derechos, como todas las IA y los cuerpos de seguridad, no han logrado prevenir o aminorar los riesgos que asumen estas personas al servicio de las comunidades, mucho menos clarificar a la sociedad colombiana cuales fueron las causas, móviles, motivos, autores materiales y determinadores de los hechos en cuestión. Todo lo contrario, los funcionarios que están a cargo de estos organismos, estigmatizan, minimizan y hasta arman y montan falsos expedientes para judicializarlos, encarcelarlos y ponerlos en la picota publica para que sean objetivo militar de asesinos a sueldo pertenecientes a grupos paraestatales al servicio de políticos, terratenientes, empresarios y hasta banqueros.


Luego de este análisis a vuelo de pájaro, cabría preguntarse ¿cómo pueden los líderes y lideresas protegerse, defenderse y defender a sus comunidades de una máquina asesina en serie, bien aceitada con el dinero de la corrupción, de las multinacionales y el narcotráfico que goza de inmunidad en el poder judicial y licencia para matar libremente con el beneplácito de las mafias de gente de bien que tienen secuestrado el Estado y por supuesto no tienen el menor interés de combatir y mucho menos de acabar con el crimen que ellos mismos patrocinan como lo demuestran los hechos evidentes de la “impunidad”.


Si nos remontáramos al Antiguo Testamento, para encontrar respuestas a la pregunta formulada, ¿cómo pueden los líderes y lideresas protegerse, defenderse y defender a sus comunidades? encontramos más concretamente en la ley mosaica, la ley del talión que aparece en Éxodo 21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21. Una respuesta a la cual se podría acudir y retomar esta Ley de Dios, que a falta de garantías por parte del Estado Social de Derecho a través de las autoridades competentes y los organismos que imparten justicia para supuestamente proteger a sus ciudadanos, estos podrían tomar la justicia por sus propias manos y valerse de la expresión o refrán usado en diversos pasajes bíblicos, “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”, en este pasaje Dios le revela a Moisés algunas leyes para transmitirle al resto del pueblo.


En Levítico 24:19,20 por ejemplo se expresa: “Si un hombre hiere a su prójimo, según hizo, así se le hará:…” Deuteronomio 19:19 “Entonces le haréis a él lo que él intentaba hacer a su hermano. Así quitarás el mal de en medio de ti”.



Deuteronomio 19:21: "Y no tendrás piedad: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie". Sin embargo, las y los líderes sociales y populares víctimas de asesinatos, atentados, amenazas, falsos positivos, montajes jurídicos y destierro, a pesar de la sistematicidad de los mismos y la convicción de donde provienen las amenazas y acciones criminales, no han radicalizado su defensa y protección, más bien han seguido la enseñanza de Jesús sobre la venganza: Luego, estas leyes cambiaron con la llegada de Jesús y de la Nueva Alianza, en el libro de Mateo 5:38: “Habéis oído que se dijo: “ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra (…)”.


No solo se les han puesto las dos mejillas, sino la cabeza, los brazos, el cuerpo y hasta la vida misma. Sin embargo, Gandhi afirmo: “ojo por ojo y el mundo acabara ciego”. Con estas afirmaciones, Jesús y Gandhi estaban revelando la importancia del perdón y la no violencia, porque la venganza ciega al ser humano.


No obstante, es de importancia analizar, reflexionar y dar respuesta acertada y urgente a esta situación de vida o muerte, porque nadie abandonará sus privilegios de buenas a primera como decía mi abuela, “eso os tenéis que arrancarlos vosotros con lucha y sacrificio, la historia así lo confirma’.

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