top of page

Un sesgo anti caribe

Por: Raimundo Alvarado O.



Los resultados del 29 de mayo y las encuestas posteriores muestran que Gustavo Petro tiene su mayor fortaleza en las dos costas y Bogota. Pierde terreno en el centro del país y el Eje Cafetero o mundo paisa.


Quiero eso decir que Petro es fuerte en los territorios con mayor pobreza y desigualdad del mapa colombiano, que son las regiones Pacifica y Caribe, y también en donde ha hecho política, que es Cundinamarca y Bogota. Desde 2009, cuando se lanzó a la Presidencia de la Republica, Petro ha sido considerado en el Caribe como propio, por haber nacido en Córdoba, y, creo también, porque la larga espera de un presidenciable con vocación creíble de llegar a la Casa de Nariño nos hace agarrarnos del tronco más próximo y firme que lleva la corriente. Por eso espero que Petro de más certezas de que en verdad es caribe. No “costeño” sino ”caribe”.



Pero Petro no ha construido en doce años una propuesta específica para los ocho departamentos de su origen real, asumiendo que Cundinamarca es para él tierra de crianza, de ambiente natural para su cultura y, desde luego, de sus amores.


Petro con el Caribe ha tenido una relación ambigua como fruto de la aceptación que le hemos dado, la forma como ha desarrollado su vida pública, sus objetivos, nuestros objetivos regionales caribe, su personalidad y su papel ayer y hoy en la política y los escenarios donde se ha movido.


Se manifiesta su sesgo anti caribe por varios hechos. El más reciente es el uso de nuestros votos para elegir en el Senado una bancada importante de cachacos. La consecuencia es que el Caribe pierde poder numérico por la gran votación que tuvo el Pacto Histórico en marzo. Lo ideal es que nuestros votos hubieran servido para cualificar mejor nuestra representación caribe en esa cámara pero ya es oportunidad perdida. La conclusión en esto es que los objetivos de un nuevo liderazgo caribe para más poder político de la región a fin de enfrentar mejor nuestros problemas no tienen de aliado a Petro. Por lo menos para el Legislativo. Tenemos hoy una izquierda de la región huérfana de vocería en el Senado habiendo ganado con votos libres ese derecho.


Otro hecho de sesgo anti caribe es la no promoción de nuevos liderazgos éticos y progresistas desde la campaña. No son visibles esos nuevos líderes. Benedetti y el cura Hoyos ya tienen un recorrido desde el siglo XX. Intelectuales de izquierda y de otras procedencias y ocupaciones que han estado interviniendo en redes sociales no son mostrados por Petro como cuadros de relevo. Exhibe el candidato al abogado Del Rio, defensor de Aida Merlano, con la función de hacer inteligencia criminal sobre compra venta de votos con un equipo numeroso, según dicen los dos, y recursos generosos para las inversiones en el proyecto. No se trata de vocería política de representación regional.


Otro elemento anti caribe es que Petro nunca ha estado en alianza con las bancadas o grupos de trabajo para el desarrollo regional en los diferentes ámbitos, en especial en los temas de autonomía y desarrollo. También ha habido batallas por proyectos o servicios concretos. Este es un proceso que ya lleva cincuenta años, treinta de ellos en la puja o gestión para reglamentar el ordenamiento territorial de Colombia. Malo que Petro no le asigne importancia a los temas del ordenamiento territorial porque la teoría señala que este ordenamiento es determinante para la paz, los servicios y el crecimiento. No tengo información de porqué su desdén sobre este proceso de autonomía y desarrollo caribe pero se puede suponer válidamente que no quiere estar mezclado en el mismo grupo con los políticos que cuestiona tan duramente dándoles el calificativo, a algunos de ellos, de “mafias”. La realidad es que la autonomía y el desarrollo no es solo tema de políticos sino que constituye aspiración con 2.7 millones de votos en 2010 y Petro lo sabe bien porque fue candidato presidencial en ese año y pudo comprobar que se trata de una aspiración común o general. Sin duda, una autentica aspiración de unidad regional. La integración y el desarrollo nos unen. ¿Por qué Petro no le jala? Ahí es clara su actitud anti caribe.



El recorrido del Caribe colombiano por la autonomía y el desarrollo se ha venido enriqueciendo con unas propuestas de políticas que van desde el cambio del modelo económico de hace treinta años, que era de sustitución de importaciones beneficiario del centro poderoso contra la periferia pobre, hasta llamados angustiosos en materia social, en especial agua, salud, educación, alimentos y transformación institucional de municipios y departamentos. La historia nos muestra que Petro ha construido una agenda propia donde no conocen ideólogos o planificadores caribes y no consulta con nuestros centros de pensamiento, universidades y líderes de opinión. Niega con los hechos su consigna de pactos, palabra que implica integración programática. En esta campaña no ha respondido Petro formalmente ninguna comunicación que le han enviado con ideas de desarrollo. Ha sido una campaña autista en este sentido.


Una campaña autista es lo contrario a lo que el Caribe ha venido demandando en cincuenta años desde las primeras reuniones de gobernadores en el gobierno de Misael Pastrana. Este cierre a la información y el conocimiento en el Pacto Histórico es un hecho histórico. Luis Carlos Galán tenía en 1987 un programa específico para el Caribe que está publicado por la Gobernación del Atlántico. Lo hicieron posteriormente la mayoría de los candidatos presidenciales. Petro no. Es materia pendiente con su región de origen.


Puede suponerse que las luchas de Petro contra algunos agentes políticos con poder regional (Arana, los Ñonos, Char, Gnecco, etc) le alejaron de una posible intervención suya en las angustias del pueblo caribe, a la cual tal vez le pudo hacer bien que Petro promoviera cuadros locales para las alcaldías y gobernaciones. Pero la historia en este siglo, especialmente desde 2006, nos muestra que el presidenciable no se quiso “contaminar” de las elecciones territoriales. Solo apareció, de manera tardía, como paracaídas, un hijo suyo para la Gobernación del Atlántico.


Este desdén por las alcaldías y gobernaciones también es anti caribe porque la verdadera transformación en nuestra región se dará desde los territorios, no desde Bogotá, como se desprende de los documentos de la campaña de Petro y su propio discurso. Este criterio centralista y autoritario es al cual se debe romper los huesos con una mejor distribución de competencias y recursos, que es la descentralización. Pero el discurso de Petro es muy pobre en descentralización. Se remite en este tema a un orden en función de las aguas y eso es parcialmente correcto. Hay arraigos de proximidad y solidaridad cultural que no es posible romper sin traumas. La sugerencia hoy al equipo de Petro es que no desdeñe el trabajo de la Misión de Descentralización. Que más bien la fortalezca para que cumpla sus objetivos, que son urgentes para el desarrollo en un ambiente de recursos escasos.



No conozco la opinión de Petro sobre la regionalización decretada en los artículos 306 y 307 de la Constitución Nacional y tampoco si se puede esperar apoyo a la forma actual, que es la Region Administrativa y de Planificación (RAP).

bottom of page