Se complica la situación laboral de los jóvenes por culpa de la IA
- Acta Diurna
- 25 sept
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Por: José Guillermo Mejía J.

La irrupción de la inteligencia artificial generativa no es un asunto del futuro: ya está transformando el mercado laboral. Un estudio de la Universidad de Stanford, basado en millones de registros de la firma Automatic Data Processing (ADP) en Estados Unidos, revela un dato inquietante: entre 2022 y 2025, los trabajadores de 22 a 25 años en sectores con alta exposición a la IA perdieron un 13 % de oportunidades frente a sus pares en ocupaciones menos vulnerables.
En otras palabras, los primeros en sentir el golpe no fueron los directivos ni los veteranos, sino los jóvenes que buscaban abrirse paso en sus primeras experiencias laborales.
En Colombia la evidencia ya es tangible. Jóvenes comunicadores que antes conseguían su primer empleo redactando copys en agencias ahora ven que la primera capa de escritura la hace un asistente digital.
En Medellín y Barranquilla, los call centers, que durante años contrataron a cientos de asesores, migraron parte de su atención básica a chatbots, reduciendo los espacios de entrenamiento para recién ingresados.
El comercio también se reconfigura: Olímpica y Éxito aplican algoritmos predictivos para planear inventarios y promociones. En los medios, Semana y El Tiempo experimentan con herramientas automáticas para elaborar resúmenes y notas básicas. Aunque los editores siguen al mando, la franja de tareas rutinarias donde aprendían pasantes se reduce.
Incluso en el sector financiero, bancos que antes recibían practicantes de economía para preparar informes ahora generan borradores con sistemas automáticos que luego revisa un analista senior.
En la educación superior también hay señales. La Universidad de los Andes cerró el pregrado en Gobierno y Asuntos Públicos, el más costoso del país en 2025, tras varios periodos de caída en matrículas. Es un síntoma de cómo la automatización cambia las expectativas de empleabilidad.
Estados Unidos: un espejo adelantado
Los ejemplos en el norte son igual de contundentes. En Nueva York, firmas legales que solían contratar decenas de asistentes jurídicos ahora usan IA para revisar documentos. En el comercio, Walmart aplica modelos predictivos que reducen la necesidad de analistas junior. En el sector financiero, gigantes como JPMorgan redactan reportes de mercado con modelos de lenguaje, limitando plazas para pasantes. Y en medios, periódicos como The Washington Post han probado con IA para producir borradores de notas sencillas.
Entre reemplazo y complemento
El estudio de Stanford distingue dos caminos: la IA que reemplaza y la IA que potencia.
Un transcriptor médico en Cali pierde su puesto porque el software resume la consulta; un paralegal en Chicago deja de ser contratado porque la máquina clasifica miles de páginas en minutos.
En contraste, un radiólogo en Bogotá usa IA para identificar anomalías en imágenes médicas, y un ingeniero en Silicon Valley combina IA con su experiencia para diseñar prototipos más rápido.
La paradoja es clara: los sueldos de los seniors se mantienen, pero los peldaños de acceso desaparecen. Sin primeros trabajos, la escalera de ascenso se bloquea.
Los economistas llaman a esto “primeros escalones laborales”: pasantías, contratos temporales o empleos junior que no exigen gran experiencia, pero que son esenciales para adquirirla.
En Colombia, las prácticas en medios disminuyen porque softwares redactan resúmenes de ruedas de prensa. En Estados Unidos, startups que contrataban estudiantes para armar presentaciones de inversión ahora las generan con IA en minutos.
El estudio de Stanford no entrega recetas, pero abre caminos. En EE. UU. ya surgen cursos de prompt engineering. Colombia debería replicar el modelo e incorporar formación en IA aplicada en sus universidades.
Se necesitan programas de prácticas subsidiadas, becas o iniciativas estatales que garanticen la primera experiencia laboral, incluso si la productividad inmediata es baja.
Y, sobre todo, urge un debate ético: no se trata solo de inclusión digital, sino de inclusión laboral. Cada año, más de 500 mil jóvenes colombianos buscan empleo formal. La pregunta sigue abierta: ¿qué hará el Estado si la IA les cierra la puerta?
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