Por: Francisco Manrique
Tenemos un estado y una sociedad débiles, que no tienen las capacidades para enfrentar sus problemas. Hay unos retos que son de tipo técnico, para los cuales se podrían esperar del estado unas soluciones efectivas y conocidas. Un ejemplo, sería contar una buena red de servicios públicos, promovidos por el estado en colaboración con la tecnología y capacidad de inversión del sector privado, que atienda las necesidades básicas de la población.
Pero hay otros problemas, para los cuales, ni el estado ni la sociedad, tienen una solución efectiva. Requieren tener la capacidad de liderazgo en diferentes niveles, para lograr la movilización de toda la comunidad y la colaboración con el estado. Se necesitan desarrollar capacidades de liderazgo colectivo, que promuevan la corresponsabilidad de la gente, para adaptarse a las nuevas circunstancias del entorno y ayudar a la solución del problema. Esa es la propuesta de Motores de Esperanza explicada en mi último escrito.
Esto implica capacitar para ejercer el liderazgo, a gente seleccionada a todos los niveles de la sociedad. Es la manera de evitar depender de lo que diga o haga la figura con autoridad . Hay que entender que los problemas complejos que hoy enfrentamos, desbordan ampliamente las capacidades individuales y requieren de la movilización de talento y energía colectivas.
Como ejemplo de un gran reto adaptativo, hoy enfrentamos el cambio climático, que requiere de nuevos comportamientos, valores y de una actitud de corresponsabilidad colectiva del problema. La dificultad es que se abordan este tipo de problemas complejos, como si fueran unos retos técnicos cuando no lo son. Se ofrecen soluciones que no comprometen a la gente para ser parte de la solución y no parte del problema.
Ante estas debilidades, no es de extrañar que para enfrentar los inmensos retos adaptativos del entorno actual, se perciba cada vez más un profundo vacío de liderazgo individual y colectivo a todos los niveles de la sociedad. Sin embargo, cuando hoy la gente desesperanzada y desconfiada, demanda cambios profundos y radicales, hace mucha falta la pedagogía que explique el porqué el cambio y liderazgo, son dos caras de una misma moneda y cuál es la inmensa importancia que implica su comprensión.
Sin embargo, en las circunstancias de los retos adaptativos actuales, la gente se encuentra muy desorientada, y espera que alguien tenga las respuestas a los problemas complejos que enfrentan. Esta actitud pasiva, es la responsable de que se abran las puertas para que aparezcan los caudillos populistas que ofrecen las soluciones mágicas, a situaciones muy complejas que no tienen una respuestas sencillas y que demanda una participación cada vez mayor de la gente.
Por las razones anteriores, es importante entender que liderar también implica reconocer que el éxito no es tener siempre a la mano las respuestas, pero si la capacidad de hacer las preguntas difíciles que nadie quiere oír o enfrentar.
¿Qué se requiere para desarrollar la capacidad de liderar a una comunidad que enfrenta estos retos adaptativos tan pronto complejos?
Lo primero, es explicarle a la gente que, para enfrentar estos retos y lograr cambios sostenibles y de impacto en el tiempo, necesitan hacer unos cambios adaptativos a nivel personal pero también colectivo. Esto implican el cuestionar muchos de sus supuestos, creencias y valores personales y de la comunidad . Requiere el aceptar ser corresponsables, y no unos actores pasivos, lo que implica abandonar su zona de confort.
Liderar este proceso no es nada fácil, de hecho puede ser muy peligroso hacerlo solo. Lo inteligente es hacerlo siendo parte de una comunidad de liderazgo colectivo que se apoyan entre sí, comparten aprendizajes que muestran victorias tempranas, lo que permite capturar la atención y la confianza de la gente.
Pero hay una realidad: a las personas se les capacita para desarrollar una tarea, pero no para asumir el liderazgo de personas que estén bajo su responsabilidad, y menos en un entorno tan complejo como el presente y que se proyecta aún más difícil hacia el futuro. Pero no todo el mundo puede o quiere hacerlo. La verdad es que el ejercicio del liderazgo requiere de un gran costo personal. Si todo funciona, el crédito es de los demás, pero si hay problemas, hay que asumir las consecuencias y manejar toda la presión que eso significa.
No es fácil hacer la transición de ejecutar unas tareas, a orientar a la gente que las debe realizar en condiciones de alta incertidumbre. En especial, cuando hay un entorno de grandes cambios, donde la gente tiene que desaprender para incorporar nuevos conocimientos, creencias, valores y hábitos.
Para hacer esa transición se requiere tomar una decisión de poner el bien común por encima de los intereses personales para avanzar y esto significa hacer un sacrificio. Implica estar dispuesto a perder el puesto o la posición de autoridad, por defender el haber hecho lo correcto. Por esta razón, lo decía el profesor de Hatvard Ronald Heifetz: liderar es como caminar en el filo de la navaja.
Liderar en entornos de grandes cambios, incertidumbre, volatilidad y ambigüedad, requiere tener la capacidad para generar espacios seguros y practicar la empatía. Pero también, regular la presión para que las personas hagan los cambios adaptativos que son necesarios dadás las circunstancias.
Es necesario que la gente entienda que no hay respuestas fáciles a problemas complejos. Lo que si hay, son muchas preguntas. Esto implica que, quien lidera el proceso, tenga el valor de cuestionar los valores y supuestos más profundos de su gente. La tendencia y la mayor equivocación, es tratar los problemas adaptativos complejos como si fueran situaciones técnicas para los cuales hay una respuesta conocida.
Por lo anterior, para liderar, lo fundamental es poner en el centro la condición humana y no solo los resultados. Se necesitan espacios donde la vulnerabilidad sea bienvenida para reconocer que los errores son necesarios para aprender de ellos y avanzar.
Liderar también implica generar espacios de contención seguros. Cuando no existen, el resultado es el cinismo , la paranoia, la desconfianza y la necesidad utilizar la energía para cuidarnos de los demás.
Estos espacios seguros son fundamentales para enfrentar los peligros de un mundo cada vez más complejo y de grandes cambios sobre los cuales no tenemos ningún control. Pero ojo, hay que mantener la presión a un nivel suficiente para que la gente no le haga quite al problema adaptativo que tiene que enfrentar.
Para entender el ejercicio del liderazgo es fundamental comprender que los seres humanos somos animales sociales que respondemos a los ambientes donde actuamos. Cuando se crean las condiciones de un ambiente propicio, porque se cuenta con el liderazgo adecuado que define el tono, las personas son capaces de lograr resultados extraordinarios. En estos espacios la confianza y la colaboración son factores culturales esenciales.
En circunstancias complejas, como ya lo he mencionado, también implica tener la empatía para crear las condiciones donde cada persona saque su mejor versión, se tomen mejores decisiones y se cambie la perspectiva del mundo que nos rodea.
¿Pero que significa cambiar la perspectiva? Para responder a esta pregunta vale la pena recordar la teoría de los juegos. Hay juegos finitos donde el tablero está determinado, se conocen los jugadores, las reglas y el objetivo es ganar. Hay juegos infinitos donde no se conocen los jugadores, las reglas, y el objetivo es permanecer.
El mensaje es muy claro. En las condiciones actuales el éxito no es ganar sino permanecer. Se entiende qué en el largo plazo hay momentos positivos y también momentos donde no los hay. Para el ejerció del liderazgo, es fundamental entender en que tablero de juego se está actuando y tener la flexibilidad para adaptarse y sostenerse en el largo plazo.
Quiero terminar este blog insistiendo una vez más que el sector privado enfrenta unos inmensos retos adaptativos que invitan a ejercer el liderazgo colectivo en beneficio de la sociedad. La comprensión de lo que esto significa es fundamental para el éxito de la tarea de llenar los vacíos de liderazgo que hoy tenemos en Colombia.
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