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Como en los tiempos de Escobar: grupos armados asesinando policías

Por: Nerio Luis Mejia



Los asesinatos en contra de los miembros de la fuerza pública, cometidos por las distintas organizaciones del crimen organizado, en lo que brutalmente han denominado como “plan pistola”, no solo han arrebatado la vida a integrantes de las fuerzas del orden, también es una declaratoria de guerra al Estado y a las intenciones de paz del actual gobierno, por lo que me atrevo a asegurar, que con sus acciones salvajes, estos grupos le han hecho pistola a la Paz Total.



Con su accionar indiscriminado, los grupos armados han demostrado que es imposible hablar de una paz políticamente negociada, con quienes han mostrado un desprecio por la vida. ¿Cuál sería el mecanismo más efectivo para hacer entrar en razón a un grupo de criminales, quienes no tiene más discurso que la muerte para que desarmen sus espíritus y reconozcan el poder legítimo de las instituciones? No es posible sentarse para hablar de paz con quienes ven en la violencia la mejor forma de existir.


Una Colombia en llamas es el lóbrego panorama a raíz de las distintas manifestaciones violentas, generada por parte de las estructuras del crimen organizado, con quienes se ha venido dialogando para ser posible la conquista de Paz Total. Es por ello que se debería aprovechar el poco tiempo y los recursos disponibles con los que cuenta el actual gobierno, y revertir el rumbo de la difícil situación de inseguridad, que nos preocupa a todos los colombianos.


Sin embargo, no es tan sencillo enfrentar a los distintos grupos armados, que se alimentan de las economías ilícitas, en una clara ventaja en comparación a las fuerzas del Estado, quienes han reconocido su precariedad debido a los recortes presupuestales de los últimos años, lo que ha llevado a la disminución de sus capacidades operativas, lo que en gran medida le ha permitido el fortalecimiento a los grupos criminales, que no solo amenazan a miembros de la fuerza pública y a la población civil, sino que le han hecho pistola a la invitación de paz total, en un claro desafío a la institucionalidad.


Hoy más que nunca, los colombianos debemos entender que el miedo no es una opción, que la salud de la República reside en el coraje de su gente, que la violencia no será la pesadilla que nos arrebate nuestros sueños, y que las instituciones por imperfectas que sean, son el único patrimonio que hemos construido.



Se equivocan quienes piensan reescribir las reglas de nuestra sociedad a punta de pistola, la democracia prevalecerá, sin que la atemoricen las explosiones, los asesinatos de líderes, ni mucho menos quienes pretenden con el plan pistola arrinconar a las fuerzas legítimas del Estado.


Los violentos han venido cerrando sus propios candados, en las frías y calurosas celdas de las cárceles de nuestro país, no debería existir la negociación con quienes persisten en la violencia, como justificación política de sus crímenes. Colombia debe aprender de sus experiencias y garantizarles como única alternativa el sometimiento a la justicia, de quienes en nombre de sus crímenes justifican su existencia, lo que ha llevado a hacerle pistola a todas las posibilidades de paz con distintos gobiernos.

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