Luego de los acontecimientos ocurridos durante los últimos días, en varios ordenes, la pregunta que muchos se hacen es: ¿Estaba preparado el actual presidente, Gustavo Petro, para gobernar a este país? Y, por supuesto, no hablamos de su preparación intelectual, o su experiencia política, o su capacidad para conocer y analizar las necesidades de los colombianos de a pie, o su excelente oratoria para el planteamiento de sus posibles soluciones. Hablamos de su liderazgo, entendido fundamentalmente como la capacidad para conformar el equipo de colaboradores con quienes se propone alcanzar los objetivos planteados. Sobre todo, en tratándose de unas propuestas tan revolucionarias, novedosas y ambiciosas.
Lo que se observa hasta ahora –pasados los primeros 6 meses– es que ha habido improvisación en la conformación de su equipo de gobierno. Al punto que, aunque paradójico, los únicos que han conservado la serenidad, sensatez y coherencia han sido los veteranos –que incluso han pertenecido a la vieja política– como es el caso principalmente de los ministros de hacienda José Antonio Ocampo, la ministra de agricultura Cecilia López Montaño, el canciller Álvaro Leiva y el recién salido ex ministro de Educación Alejandro Gaviria, quienes muchas veces han tenido que salir a contradecir o rectificar algunas de las altisonantes declaraciones de los “más jóvenes” del grupo, como la ministra de minas y energía, Irene Vélez, o de la ministra de salud, Carolina Corcho, para citar solo dos ejemplos. De hecho, con apenas un semestre en el poder Petro tuvo que reemplazar –por otros desconocidos, por cierto– a tres de sus ministros.
Pero tampoco parece haber tenido suerte en la escogencia de sus amigos para manejar las relaciones con el congreso: Roy Barreras, ahora con partido propio, y Gustavo Bolívar, quien renunció.
Es cierto que es la primera vez en la historia de Colombia que un movimiento de izquierda gana unas elecciones y llega al poder, pero ¿no existen dentro de los simpatizantes del Pacto histórico personas con la suficiente preparación, bagaje intelectual y capacidad de ejecución como para acompañar al presidente, al menos con relativo éxito, en las tareas que se ha propuesto desde el gobierno…?
Uno se pregunta, si el hoy mandatario de los colombianos realmente estaba solamente preparado para triunfar en las dos vueltas presidenciales y no se imaginaba o no sabía a lo que se iba enfrentar. Si ignoraba, por ejemplo, ¿Qué para sacar adelante unas propuestas tan ambiciosas debía de enfrentar a los poderosos dueños de las EPS, los fondos de pensión privados, las empresas, las tierras, las petroleras y los grandes medios de comunicación, entre otros …? O que sus novedosas reformas tendrían que obligatoriamente pasar por las manos de los congresistas, a quienes conoce muy bien y que sabe que, con muy contadas excepciones, “bailan al son que les toquen”. De tal suerte, que hoy los representantes y senadores tendrán que escoger entre “la mermelada” del gobierno o “las dádivas y contribuciones” del poder económico privado.
Pero es que en otros ordenes muy delicados Petro parece no estar bien acompañado. El caso de la decisión reciente del Consejo de Estado de echar atrás el decreto mediante el cual intentaba manejar los servicios públicos reemplazando las funciones de la Creg y la CRA, nos dice que no tiene un buen equipo de asesores jurídicos. Y que tal los líos familiares de la primera Dama, su esposa Verónica Alcocer, su hermano Juan Fernando y de su hijo mayor, el diputado Nicolás.
Todo esto afecta notablemente la credibilidad y hasta la gobernabilidad del presidente Petro.
@vherreram
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