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Pobreza, desigualdad y desempleo: el triángulo que enciende la protesta

Por: Silvio Avendaño C.



En 1938, la capital de la república albergaba 333.312 habitantes, en 1951 la población creció hasta 700.000. Y con la violencia contra campesinos y dueños de pequeñas propiedades (1948 a 1957) la población alcanzó 1.600.000 en 1964 y, casi se duplicó en 1973 con 2.500.000. ¿A principios del siglo XXI, 9 millones o más habitantes?


Vale la pregunta si la ciudad se ha preparado para el desplazamiento y crecimiento de la población, viendo Los Alpes, Diana Turbay, Lucero Alto, Perdomo, Los Libertadores y Danubio (Usme) y muchos otros.



Sin embargo, se considera que hay progreso ya que hay periódicos, cine, radio, televisión, internet, aeropuerto, bancos, edificios modernos, elegantes urbanizaciones …Pero la ciudad es un problema al que no se le encuentra solución.


Se suele decir que urge la planeación urbana pues la administración considera que se necesitan ciudades alrededor, pero basta mirar lo que sucede con el transporte dada la congestión, los trancones, el estado de las vías.


Ahora bien, la violencia tiene explicación pues se considera que la generan quienes protestan. Pero se ignora que la protesta existe porque la violencia ya está. Y está establecida porque continúa la pobreza, la desigualdad, desempleo.


Son bastante significativas las protestas ocurridas en años recientes como el paro nacional y la muerte de Dilan Cruz (2019); el movimiento de los vendedores ambulantes y otros en 2020, el asesinato de Javier Ordoñez y la onda de protestas en septiembre de 2020; protestas de dueños de bares y restaurantes 2021; el 28 de abril paro para que se retirara el proyecto de reforma tributaria.


Y, ante los movimientos, bloqueos, protestas, manifestaciones cuyas causas se encuentran por el desalojo, desempleo, negación de derechos, precios desbordados de los alimentos viene la respuesta que no es otra cosa que tratar de elevar el muro, pues no existe la capacidad para resolver los problemas que causan las diferentes actuaciones.


Con chorros de agua, gases, tanquetas, balas de goma, plomo, bolillo y cárcel se pretende eliminar la “violencia” que se atribuye a los vándalos y a fuerzas oscuras.


Y ya no se puede hacer el “septimazo” por el downtown, la caminata de la Plaza de Bolívar hasta la 26. La travesía no lleva a la imagen de una ciudad pujante, dada la informalidad instalada con todo tipo de “negocitos”.


Alguien decía, al volver la mirada sobre las expresiones de los grafiteros, ante la quiebra de cristales en uno y otro lado, ante el derribo de las estatuas de los supuestos héroes, ante el incendio y destrucción de los CAI, ante el cierre de vías ¿Qué es lo que se ha hecho o qué se le hace a la gente para que se llegue a esta situación? ¿No tienen acaso las protestas y manifestaciones relación con la violencia e injusticia que se ha forjado con el paso del tiempo contra la población?


Y elegidas las distintas corporaciones: Concejos, Asambleas, Cámara, Senado o Presidencia no hay interés por solucionar los problemas que aquejan a la sociedad y, a la larga todo queda en manos de la represión.

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