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Paz Total: el gran proyecto de Petro que fue su gran fracaso

Por: Nerio Luis Mejia



A lo largo de la historia de Colombia, hemos sido testigos de innumerables conflictos alrededor del mundo, muchos de ellos ya han quedado sepultados en el tiempo, y otros que, debido a la inestabilidad de las regiones donde se originaron, aún se mantienen activos por el surgimiento de nuevas dinámicas. Pero, desafortunadamente, los colombianos arrastramos la vergüenza, de continuar inmersos en una violencia que ya no despierta el interés del mundo, lo que significa que tendremos que lidiar solos, con un conflicto atascado en el tiempo.



Es por ello que ante el estallido de las nuevas guerras en Europa del Este, el conflicto israelí – palestino, los ataques en el mar rojo que libran los rebeldes hutíes en contra de los barcos bajo banderas israelíes y estadounidenses, lo que ha llevado a estos países, a bombardear a Yemen, la embestida de las fuerzas de defensas israelíes en contra del grupo terrorista de Hezbolä en el Líbano, a ello le sumamos la más reciente escalada violenta que protagonizan Israel, e Irán, que se produjo luego del masivo bombardeo que llevaron a cabo los sionistas el día 13 de junio de 2025, en contra de instalaciones militares del país persa.


Como si no bastara con todas estas guerras que se libran en distintas regiones del mundo, la llegada de Donald Trump a la casa blanca, congeló gran parte de los fondos dirigidos a financiar programas sociales a través de algunas agencias de cooperación internacional, entre ellas USAID, la que en gran medida ayudaba a paladear las dificultades económicas, que han enfrentado los distintos gobiernos en el país para hacerle frente a las devastadoras consecuencias que deja la violencia.


Hoy nos enfrentamos solos, como país, al más devastador resurgimiento de la violencia. La reaparición de estructuras criminales a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional, ha desbordado la capacidad institucional de las fuerzas legítimas del Estado, para frenar el avance de los grupos ilegales que confinan a regiones enteras. La política de paz total, sucumbe frente a la improvisación y el desconocimiento sobre las nuevas dinámicas que han dado origen al rearme y fortalecimiento de los grupos ilegales, la ausencia de un marco jurídico que pueda materializar la gran apuesta del presidente Gustavo Petro, “Paz Total” son el más claro ejemplo de un conflicto empantanado en el tiempo.


El miedo generalizado en nuestra sociedad, es el común denominador. Sin darnos cuenta regresamos a los oscuros tiempos donde los violentos imponían las reglas, los viajes por carreteras sin caer en un retén de grupos ilegales, ya es cuestión de suerte, los secuestros, los asesinatos, las extorsiones, son el pan de cada día.



Los campesinos vivimos bajo las esperanzas de la reforma agraria, con la entrega de tierras, pero a la vez lidiamos con el temor ante la aparición de los grupos armados. Las ciudades están bajo el control de las rentas del microtráfico, las bandas de carácter local y trasnacional, que azotan al comercio, y lo convierten, mediante la extorsión, en la mejor fuente de financiación de sus estructuras criminales.


Los grupos criminales, ya parecen verdaderos ejércitos que imponen el control territorial y social, en gran parte del país. Los enfrentamientos armados protagonizados por estas estructuras violentas, con la utilización de drones y armamento sofisticados, demuestran el poder de los ilegales, frente a la escuálida respuesta de las fuerzas del orden para contener la situación. Todo esto nos demuestra que vamos a continuar lidiando solos con un vergonzoso conflicto atascado en el tiempo, sin el acompañamiento de las organizaciones de la cooperación internacional, que tal parecen que están preocupadas más por su existencia, debido a los recortes presupuestales, que en atender las necesidades de los territorios afectados por la violencia.

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