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Desarrollan nuevo protocolo para crear minicerebros humanos

Foto del escritor: Acta DiurnaActa Diurna


A partir de ciertas células madre, es posible promover la formación de conjuntos de células de un solo órgano del cuerpo. Estos conjuntos, denominados organoides, son en cierto modo versiones pequeñas y simplificadas de sus respectivos órganos. De hecho emulan bastante bien a estos en cómo se forman y en cómo actúan una vez están ya plenamente formados. Se ha logrado generar organoides de muchos órganos humanos, como por ejemplo el hígado, el riñón y, el más controvertido, el cerebro. Su utilidad principal ha venido siendo estudiar la formación de los órganos y las enfermedades del desarrollo que los aquejan.


Al cerebro se le considera la fuente de nuestra autoconsciencia, lo que nos define como individuos capaces de pensar y sentir. Por tanto, si esos organoides cerebrales o minicerebros imitan realmente al cerebro, también podrían desarrollar la autoconsciencia, lo que conlleva todo tipo de dudas morales.



La idea de hacer brotar un cerebro humano completo a partir de células en un laboratorio ha sido considerada históricamente más cercana a la ciencia-ficción que a la ciencia. Sin embargo, desde que comenzó a experimentarse con minicerebros humanos esa idea ya no parece tan descabellada.


De hecho, los organoides de corteza cerebral humana se consideran muy similares a la corteza de un cerebro humano y poseen redes neurales claramente operativas.


Ahora, unos científicos han recopilado los pasos más eficaces para crear minicerebros humanos, el orden adecuado de tales pasos y otras informaciones vitales, confeccionando de este modo un protocolo para crear minicerebros humanos interconectables. Este protocolo es el primero de su tipo.


El protocolo es obra de un equipo integrado, entre otros, por Michael Q. Fitzgerald, de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, Alysson Muotri, del Instituto Sanford de Células Madre (SSCI), dependiente de la citada universidad, Miguel Chillón, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados, y Rebeca Blanch, de la UAB y la Universidad de California en San Diego.


Gracias al nuevo protocolo, científicos de todas partes del mundo podrán crear réplicas diminutas del cerebro humano tan parecidas a este que, en palabras de Muotri, rivalizan con la complejidad de la red neural del cerebro fetal.


Otros dos protocolos para crear organoides cerebrales son de acceso público, pero ninguno permite a los investigadores estudiar la actividad eléctrica del cerebro. El nuevo protocolo, sí.



El nuevo protocolo abre un camino para que se realicen investigaciones más avanzadas sobre el autismo, la esquizofrenia y otros trastornos neurológicos.


Otras posibilidades de investigación para los organoides cerebrales incluyen la exploración de la consciencia humana.


Algunos experimentos con estos minicerebros humanos han tenido escenarios inusuales; por ejemplo, varios fueron enviados al espacio, concretamente a la Estación Espacial Internacional (ISS), donde se estudió su actividad en condiciones de microgravedad. NCYT

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