Por: Carlos
Merodeando la información que da el Dane, si por aquí llueve, en Europa no escampa, leemos en IPS: “Según la oficina de estadísticas del INE, el precio de los alimentos básicos ha subido una media del 30 por ciento, y los precios de la energía ya subían de manera desorbitada antes del ataque a Ucrania. En junio de 2022, la inflación fue del 10,2 %, el nivel más alto en 37 años. Sin las medidas de estabilización y amortiguamiento del gobierno, posiblemente sería mucho mayor”.
Y a renglón seguido sostiene: “El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó el pasado 19 de julio su segundo paquete anticrisis para combatir los efectos de la inflación y ayudar a los más necesitados. Las medidas más importantes del paquete son la introducción de impuestos extraordinarios para las empresas eléctricas y los bancos, la promoción de viviendas sociales, un subsidio temporal para el transporte público local y pagos adicionales para becas”.
Estas citas nos permiten extractar muchas conclusiones que a continuación esgrimimos. Eso de que las medidas contra la inflación favorecen a los pobres más que a los ricos no deja de ser una información supremamente valiosa de cara al logro de los objetivos del glorioso paro nacional pasado, actualmente en el poder.
No devela cómo es que aquel movimiento de masas significó una defensa estratégica del pueblo colombiano que, claro, recibió el rechazo bélico y letal de las fuerzas agrupadas alrededor del poder. De allí se desprende, ahora en las inmediaciones de abandonar el poder el gobierno Duque, que no haya hecho absolutamente nada para favorecer la subversión exterior del precio del dólar y nuestra sumisión estratégica.
Esta lectura nos lleva también a concluir tajantemente que la Junta del Banco de la República ha podido ser subvertida por un neoliberalismo rampante, quizás amedrentados o fortalecidos con la llegada de Carrasquilla a aquella Junta. Casi de la misma manera o peor que la policía y el ejército en sus incursiones de insurgencia de falsos positivos.
Por otra parte las medidas implican algo todavía más valioso de cara a las respuestas del gobierno Petro: en momentos de crisis las oligarquías desde el poder, para evitar el deterioro de su relación de fuerzas, hacen incursiones en pequeñas revoluciones democrático burguesas de inspiración maoísta.
Lo decimos al interpretar que ejecutan políticas contra aquellas fuerzas que al decir de la definición de Mao de su revolución “afectan mayormente la vida material del pueblo” y por eso deben ser socializadas. Tal es el caso de las acciones sobre las empresas eléctricas, los bancos, la promoción de viviendas sociales y el subsidio temporal para el transporte del gobierno español.
Cabe detenerse aquí para obtener nuevas derivaciones de gran importancia estratégica de cara a concretar misiones sobre el llamado socialismo democrático y otras secuelas.
Claro, pues éste es también un raro caso de aplicación de la teoría de Deng Tsiao Ping, sobre aquello de que “no importa que el gato sea gris con tal de que cace ratones”.
Qué es lo que esto traduce: implica también que el gobierno español establece una moratoria en su intención del capitalismo salvaje.
Ante el embate de la crisis y solevamiento potencial de las masas agredidas por la avalancha inflacionaria el gobierno defiende a su oligarquía. Aquí Petro, tendría que salir en defensa también de ella, si es que pretende mantener el estado de cosas que la oligarquía alrededor del gobierno Duque dejo a la intemperie.
¿Cierto que aquí hay una paradoja? Duque deja de actuar sobre un fenómeno que durante su gobierno dejó agravar y se entiende que lo hizo porque ya las fuerzas insurgentes habían definido la relación de fuerzas a su favor.
Entonces lo que debería hacer Petro más bien sería dejar que las fuerzas insurgentes, derivadas y crecientes desde la crisis económica que el otro alimentó, concluyan su labor.
Esto es obviamente epicentro de la aguda lucha que persistirá a lo largo del mandato Petro: el mantenimiento soterrado de la inercia de la Junta del Banco de la República por sostener su casi sistémica subversión del supuesto “modelo de desarrollo”.
Modelo que nuestro filósofo de cabecera, Byung Chul Han demuestra que no está basado en ninguna teoría económica que se pueda parecer a tal engendro, neoliberal, sino en una flagrante y pura ideología subversiva.
Obviamente hay mucha carga aquí y queda mucho por explorar, pero sigamos porque lo que viene es mucho más diciente.
En efecto, esas medidas democrático burguesas campean en todo el espectro de la revolución China tal como el Gran Timonel la describió.
En la China actual, post Mao y pst Deenga Tsiao Pinga, se establece, contrario sensu, una moratoria del avance hacia el socialismo y un alargamiento de la fase que permanece bajo la revolución democrático burguesa.
Es obvio que esta es una labor sistémica y sistemática que detiene, quizás estratégicamente, la historia lo dirá, su avance hacia el socialismo.
Este avance es tan profundo y sorprendente que ha puesto en crisis el modelo de Estado e incluso de gobierno de la potencia de los Estados Unidos de América.
Es decir, los avances de una revolución democrático burguesa, incluso cuando se estaciona dejando entrar las economías de mercado son ultra explosivas, tan explosivas que dejan al desnudo las peores exquisiteces perversas del capitalismo salvaje: su financiarización tanto como su increíble concentración en el 1% de la población del planeta, como demuestra Piketty. Recientemente leí un estudio donde se demuestra que China es aplicadora de grandes capitales a la financiarización también.
Hago otro pare aquí. Claro, el asunto es mucho más complejo y rico pero dejémoslo por ahora.
De aquí puede derivarse una segunda opción para Petro. Una ruta alterna para que las fuerzas insurgentes concluyan su labor.
Es la continuación, en clave de poder popular, sería permitir el desarrollo de la segunda parte de la concepción del Deng Tsiao Ping y sus continuadores que se concentra bajo la máxima de: un país (Estado) dos economías.
Este planteamiento es de una democracia política relampagueante. En efecto, las medidas del gobierno español significan inversiones en la morigeración, por la vía de las inversiones públicas de los efectos perversos del capitalismo salvaje.
Si, en el caso colombiano, a esas medidas se agrega la posibilidad de que se desarrollen economías que interpreten las visiones redistributivas del Paro Nacional, bajo la consigna de la Revolución en Marcha esgrimida por Petro, entonces se estará ante una posibilidad cierta de que pueda caber la aplicación de aquello de que cabe pensarse en otra Colombia.
Ojo, no es la primera vez que intentar actualizarse la Revolución en Marcha. Ya Alfonso López Michelsen lo habría intentado, claro que bajo otro tenor, ¡que también cabe actualizar!
Ajá, si estas medidas en España dentro de una concepción de revolución democrático burguesa caben afines a su economía capitalista general y globalizada, igual se insertan otras soluciones de corte capitalista en una sociedad de raigambre socialista como la China.
China dejó insertar una economía campesina de corte capitalista porque ya no significan una economía que hiera la vida material del pueblo, por lo tanto eso no contradice la marcha de su revolución democrático burguesa.
¿Cuánto estupor? ¡No! ¡No! ¡Qué magnífica oportunidad nos da la Historia!
En Colombia significa nada menos que nos debemos atrever a un salto que por demás está explícito en los acuerdos de paz. Incluso en la Constituyente del 1991 que luego se ha intentado subvertir una y otra vez.
Es imposible dejar de ilusionarse; se debe dejar atrás ese cascarón de violencia generalizada de derecha troglodita. Es imposible que dejemos de interpretar que en el Congreso actualmente cabe festejar un sancocho de oportunidades de vivir y ejercer mucha más democracia. En el Congreso hay ya un país y dos visiones políticas.
Lo maravilloso de este supuesto es que no cabe espantarse con él. Expresiones de corte socialista se realizaron en el propio corazón del Imperio, en Estados Unidos, durante la pasada crisis del 2008 cuando incluso se habló profusamente del regreso de Marx.
Y, mucho más recientemente, con las gigantescas inversiones de capital público inyectadas fluidamente a las investigaciones que concluyeron con la creación y venta pública de las vacunas contra el Covid-19, tanto como del vacunado de la población, lejos, lejísimo, de la participación privada.
De manera que esta hibridación de Estado dentro de otro Estado de un mismo país cabe y es absolutamente saludable por no decir que de trivial uso en nuestras economías.
Entonces cabe interpretar la consigna de Petro hacer de Colombia una Potencia Mundial de la Vida que recoge la quintaesencia del Paro Nacional: fue capaz la gente de abordar masivamente la captura de la vida social comunitaria en medio de la más espantosa pandemia. ¡Por la vida!
Hemos pasado el Rubicón de las tendencias derrotadas de la derecha recalcitrante. Ahora lo que siguen son 200 años de vida democrática.
Si nos permitimos dos economías en una mismo Estado estamos del lado de la vida. Colombia puede interpretar ese significado aplicado a sus propias características. Europa en su lucha contra la inflación está abriendo el espacio para una percepción distinta que ella misma se está aplicando. De allá no podrían llovernos críticas a nuestra autonomía.
Finalmente, nótese que las incursiones del gobierno español de decisiones democrático burguesas son de temple provisional. No podrían ser de otra manera. De igual forma en Colombia también podrían realizarse incursiones piloto de Un País Dos Sistemas Económicos. Nos hemos ganado ese derecho. Debe ser la perspectiva detrás de la cual está la Nueva Historia de Colombia.
NOTA. El mencionado artículo “Cómo los países europeos están lidiando con el aumento de la inflación y los precios de la energía” de International Politics and Society es bastante extenso. Es muy posible que volvamos a escarbar en él.
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