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Por más salud y empleo



Ingeniémonos por un momento que tenemos 2 opciones para la comida de hoy.


Una primera: consumir una gaseosa, acompañada de 2 torrejas de salchichón y un pan blanco, lo cual constituye el tradicional “Sancocho de tienda”. Una segunda, que consiste en comernos un Mango (o una Guayaba), un vaso de agua de limón natural, medio Bollo de Mazorca (o una porción de Yuca o Ñame) y una torreja de queso costeño (o un huevo cocido).



Hagamos el mismo ejercicio con la lonchera para la merienda de nuestros hijos en el colegio.


En vez de escoger un Chocorramo, un “jugo” artificial y unas papitas fritas, con sabor a mayonesa, le empacamos un Guineo (o una Mandarina), con un vaso de Avena (o simplemente agua), una zanahoria y una arepa de maíz con queso criollo.


¡¡Increíblemente, salen más baratas las segundas opciones que las primeras…!!


Veamos que hay detrás de cada opción.


En la primera hay unas muy poderosas empresas privadas que suministran, de manera indiscriminada, en sus productos el azúcar, la sal y las grasas malas que crean adicción, generan obesidad y una salud deteriorada y provocan enfermedades que demandan un mayor gasto en tratamientos con dineros nuestros o del gobierno (que también son nuestros).


Por algo la ley 335 del 2009 (ley de la Obesidad) declara en su artículo 1 a: “…La obesidad como una enfermedad crónica de Salud Pública, la cual es causa directa de enfermedades cardiacas, circulatorias, colesterol alto, estrés, depresión, hipertensión, cáncer, diabetes, artritis, colon, entre otras, todos ellos aumentando considerablemente la tasa de mortalidad de los colombianos…”


Por su parte, a principios de este año el Ministerio de Salud, a través de la Dra. Elisa María Cadena Gaona, subdirectora de Salud Nutricional, Alimentos y Bebidas, advirtió: “Se observa que el sobrepeso y la obesidad se ha incrementado en los niños en etapa escolar, debido al aumento de los estilos de vida poco saludables y hábitos alimentarios inadecuados. Bajo este contexto, es importante brindar una alimentación saludable que sea completa, adecuada, balanceada, equilibrada, sostenible y suficiente, con el fin de aportar todos los nutrientes que el niño necesita para sus actividades diarias, esto permite, entre otras cosas, mejorar el rendimiento escolar.»


Justamente, la mala alimentación y la desnutrición en Colombia nos coloca hoy dentro del triste “Top 10” de los países con más fallecidos por la pandemia del Covid-19 en todo el mundo. Los expertos manifiestan que los alimentos saturados o ultra procesados que hemos consumido durante tantos años han afectado el equilibrio que debe guardar lo que llaman hoy la “Microbiota intestinal” (antes “Flora intestinal”) en donde nuestro organismo centra los mecanismos de defensa y protección de nuestro cuerpo.


En la segunda opción, más sana, no solo se genera una mucho mejor salud y bienestar y, por ende, menos enfermedades, sino que estimulamos la siembra, cosecha, transporte y comercialización de frutos, tubérculos, cereales y hortalizas, la cría de ganado para leche y de aves para huevos en nuestros campos. Es decir, se crean numerosos empleos y mano de obra que se requieren para todas estas actividades, recuperando al sector agropecuario y desarrollando a nuestros campesinos.



En ese sentido van las medidas por las que propenden la reciente “Ley Comida Chatarra” – con el tan luchado etiquetado preventivo de los productos con exceso de azúcar, sal y grasas – y las anunciadas por este gobierno con la nueva reforma tributaria


A pesar de los muy poderosos intereses económicos particulares que se están afectando, entendamos que es por nuestra salud y bienestar y por más empleo y desarrollo.


@vherreram

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