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Poder para matar



La anarquía como filosofía política, plantea que: "El poder corrompe, y mucho poder corrompe mucho". Si agregáramos la sentencia: "el poder ilegítimo es para dominar y el dominio para enriquecerse", deduciremos que: "el poder ilegítimo mata y, mucho poder ilegitimo mata mucho". Y si mata y, mata mucho, porque el poder es violento, entonces el poder hace enloquecer a quienes lo ostentan.


Desde su origen el animal humano codifica en su ADN la agresividad. Posteriormente, el poder de su agresividad fue interpretado desde el mito antropocéntrico, como mandato divino (rama cultural Judeo-Cristiana-Musulmana) que coloca al hombre como centro del universo. "Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra". (Génesis Capítulo 1:28). Nada más ilegítimo que ese mito.



Mito legitimado por Thomas Hobbes (1588-1679) y consolidado por John Locke (1632- 1704), creadores ambos del liberalismo. A partir de entonces se profundiza el desequilibrio mental del homo demens. El paradigma de la civilización occidental descansa en esa columna mítica e incólume, hasta ahora. El resultado: crisis civilizatoria: calentamiento global, cambio de los ciclos del agua, pestes, sequías, hambrunas. “Enfrentamos una crisis de civilización generalizada. Necesitamos desarrollar un nuevo paradigma de convivencia que sirva como pilar para construir una relación de mayor cuidado para con la Tierra y que inaugure un nuevo pacto social entre los pueblos orientado hacia el respeto y la preservación de todo lo que existe y tiene vida. Sólo a partir de una transformación en tal sentido podremos pensar en alternativas que signifiquen una nueva esperanza para la Tierra y la humanidad”. (Saber cuidar. Leonardo Boff).


Nada mejor para los mitómanos que creer su propia mentira. Es así. Para convencer a otros de una mentira, el mitómano debe creer en ella, primero que los “pobres cristianos” a los que va a engañar. Así la "mentira perfecta" queda entronizada. El poder fundado en la violencia que mata y roba sistemáticamente es ilegítimo.


El homo sapiens y el homo demens están enfrentados en una guerra titánica, el uno, por conservar el milagro vida, el eros, el otro, por volver posible el regreso a la nada inanimada, el tánatos. Pulsión de vida contra pulsión de muerte. En Colombia, fundada sobre los cimientos del paradigma occidental de la muerte, va ganando el homo demens.


Culturalmente somos hijos de ese mito. Todos se vanaglorian por tener poderes inmensos, medianos, pequeños, pequeñitos, en miniatura. Unos se creen el ombligo del mundo; otros amos de cualquier espacio físico, terruño, feudo, feudote o feudito. Hay todo tipo de ombligones mentales con hernia incluida. Reyes y reyezuelos. Príncipes y principitos, Señores y señoritos filipichines. He visto al vecino que humilla a sus amigos del barrio, de la infancia, porque ha llegado a ser "propietario" a crédito de un cacharrito de segunda mano.


Mucho poder ilegitimo en manos de un homo demens como “Varito”, lo corona padrino de los “paracos” y capo di tutti capi de los narcotraficantes, pese a su baja estatura mental. Gran poder ilegítimo en manos de Patraña o del Ave Cesar, además de enloquecer sus “retaguardias”, los transforma en peligrosas “viudas del poder” o los mortífagos de Harry Potter. ¡Da miedito! Inmenso poder ilegítimo en las pezuñas de un cerdo no tiene otra consecuencia distinta que la “demencia porcina” con tendencia a engordar su muy cultivado ego.



Tanto poder ilegítimo en manos de un imbécil como el "Peluca" Barboza es altamente peligroso para él mismo. Ese poder ilegítimo se está volviendo contra él, contra su enorme ego, su vanidad . Lo autodestruirá, lo hará caer y con él caerá el último pelo de su cabeza hueca hasta quedar totalmente calvo.


Cierto poder, pero ilegítimo al fin, en manos de algunos generales, coroneles y oficiales de otros rangos, en retiro forzoso o en la reserva. Militares de las tres fuerzas, enriquecidos ilícitamente al proteger negocios ilícitos, usando las armas del Estado para entrenar paramilitares y hacer con ellos operaciones conjuntas. Matando a millares de inocentes. Vendiendo o entregando armas a enemigos del Estado a quienes juraron combatir, termina por obnubilarlos y ponerlos ¡a discreción! de los políticos dementes que los usan como instrumentos ciegos en la insinuación de un golpe de Estado. Una pequeña parte del pie de fuerza de “Varito”, el malogrado general “Satrapeiro” y compañía, continúa arrodillada frente al altar del dinero sucio que empieza a esfumarse, situación que exacerba, aún más, su demencia rabiosa.

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