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Petro quiere darle un giro a la doctrina militar en Colombia

Por: Horacio Duque


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Sin necesidad de muchas leyes ni de ceremonias pomposas, el presidente Petro ha dado a conocer una trascendental medida en el manejo del Estado colombiano. Ha dicho que el gobierno popular del Pacto Histórico le está haciendo un cambio sustancial a la doctrina militar pentagonista y anticomunista que ha dado sustento y soporte intelectual y político al aparato militar y policial del régimen político dominante oligárquico en la sociedad colombiana. Este paso histórico se debe inscribir en el conjunto de reformas políticas, sociales y económicas que ha jalonado el presidente Petro a lo largo de los últimos 3 años en la actual etapa de transición hacia la paz y la justicia social.


En efecto, Petro ha manifestado lo siguiente:


“Hemos logrado algo fundamental en la moral de las tropas y la fuerza pública en general:


Que el pueblo quiera a sus soldados y policías.



Esto se había deteriorado por el inmenso ritmo de violación de derechos humanos a los que fueron conducidos.


Cambiamos la doctrina real. No hay enemigo interno: hay conflictos que los gobiernos y la sociedad deben resolver.


  • La base de la fuerza pública sebe ser tratada con respeto y dignidad para que traten al pueblo en su dignidad.

  • La misión fundamental de la fuerza pública es cuidar los derechos, deberes y libertades fundamentales de todo el pueblo sin excepción y cuidar con más atención del más débil.

  • La fuerza pública es heredera del ejército libertador y por tanto, no debe levantar sus armas contra el pueblo.


Hemos logrado sacar, hasta donde hemos podido, malos elementos y articulaciones que no se deben producir con el crimen”


Hay, entonces, un viraje en la doctrina militar contrainsurgente y anticomunista de las Fuerzas Armadas colombianas, montada por los generales gringos en esa institución desde los años 50, misma que sirvió de base al prolongado conflicto social y armado y a la guerra civil que por 70 años ha golpeado con violencia a millones de seres humanos de los cuales murieron más de 700 mil seres humanos.


Con esa doctrina se montaron los grupos paramilitares uribistas como una expresión del poder de los militares fascistas que han dirigido a los soldados y policías.


Con esa doctrina se dio la más aberrante violación de los derechos humanos, la ejecución de los “falsos positivos” por parte del gobierno de Uribe Vélez, el despojo de cerca de 10 millones de hectáreas y el desplazamiento de igual número de campesinos.


Es esa doctrina la que aún hoy se utiliza para formar decenas de militares que dejan sus servicios, después de recibir el apoyo del Estado en brigadas, batallones y escuelas, para ir a asesinar presidente como ocurrió en Haití; para trabajar como mercenarios en Ucrania; para ejercer como sicarios en México al servicio de los carteles de la droga.



Vendrán nuevas acciones, luego del pronunciamiento de Petro, para depurar decenas de oficiales encuadrados en la contrainsurgencia anticomunista; para reorganizar los programas de educación de oficiales, suboficiales y soldados; para construir una nueva relación entre soldados y civiles; para nuevas misionalidades de las Fuerzas Armadas con el fin de que se enfoquen en la protección de la soberanía nacional, en el desarrollo económico, en la construcción de infraestructuras y en la defensa de los derechos humanos fundamentales de la población como el derecho a la vida, a las libertades democráticas y a la justicia social.


Esperemos que pronto esa nefasta doctrina anticomunista de la violencia sea cosa del pasado y podamos presenciar un nuevo soldado emblemático de la Colombia con justicia social, económica, étnica y ambiental.

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