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¿Persecución mediática o crítica legítima?

Por: José Luis Avella Romero.


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Desde su llegada a la presidencia de Colombia en agosto de 2022, Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en la historia reciente del país, ha enfrentado una relación tensa con algunos medios de comunicación. Mientras ciertos sectores lo acusan de ser objeto de una "persecución mediática", otros argumentan que las críticas son parte del escrutinio natural a un gobierno con propuestas ambiciosas y polarizantes. Este artículo busca cuestionar la narrativa de persecución mediática, analizar el contexto de estas tensiones y destacar los logros significativos del gobierno de Petro, que a menudo pasan desapercibidos en medio del ruido mediático.


La narrativa de la persecución mediática


El presidente Petro y sus seguidores han señalado en repetidas ocasiones que algunos medios de comunicación, especialmente los tradicionales como Caracol, RCN y Semana, promueven una narrativa sesgada que busca deslegitimar su gestión. Según Petro, estos medios están controlados por élites económicas que se oponen a su agenda de cambio social, que incluye reformas estructurales en salud, trabajo, educación y medio ambiente. En febrero de 2025, el mandatario afirmó en su cuenta de X que "la hostilidad generalizada de los medios de comunicación contra mi gobierno [...] tiene que ver con que los medios cayeron en poder de los hombres más ricos de Colombia". Esta declaración refleja una percepción de que los grandes conglomerados mediáticos actúan como instrumentos de intereses económicos opuestos a su modelo de transición post-neoliberal.



Organizaciones como la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y Reporteros Sin Fronteras (RSF) han expresado preocupación por el tono del discurso presidencial, que en ocasiones ha calificado a periodistas como "canallas" o ha acusado a medios de practicar un "periodismo del Mossad". Estas declaraciones, según la FLIP, pueden alimentar un ambiente de estigmatización que pone en riesgo a los periodistas, especialmente en un país donde la violencia contra la prensa sigue siendo una realidad. Sin embargo, desde la perspectiva de Petro y sus simpatizantes, estas críticas no son ataques a la libertad de prensa, sino una defensa frente a lo que perciben como una campaña sistemática para desacreditarlo. Por ejemplo, un usuario de X afirmó: "Petro destapó la parapolítica y lo persiguieron, ahora como presidente ha destapado tremendos escándalos de corrupción [...] y la prensa tradicional lo ataca. Quieren ocultar la VERDAD"


Es importante cuestionar si esta percepción de persecución es fundamentada o si, por el contrario, los medios están cumpliendo su rol de fiscalizar al poder. La prensa colombiana ha destapado escándalos relevantes durante el gobierno de Petro, como las acusaciones de financiación irregular en su campaña presidencial de 2022. No obstante, el énfasis en estos temas, junto con la amplificación de narrativas sobre inseguridad o el estancamiento de ciertas reformas, puede generar la impresión de un sesgo desproporcionado, especialmente cuando los logros del gobierno reciben menos cobertura.


Logros destacados del gobierno de Petro


A pesar de las críticas, el gobierno de Petro ha registrado avances significativos en áreas clave, muchos de los cuales han sido opacados por el debate mediático. A continuación, se destacan algunos de los logros más relevantes:


Reducción de la pobreza y la desigualdad: Entre 2022 y 2023, el gobierno de Petro logró sacar a 1.6 millones de colombianos de la pobreza monetaria y a 1.1 millones de la pobreza extrema, según datos oficiales. Estas cifras, equivalentes a la población de ciudades como Barranquilla o Cartagena, reflejan el impacto de políticas sociales enfocadas en la justicia social y la reducción de la desigualdad, uno de los pilares de su campaña.


Reforma agraria: Bajo el liderazgo de las ministras Jhenifer Mojica y Martha Carvajalino, el gobierno reactivó el Sistema Nacional de Reforma Agraria (SINRADR) en 2023, adquiriendo 448,544 hectáreas de tierra, de las cuales 186,116 fueron obtenidas en 2024. Además, se crearon 13 nuevas Zonas de Reserva Campesina, beneficiando a comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas. Estas acciones buscan cumplir con una deuda histórica en un país donde la concentración de la tierra ha sido un motor del conflicto armado.



Lucha contra la deforestación: El gobierno de Petro ha logrado un hito histórico en la reducción de la deforestación, con programas como Conservar Paga, que triplicó los incentivos para comunidades que protegen los bosques. Este enfoque ambientalista, destacado en la preparación para la cumbre de Naciones Unidas sobre biodiversidad de 2024, posiciona a Colombia como líder regional en la lucha contra la crisis climática.


Diplomacia en la crisis venezolana: Petro ha jugado un rol clave como mediador en la crisis política de Venezuela, manteniendo canales de comunicación con el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición liderada por María Corina Machado. Su liderazgo en un bloque regional junto a México y Brasil, exigiendo una verificación imparcial de las elecciones venezolanas, ha fortalecido la posición de Colombia en la diplomacia latinoamericana.


Avances en seguridad: Aunque la política de "Paz Total" ha enfrentado críticas por la falta de resultados concretos con algunos grupos armados, el gobierno reportó una reducción del 60% en asesinatos de policías y del 55% en militares, así como una disminución del 6% en homicidios generales en su primer año. Además, operaciones contra el Clan del Golfo han resultado en la captura de más de 200 miembros y la neutralización de 15, mostrando un giro hacia una política de seguridad más activa.


¿Sesgo mediático o falta de comunicación efectiva?


El debate sobre la supuesta persecución mediática no puede ignorar el contexto de polarización política en Colombia. Petro asumió el poder en un momento de crisis económica, aumento de la inseguridad y alta desconfianza en las instituciones, lo que ha amplificado el escrutinio sobre su gestión. Sin embargo, la constante confrontación del presidente con los medios, incluyendo acusaciones directas a periodistas y la FLIP, puede haber contribuido a escalar las tensiones. Por ejemplo, el señalamiento de Petro a María Jimena Duzán y Vicky Dávila como practicantes de un "periodismo del Mossad" generó amenazas contra la primera y críticas de la FLIP por estigmatización.


Por otro lado, algunos analistas sugieren que el gobierno de Petro podría mejorar su estrategia de comunicación para contrarrestar las narrativas negativas. La percepción de censura, como la denunciada por Petro en relación con la transmisión de sus Consejos de Ministros, podría mitigarse con una comunicación más transparente y menos confrontacional. Además, el énfasis en redes sociales como X para defender su gestión, aunque efectivo para movilizar a su base, no siempre logra contrarrestar la cobertura de los medios tradicionales, que siguen teniendo un peso significativo en la opinión pública.



Conclusión


La relación entre Gustavo Petro y los medios de comunicación es un reflejo de la polarización que atraviesa Colombia. Si bien es cierto que algunos medios han destacado aspectos negativos de su gestión, como los escándalos de financiación de campaña o los retos de la "Paz Total", también es innegable que el gobierno ha logrado avances significativos en la reducción de la pobreza, la reforma agraria, la protección ambiental y la diplomacia regional. Cuestionar la narrativa de una persecución mediática no implica deslegitimar el rol crítico de la prensa, sino abogar por un equilibrio que reconozca tanto los errores como los aciertos de un gobierno que busca transformar un país con profundas desigualdades.


La prensa, como pilar de la democracia, debe seguir fiscalizando al poder, pero también tiene la responsabilidad de informar con objetividad, sin amplificar narrativas que puedan alimentar la polarización. Por su parte, el gobierno de Petro debe priorizar una comunicación estratégica que resalte sus logros y fomente el diálogo, en lugar de confrontaciones que perpetúan la percepción de una guerra mediática. Solo así, Colombia podrá avanzar hacia un debate público más constructivo, donde los logros y los retos se discutan con la profundidad que merecen.

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