Por: Cris Reyes
Me habla entre los sorbos de su única cerveza. La expresión de su cara va saltando entre la tristeza, la angustia y la decepción, según habla. Y habla mucho. Las palabras brotan de su boca a borbotones, de tal manera que, aún sin los años de amistad que nos unen, puedo ver que lleva algún tiempo con todos esos pensamientos atragantados. Es difícil estar presente y no sentir empatía, no conectar con su sensación de incertidumbre, de frustración. Por ello, sin consultarle, decido meterme en su piel, hablar con su voz y hacer de su mirada personal una ventana para el público, sabiendo que no hay verdades absolutas, mucho menos donde no hay información clara para los involucrados.
Nos vendieron un sueño: una gran empresa social del Estado de alto nivel para el Atlántico. Hasta el Ministerio de Salud compró ese sueño, que se construiría con los ladrillos físicos y laborales de cuatro hospitales departamentales que fueron liquidados y sus infraestructuras y personal fueron transferidos a esa nueva Entidad. Fue así como, a finales de 2021, las instalaciones y los funcionarios de la ESE Hospital Niño Jesús de Barranquilla, el Hospital Universitario ESE CARI (Barranquilla), el Hospital Juan Domínguez Romero de Soledad ESE y la ESE Hospital Departamental de Sabanalarga pasaron a la recién creada Empresa Social Universitaria del Atlántico, conocida comercialmente como ESE UNA.
La fundamentación para este movimiento fueron los problemas económicos que atravesaban esos antiguos hospitales (cada uno con un estado de gravedad distinto en diferentes frentes) y la necesidad del departamento de contar con una red de salud pública. Entonces, con recursos aportados tanto por el nivel nacional como por el departamental se puso en marcha la normalización de acreencias y se dio inicio al proyecto.
A decir verdad, no todos han sido capaces de verse en ese sueño. Algunos, que ya tienen edad y tiempo laborado suficiente para pensionarse de inmediato, aspiraban a recibir una cuantiosa indemnización por el retiro de sus entidades de origen y les decepciona que en vez de eso puedan seguir trabajando hasta la edad de retiro forzoso. Unos pocos continúan en negación, impulsando la idea de que cada sede debería volver a ser una ESE por separado y que así les irá mejor. Incluso, siguen llamando sus sedes con los nombres de los antiguos hospitales. Pero otros creemos que en la ESE UNA hay un futuro mejor a nivel laboral y personal.
Un futuro cada vez más difícil de visualizar, a decir verdad. Una era de terror psicológico ha comenzado para los funcionarios y funcionarias de la ESE UNA. El nuevo gobernador, un hombre de talante liberal, reconocido por sus posturas a favor de la descentralización de las regiones, muy especialmente de la región Caribe, no quiere el proyecto. Le parece todo lo contrario a como sus principios dictan que debe organizarse la salud del departamento. Y, para colmo de males, el gerente que ganó el proceso de selección no es de los suyos. Se supone que el gobernador debe preocuparse porque crezca sana y bien para garantizar que cumpla el objetivo para el que nació, todo en pro del bienestar de los atlanticenses. Pero, en su lugar, trata a la Entidad como una hija ajena que le impusieron por la fuerza. Y eso genera miedo. ¿Liquidarán la Entidad?, ¿La dejarán asfixiarse en deudas hasta morir?, ¿Separarán cada sede para cumplir las promesas del gobernador a sus electores en Sabanalarga y Soledad?, ¿Qué lo impulsa a desentenderse de la situación económica de la ESE UNA y no hacer gestiones para el aporte del capital semilla que resta? Aparte de mantener en su cargo directivo a una gran amiga suya, contra quien ya hay varias denuncias por acoso laboral, ¿no ejercerá ningún tipo de control real sobre la gestión gerencial?
Y lo más angustiante de todo: ¿Ninguno de todos los entes de control y entidades de la rama ejecutiva que han visitado y deberían estar vigilando a esta Entidad ha notado lo que está pasando? ¿O simplemente les da igual? ¿Qué pasará con las personas que trabajamos aquí?
Cosas como la tercerización de sus servicios más rentables a unos “aliados”, la destinación de recursos para la habilitación de servicios que nunca abren y la centralización de servicios básicos para la atención, han terminado por convertir una naciente Empresa Social del Estado, en un hospital más sujeto a saneamiento fiscal. Hay quien dice que cada administración que llega encuentra una manera más elaborada y efectiva de exprimir el presupuesto de esta Entidad. Es como si fuéramos un árbol del que se cosechan sus frutos cada temporada; pero, al mismo tiempo, se le van cortando las raíces, debilitándolo poco a poco hasta que ya no pueda florecer... ni sostenerse.
Y lo más irónico es que se señalan los unos a los otros, como si todos no tuvieran algún
nivel de responsabilidad.
Para agregar otra complicación, la empresa prestadora del servicio de energía Air-e viene reclamando que la ESE Universitaria del Atlántico le debe miles de millones de pesos en facturación. Y suma a esa deuda la de los antiguos hospitales departamentales. Pero, ¿cómo?, ¿Acaso la electrificadora no se hizo parte en la liquidación de esos hospitales?, ¿Qué pasó entonces? Si, por algún motivo, todo el dinero que se destinó al pago de acreencias no alcanzó, ¿por qué la ESE UNA debe asumir lo faltante? Y, de nuevo, la misma duda: ¿A nadie le importa?
En el Gobierno del cambio, que como prioridad de su Ministerio de Salud y Superintendencia Nacional de Salud, debería procurar la protección de las instituciones prestadoras de salud del sector público, se encuentra en riesgo mortal una casi recién nacida empresa social del Estado. Una que ya no será del “Atlántico para el mundo”. Está en peligro de extinción para beneplácito de varios y frente a la indiferencia de otros. Somos UNA, pero tal vez no por mucho. Me pregunto si acaso, como Entidad, solo nacimos para morir.
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