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Lo que la evolución animal puede enseñarle a la medicina



La evolución ha ayudado a muchas especies del reino animal a adaptarse para superar o resistir una serie de problemas de salud que la ciencia médica intenta resolver en los humanos.



La jirafa, por ejemplo, tiene un gen que protege al corazón de los daños causados por una presión sanguínea lo bastante alta como para arruinar el corazón humano. Los elefantes poseen múltiples copias de un gen, común en los mamíferos, que los hace muy resistentes al cáncer. Y las ratas topo lampiñas parecen casi inmunes al deterioro físico progresivo que acompaña a la vejez.


Ahora, el equipo internacional de la Dra. Barbara Natterson-Horowitz, cardióloga y bióloga evolutiva de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) en Estados Unidos, hace un llamamiento a la comunidad científica para que se comience a trabajar sistemáticamente en un nuevo campo al que ella y sus colegas se refieren como “medicina evolutiva” y que se centra en usar para aplicaciones médicas el conocimiento sobre la evolución animal.


Estudiar rasgos como los comentados de la jirafa, el elefante y la rata topo lampiña puede ayudar a conocer mejor los orígenes de las enfermedades humanas y a encontrar curas para enfermedades que parecen intratables.



El equipo de Natterson-Horowitz ha trazado también las primeras pautas para la labor de investigación en este campo.


Todo apunta a que existen innumerables mecanismos de resistencia a enfermedades entre la vasta diversidad de la vida en la Tierra. Teniendo esto en cuenta, los autores del estudio consideran necesario buscar sistemáticamente esos mecanismos, descubrir sus bases fisiológicas y utilizar esos hallazgos como fundamento de nuevos tratamientos clínicos y de una mejor política de salud pública. NCYT

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