Por: José Arias A.
En comunicado oficial del 3 de este mes, el presidente Gustavo Petro expresó que “durante seis días, el Gobierno se trasladó en pleno al departamento de La Guajira para realizar, junto con autoridades locales y líderes de las comunidades, la gran jornada que se desplegó en Riohacha, Uribia, Nazareth, Albania, Manaure, San Juan del Cesar y Maicao.
Como resultado de esta estrategia, se establecieron compromisos concretos y se hicieron anuncios importantes para enfrentar la crisis humanitaria que se registra en La Guajira desde hace varios años (Sentencia T-302), así como para prevenir y mitigar los posibles efectos de la crisis climática en este departamento”.
Es importante exaltar que esta jornada le ha permitido a la opinión pública conocer más de cerca la profunda crisis humanitaria de este departamento, víctima del saqueo al que ha sido sometido por muchos de sus dirigentes, además de una sobreexplotación de sus recursos naturales.
En La Guajira, al mismo tiempo que se extraen petróleo, gas natural, carbón y minerales, mueren a diario las personas por desnutrición y enfermedades asociadas a la carencia de agua potable. Ahora las multinacionales, aprovechando la necesidad de una transición energética mundial, se apoderan de extensos territorios para el desarrollo de energía eólica, cuyas mayores utilidades irán a parar a sus bolsillos, incluso desarraigando a la población indígena.
“El presidente Petro declaró la Emergencia Económica, Social y Ecológica para La Guajira, cuyo eje central es el uso prioritario del agua para consumo humano.
El decreto general y los restantes contendrán medidas en materia de agua potable, salud, nutrición, educación, energía, conectividad, transporte, turismo, comercio, agricultura y seguridad alimentaria, entre otros”, anunció igualmente la Casa de Nariño.
Tanto los habitantes de La Guajira, como en general los colombianos, esperan que el presidente acierte en las determinaciones, pero que además su ejecución no vaya a quedar embolatada en la capacidad y transparencia de la fronda burocracia que lo rodea. Las soluciones a los graves problemas de tan importante departamento no dan espera.
Lo grave es que, así como los habitantes de La Guajira, se encuentran más de la mitad de todos los colombianos, producto de más de tres décadas de neoliberalismo, que solo ha dejado arrasamiento del aparato productivo nacional, un desempleo estructural en donde prevalece la informalidad, el trabajo por cuenta propia y el rebusque, con una sociedad cercada por criminales de todo tipo, que ejercen una violencia incontrolada.
El resto de departamentos de la Costa Caribe, Chocó y varios municipios de Nariño –o sea, la Costa Pacífica– y los departamentos de Vaupés, Guaviare, Guainía, Putumayo, Amazonas, y con menos rigor Arauca, padecen los rigores de una pobreza generalizada.
Debido a que el Plan Nacional de Desarrollo del presidente Petro contiene las mismas políticas recetadas y aplaudidas por el FMI, el Banco Mundial y la OCDE, que se resumen en los Tratados de Libre Comercio, especialmente los firmados con EEUU y la Unión Europea, los análisis indican que los subsidios no resolverán la profunda crisis del país. ¡Hoy Colombia es una verdadera Guajira!
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