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El apartheid israelí contra la población palestina



En mayo de 2021, un grupo de familias palestinas de Sheikh Jarrah, un barrio de la Jerusalén Oriental ocupada, comenzó a protestar contra el plan de Israel de desalojarlas de sus viviendas para hacer sitio a los colonos judíos. Muchas de las familias son personas refugiadas que se establecieron en Sheikh Jarrah tras ser objeto de desplazamiento forzado en torno a la época en que se creó el Estado de Israel en 1948. Desde que Israel ocupó Jerusalén Oriental y el resto de Cisjordania en 1967, la población palestina de Sheikh Jarrah es blanco continuo de las autoridades israelíes, que usan leyes discriminatorias para desposeer sistemáticamente a la población palestina de sus tierras y casas para beneficiar a la población israelí judía.



Ante las manifestaciones en Sheikh Jarrah, miles de palestinos y palestinas de Israel y los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) organizaron protestas a su vez en apoyo de estas familias y contra su experiencia común de fragmentación, desposesión y segregación a las que las autoridades israelíes respondieron con el uso de fuerza excesiva y de medios letales que causaron heridas, arrestos y detenciones de miles de personas.


Los sucesos de mayo de 2021 fueron representativos de la opresión que sufre la población palestina cada día desde hace décadas. La discriminación, la desposesión, la represión de la disidencia, los homicidios y lesiones son parte de un sistema concebido para privilegiar a la población israelí judía a expensas de la palestina.


Esto es apartheid


El apartheid es una violación del derecho internacional público, una violación grave de derechos humanos protegidos internacionalmente y un crimen de lesa humanidad en virtud del derecho penal internacional.


El término “apartheid” se usó originalmente para referirse al sistema político de Sudáfrica que imponía expresamente la segregación racial y la dominación y opresión de un grupo racial por otro. Posteriormente, la comunidad internacional lo ha adoptado para condenar y criminalizar este tipo de sistemas y prácticas con independencia del lugar donde existan.


El crimen de lesa humanidad de apartheid, según la Convención contra el Apartheid, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y el derecho internacional consuetudinario, se comete cuando se perpetra cualquier acto cruel o inhumano (en esencia, una violación grave de derechos humanos) en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre otro con la intención de mantener dicho sistema.


La mejor forma de entender el apartheid es verlo como un sistema de trato discriminatorio prolongado y cruel de un grupo racial a los miembros de otro con la intención de controlar al segundo.




El sistema israelí de presión y dominación de la población palestina


Desde su creación en 1.948, los sucesivos gobiernos de Israel han creado y mantenido un sistema de leyes, políticas y prácticas concebidas para oprimir y dominar a la población palestina. Este sistema se manifiesta de diferentes formas en las diferentes zonas en las que Israel ejerce el control sobre los derechos de la población palestina, pero la intención es siempre la misma: privilegiar a la población israelí judía a expensas de la palestina.


Las autoridades israelíes hacen esto por medio de cuatro estrategias principales:


Fragmentación en dominios de control:


Parte esencial del sistema es mantener a la población palestina separada entre sí en diferentes dominios territoriales, jurídicos y administrativos.


Desposesión de tierras y propiedades:


Décadas de confiscación discriminatoria de tierras y propiedades, demoliciones de viviendas y desalojos forzosos.


Segregación y control:


Un sistema de leyes y políticas que mantienen a la población palestina en enclaves, sometida a varias medidas que controlan su vida y segregada de la población israelí judía.


Privación de derechos económicos y sociales:


El empobrecimiento deliberado de la población palestina que la mantiene en gran desventaja respecto de la israelí judía.


Israel oprime y domina a la población palestina

Soldados israelíes detienen a un manifestante palestino durante una manifestación contra la expansión de los asentamientos israelíes en el pueblo de Jbara, en la Cisjordania ocupada, el 1 de septiembre de 2020. © JAAFAR ASHTIYEH/AFP vía Getty Images



“Israel no es un Estado de toda su ciudadanía [...] [sino] el Estado nación del pueblo judío y únicamente de éste”

Mensaje publicado en Internet en marzo de 2019 por el entonces primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu




Fragmentación en dominios de control


Durante la creación de Israel como Estado judío en 1.948, Israel expulsó a cientos de miles de personas palestinas y destruyó cientos de pueblos palestinos en lo que constituyó una limpieza étnica.


Desde entonces, los sucesivos gobiernos han ideado leyes y políticas para garantizar la fragmentación continua de la población palestina. Ésta vive confinada en enclaves en Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza, y en las comunidades refugiadas, donde es sometida a diferentes regímenes jurídicos y administrativos. Esto tiene el efecto de debilitar los lazos familiares, sociales y políticos entre comunidades palestinas y de reprimir la disidencia constante contra el sistema de apartheid; también contribuye a maximizar el control israelí judío sobre la tierra y a mantener una mayoría demográfica judía.


Millones de personas palestinas permanecen desplazadas como refugiadas y continúan aisladas físicamente de las que residen en Israel y los TPO merced a la negación continua por parte de Israel de su derecho a volver a sus casas, pueblos y localidades.



Desposesión de tierras y propiedades


Desde 1948, Israel ha hecho confiscaciones masivas y crueles de tierras para desposeer a la población palestina de sus tierras y casas.


Aunque la población palestina en Israel y los TPO está sometida a regímenes jurídicos y administrativos diferentes, Israel usa medidas de expropiación de tierras similares en todas las zonas. Por ejemplo, desde 1.948, Israel ha expropiado tierras en zonas de importancia estratégica que incluyen poblaciones palestinas significativas como Galilea y el Néguev/Naqab, y ha usado medidas similares en los TPO tras la ocupación militar por Israel en 1.967.


Para maximizar el control israelí judío sobre la tierra y reducir al mínimo la presencia palestina, la población palestina está confinada en enclaves separados y densamente poblados. Mientras tanto, las políticas israelíes permiten la asignación discriminatoria de tierras estatales para ser utilizadas casi exclusivamente para beneficiar a personas israelíes judías tanto dentro de Israel como en los TPO.


Segregación y control


Los sucesivos gobiernos israelíes persiguen la estrategia de establecer la dominación a través de leyes y políticas discriminatorias que segregan a la población palestina en enclaves basándose en su condición jurídica y su estatuto de residencia.


Israel niega a su ciudadanía palestina sus derechos a la igualdad en la nacionalidad y la condición jurídica, mientras que la población palestina en los TPO sufre graves restricciones a la libertad de circulación. Israel también limita los derechos de la población palestina a la agrupación familiar de un modo muy discriminatorio: por ejemplo, las personas palestinas de los TPO no pueden obtener la residencia ni la ciudadanía mediante el matrimonio, algo que sí está alcance de las personas israelíes judías.


Israel impone asimismo limitaciones severas a los derechos civiles y políticos de la población palestina a fin de reprimir la disidencia y mantener el sistema de opresión y dominación. Por ejemplo, millones de personas palestinas de Cisjordania siguen estando sometidas al régimen militar israelí y a las draconianas órdenes militares adoptadas a partir de 1.967.



Privación de derechos económicos y sociales


Estas medidas han dejado a la población palestina marginada, empobrecida y económicamente desfavorecida en Israel y los TPO.


Las décadas de asignación discriminatoria de recursos por las autoridades israelíes en beneficio de la ciudadanía israelí judía en Israel y de los colonos israelíes en los TPO agravan las desigualdades. Por ejemplo, millones de personas palestinas dentro de Israel y Jerusalén Oriental viven en zonas densamente pobladas que, en general, están subdesarrolladas y carecen de servicios esenciales como recogida de basuras, electricidad, transporte público e infraestructura para el agua y el saneamiento.


Las personas palestinas que viven en todas las zonas bajo control de Israel tienen menos oportunidades para ganarse el sustento y participar en actividades empresariales que las personas israelíes judías. Experimentan limitaciones discriminatorias en el acceso a, y el uso de, las tierras de cultivo, el agua, el gas y el petróleo, entre otros recursos naturales, así como restricciones a la provisión de servicios de salud, educación y otros servicios básicos.


Además, las autoridades israelíes se han apropiado de la inmensa mayoría de los recursos naturales de la población palestina en los TPO para beneficio económico de la ciudadanía judía en Israel y en los asentamientos ilegales.


Negación de una vivienda: demoliciones y desalojos forzosos


La población palestina está sometida sistemáticamente a demoliciones de viviendas y desalojos forzosos, y vive con el temor constante de perder su casa. Hace más de 73 años que Israel somete a desplazamiento forzado a comunidades palestinas enteras. Se han demolido cientos de miles de viviendas palestinas, lo que ha causado terribles traumas y sufrimientos. Hay más de seis millones de personas palestinas refugiadas que, en su inmensa mayoría, viven en campos de refugiados, algunos de ellos fuera de Israel y los TPO. En los TPO hay alrededor de 100.000 personas palestinas y otras 68.000 dentro de Israel en riesgo inminente de perder su casa, muchas de ellas por segunda o tercera vez.


La población palestina está atrapada en un círculo vicioso: Israel les exige la obtención de un permiso para construir o erigir siquiera una estructura como una tienda, pero —a diferencia de lo que ocurre con los solicitantes israelíes judíos— rara vez se lo concede. Muchas personas palestinas se ven obligadas a construir sin permiso. Israel derriba las viviendas palestinas porque han sido construidas “ilegalmente”. Israel usa estas políticas discriminatorias de planificación urbana y zonificación para crear unas condiciones de vida insoportables y obligar a la población palestina a abandonar sus casas y permitir la expansión de los asentamientos judíos.



Amor fragmentado: separación de familias palestinas


Israel ha promulgado leyes y políticas discriminatorias que alteran la vida familiar de la población palestina. Desde 2002, Israel aplica la política de prohibir a la población palestina de Cisjordania y Gaza la obtención de una condición jurídica en Israel o en Jerusalén Oriental mediante el matrimonio, lo que impide la agrupación familiar.


Israel usa desde hace tiempo leyes y políticas discriminatorias para separar a las personas palestinas de sus familias. Por ejemplo, las personas palestinas de Cisjordania y Gaza no pueden obtener una condición jurídica en Israel o en la Jerusalén Oriental ocupada a través del matrimonio, lo que niega sus derechos a la agrupación familiar. Esta política obliga a miles de personas palestinas a vivir separadas de sus seres queridos; otras tienen que irse a otros países o vivir con el temor constante de ser detenidas, expulsadas o deportadas.


Estas medidas están dirigidas expresamente a la población palestina, no a la israelí judía, y se basan principalmente en consideraciones de orden demográfico que tienen como objetivo reducir al mínimo la presencia palestina dentro de Israel y los TPO.


Bajo asedio


Desde hace 14 años, más de dos millones de personas palestinas de la Franja de Gaza viven bajo un bloqueo ilegal de Israel. Junto con cuatro importantes ofensivas militares, el bloqueo ha tenido consecuencias catastróficas para la población de Gaza.


El bloqueo es una forma de castigo colectivo. Obliga a la población de Gaza —integrada en su mayoría por personas refugiadas o sus descendientes que huyeron en 1.948— a vivir en condiciones cada vez más difíciles. Hay una grave escasez de viviendas, agua apta para el consumo, electricidad, medicamentos esenciales y atención médica, alimentos, material educativo y materiales de construcción. En 2020, Gaza tenía la tasa de desempleo más alta del mundo, y más de la mitad de su población vivía por debajo del umbral de la pobreza.


El 30 de marzo de 2018, la población palestina de Gaza lanzó la Gran Marcha del Retorno, una serie de manifestaciones masivas semanales junto a la valla que separa Gaza de Israel.


Exigían su derecho a retornar a sus pueblos y localidades en lo que ahora es Israel, así como el fin del bloqueo de Gaza por Israel. La respuesta fue brutal: al terminar 2019, las fuerzas israelíes habían matado a 214 civiles, incluidos 46 menores, y causado heridas a más de 8.000 con munición real. De éstas, hubo que practicarles amputaciones a un total de 156. Más de 1.200 pacientes necesitaron durante largo tiempo atención terapéutica y de rehabilitación compleja y costosa, y decenas de miles de personas más necesitaron ayuda psicosocial; ninguno de estos servicios es fácil de encontrar en Gaza.


El bloqueo impide el acceso de la población palestina a atención médica adecuada y, en concreto, a tratamientos médicos que salvan vidas y de urgencia que sólo están disponibles fuera de Gaza. Las autoridades israelíes suelen retrasar la concesión de estos permisos y a veces no los dan.



Constantes de actuación criminales


Hace décadas que Israel comete sistemáticamente violaciones graves de derechos humanos contra la población palestina. Amnistía Internacional y otras organizaciones han documentado a fondo violaciones como traslados forzosos, detención administrativa, tortura, homicidios ilegítimos y lesiones graves, y la negación de derechos y libertades fundamentales. Es evidente que el sistema de apartheid israelí se mantiene gracias a estos abusos, que se perpetran con casi total impunidad.


Forman parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población palestina que se lleva a cabo en el contexto del régimen institucionalizado israelí de opresión y dominación sistemáticas de la población palestina y, por tanto, constituyen crímenes de lesa humanidad de apartheid.



Desmantelar el sistema


Las autoridades israelíes llevan demasiado tiempo gozando de impunidad. La inacción internacional a la hora de exigir cuentas a Israel significa que la población palestina sigue sufriendo todos los días. Es hora de denunciar, de solidarizarnos con la población palestina y decirle a Israel que no vamos a tolerar el apartheid.


La población palestina lleva décadas exigiendo el fin de la opresión en la que vive. Con demasiada frecuencia, paga un precio terrible por defender sus derechos y lleva tiempo pidiendo ayuda al resto del mundo. AMNISTÍA INTERNACIONAL

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