La justicia restaurativa a la que hizo alusión el ministro de Justicia, Néstor Osuna, está basada en que la persona que cometa ciertos delitos que son considerados como menores no vayan a la cárcel, sino que pasen por un proceso de reconciliación judicial.
En un país como Colombia, acostumbrado a una tradición punitiva para todo tipo de delitos, el concepto es de difícil aceptación y, por eso, se generó debate cuando el funcionario puso como ejemplo que si un ladrón devuelve el celular debe haber otro tipo de proceso, que no implique cárcel, para que se repare a la víctima.
Lo que se busca con este tipo de medidas, además, es que se dé una transición de descongestión carcelaria y judicial, y que el país reconozca que sí hay otras formas de tratar la delincuencia.
“Tenemos que pensar en un sistema penal que tenga como centro a la víctima. ¿De qué le sirve a una persona a la que le han robado el celular que una persona pase una temporada en la cárcel?, ¿no le serviría más que le restituyera su celular y que le indemnizaran el daño que le causaron?, ¿no le serviría más que pudiéramos ensayar un reencuentro, esto no es fácil, pero es posible, entre el agresor y la víctima?”, aseguró en el Congreso el ministro Osuna esta semana.
Y en sí es eso, que las personas que cometan ciertos delitos pasen por otras formas de pago de sus sentencias. En todo caso, los delitos y las formas en que se abordarán esas penas distintas harán parte de un proyecto de ley que aún se está diseñando.
En todo caso ya hay algunas voces que la apoyan. Una de ellas es la del senador Humberto de la Calle, quien aseguró que “la propuesta del Ministro de Justicia en torno a la justicia restaurativa es razonable. Pero el ejemplo de robo celulares es desafortunado, porque la sociedad lo percibe como una plaga armada con muertos a bordo. Mejores ejemplos: cheques chimbos, inasistencia familiar, pequeñas estafas. Bienvenida discusión”. COLPRENSA
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