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Viruela del mono: ¿cuál es la realidad de la situación?



El brote global de viruela símica, más conocida como la viruela del mono, ha causado 1.260 contagios en Colombia, con una tasa de contagio y mortalidad muy baja en comparación con otros virus como el COVID-19, por lo que el Gobierno Nacional y expertos entregaron un parte de tranquilidad a la ciudadanía.


Desde hace seis meses, cuando inició el nuevo brote a nivel mundial, se dijo que este virus no tenía ninguna relación con el COVID, en términos de velocidad de contagio, ni mucho menos de letalidad.



Pero, hace dos semanas, un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó a Colombia como uno de los diez países más afectados por el brote y algunas organizaciones sociales expresaron su preocupación por el aumento de casos en sectores de la población que tienen más prácticas de riesgo, como los hombres homosexuales o con múltiples parejas sexuales.


Esto conllevó a que la ministra de Salud, Carolina Corcho, emitiera un diagnóstico de la actual situación en el país. “Debo dar parte de tranquilidad por la disminución de casos de viruela del mono en Colombia en la última semana”, dijo este viernes 16 de septiembre.


En Colombia, de las 1.260 personas confirmadas con la infección, al menos 40 han sido hospitalizadas y ninguno ha fallecido. De todos los casos notificados, un total de 1.250 son hombres y 10 son mujeres.


Los médicos han visto que los más afectados son los hombres de 20 a 39 años, quienes en su mayoría (el 62,4%) desconocen la fuente de contagio, según datos del Instituto Nacional de Salud (INS), con corte al 12 de septiembre.


En realidad, no hay ninguna enfermedad en Colombia que deba generar una alarma en salud pública porque se enferman tres personas diarias en un país de más de 50 millones de habitantes, y más aún, si nadie se ha muerto por eso, dice el reconocido doctor en epidemiología Jaime Ordóñez.


De acuerdo con el más reciente reporte de la OMS, en todo el mundo se han infectado de viruela del mono unas 57.000 personas y han fallecido 22 personas por esa causa, es decir, en promedio una muerte cada ocho días en todo el mundo.



Así, el riesgo de fallecimiento por el actual brote global de viruela símica es del 0,04 % y, según Ordóñez, unas diez veces más bajo que el de morir por COVID, incluso, más bajo que el riesgo de morir por resfriado común, que fluctúa entre 0,05% y 0,1%.


“Estamos hablando de una enfermedad con un riesgo de infección extremadamente bajo y con una probabilidad de morir mucho más bajo aún”, explicó el epidemiólogo. “Esta debe ser la enfermedad que menos muertes ha generado en todo el mundo en el último semestre”.


Sumado a eso, análisis internacionales revelaron esta semana que la tasa de mortalidad del actual brote global de viruela símica es más baja de lo esperado, pues oscila alrededor del 0,04 %, eso es significativamente menos que el 1-3 % que se ha informado durante los brotes causados por una cepa viral similar en África Occidental durante las últimas décadas, concluye un artículo del 13 de septiembre en revista Nature, considera por los expertos como la revista de salud más importante en el mundo.


Sin embargo, es importante señalar que los científicos siguen tratando de entender todas las dinámicas de transmisión del virus. A seis meses que inició el nuevo brote mundial, los científicos todavía están aprendiendo sobre el comportamiento de la viruela del mono.


¿Cuál es la realidad de su propagación?


Otra explicación para entender por qué la viruela del mono no es comparable con el COVID-19, tiene que ver con los mecanismos de transmisión. Las personas con coronavirus pueden ser asintomáticos, a diferencia de la viruela del mono.


Además, a diferencia del COVID-19, el contagio de la viruela del mono por vía respiratoria no es el más recurrente. Se cree que la transmisión más importante es por contacto con las lesiones en la piel y en las zonas infectadas, además de la ropa u otros elementos personales del enfermo, dice el médico infectólogo Jorge Alberto Cortés, profesor de la Universidad Nacional de Colombia.



“La viruela símica es un problema clínico, porque genera una incomodidad a los que se contagian, pero claramente no es ningún problema de salud pública y, mucho menos, un problema de salud pública grave”, dice Ordóñez.


En su análisis, cree que “no hay mucho más que hacer que lo que ya se está haciendo, y es explicar a la comunidad sobre los riesgos de transmisión”.


De acuerdo con MinSalud, la viruela símica se transmite por contacto directo por lesiones en la piel o fluidos de una persona positiva para viruela; objetos, telas, ropa de cama y superficies contaminada con el virus; y secreciones respiratorias. Tener múltiples parejas sexuales incrementa el riesgo de contagio por viruela símica.


Los síntomas se pueden presentar durante las tres semanas posteriores a la exposición del virus. Algunos de ellos son fiebre, ganglios inflamados, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de garganta, tos, escalofrío, agotamiento y erupción en la boca, manos, pies, cara o en la región genital.


Vacunas para los de mayor riesgo


Activistas por los derechos de la población gay en Colombia han dicho que “los indicadores no son para discriminar, son para gestionar”, refiriéndose a la necesidad de acelerar la compra de vacunas.


No obstante, la ministra Corcho ha dicho que “la viruela símica no es el COVID, ni desde el punto de vista jurídica, porque no ha implicado una declaratoria de emergencia sanitaria, luego los mecanismos de contratación y compra de vacunas son absolutamente distintos”.



Así que, desde el punto de vista epidemiológico, la situación en Colombia permite aún una ventana de tiempo para poder acceder a 5.600 vacunas que actualmente negocia con la Organización Panamericana de la Salud, OPS.


“Cuando tengamos concreto ese tipo de negociación, que ya estamos adelantando, estaremos haciendo el respectivo anuncio”, dijo Corcho, quien pidió a la OPS replantear las cláusulas de indemnidad del contrato propuesto, pues este obliga al Estado colombiano, en casos de errores de la farmacéutica, a responder por la defensa jurídica y todos los gastos. COLPRENSA

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