Un hongo podría estar "comiéndose" la radiación de Chernóbil
- Acta Diurna
- 5 jun
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La explosión del reactor No. 4 de la central nuclear de Chernóbil, cerca de Pripyat, Ucrania, el 26 de abril de 1986, sigue siendo el peor desastre nuclear de la historia de la humanidad. Dejó un paisaje de 30 kilómetros donde los altos niveles de radiación permanecen incluso ahora, décadas después del incidente, donde el asentamiento humano está restringido.
Sin embargo, dentro de esta zona, los científicos han descubierto un improbable sobreviviente: un hongo negro resistente llamado Cladosporium sphaerospermum. Después del desastre de Chernóbil, los científicos observaron parches de crecimientos ennegrecidos en las paredes del reactor del No. 4 que parecían prosperar donde la radiación era más alta.
Este hongo se ha adaptado a un nivel de radiación que sería letal para la mayoría de las formas de vida. Aún más fascinante es su capacidad de alimentarse de esta radiación, usándola como una fuente de energía, similar a como las plantas usan la luz solar para la fotosíntesis.
Investigaciones posteriores descubrieron que C. sphaerospermum y algunas otras especies de hongos negros, como la dermatitis Wangiella y los neoformanos de Criptococcus, poseían melanina, el pigmento responsable del color de la piel humana. Sin embargo, en estos hongos, la melanina sirvió a un propósito diferente: absorbió la radiación, que luego se convirtió en energía utilizable, permitiéndole crecer en áreas con intensa exposición radiactiva.
Es una adaptación notable que ofrece un vistazo a cómo la vida puede florecer en algunos de los lugares más extremos y hostiles del planeta.
Cómo la radiación se convierte en una fuente de energía para los hongos
Cladosporium sphaerospermum pertenece a un grupo de hongos conocidos como fungis radiotróficos. Los organismos radiotróficos pueden capturar y utilizar radiación ionizante para impulsar procesos metabólicos.
En el caso de C. sphaerospermum, su alto contenido en melanina le permite absorber radiación, similar a cómo las plantas absorben la luz solar a través de la clorofila, según un artículo publicado en octubre de 2008 en la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU.
Si bien este proceso no es idéntico a la fotosíntesis, sirve a un propósito comparable y convierte la energía del medio ambiente para sostener el crecimiento. Este fenómeno, llamado radiosíntesis, ha abierto vías emocionantes en la bioquímica y la investigación de radiación.
La melanina, encontrada en muchos organismos vivos, actúa como un escudo natural contra la radiación UV. Sin embargo, en C. sphaerospermum, hace más que escudo: facilita la producción de energía convirtiendo la radiación gamma en energía química.
Un artículo publicado en la revista PLOS ONE en 2007 confirmó este inusual mecanismo de producción de energía, mostrando que hongos como C. sphaerospermum cultivados en entornos de alta radiación tienden a crecer más rápido que los de condiciones no radioactivas. Es un descubrimiento que está remodelando la comprensión de las estrategias de supervivencia de los organismos extremófilos que pueden soportar condiciones ambientales extremas.
Hongos radiotróficos como aliados en la lucha contra la radiación
El descubrimiento de C. sphaerospermum en la Zona de Exclusión de Chernóbil ha vuelto a llamar la atención sobre los hongos radiotróficos, en particular por su papel potencial en la bioremediación, el proceso de utilización de organismos vivos para eliminar contaminantes del medio ambiente.
En sitios radiactivos como Chernóbil, donde los métodos convencionales de limpieza son desafiantes y peligrosos, los hongos radiotróficos pueden proporcionar una alternativa más segura y natural, según un artículo publicado en FEMS Microbiology Letters. Dado que C. sphaerospermum puede absorber la radiación y utilizarla como combustible, los científicos están explorando la viabilidad de desplegar estos hongos para contener y potencialmente reducir los niveles de radiación en áreas contaminadas.
Más allá de las fronteras de la zona de exclusión, los científicos están investigando otras aplicaciones, especialmente en el campo de la exploración espacial. El duro ambiente del espacio cargado de radiación es uno de los desafíos más importantes a los que se enfrentan las misiones a largo plazo a Marte y más allá.
C. Sphaerospermoum ya ha sido enviado a la Estación Espacial Internacional (ISS) para experimentos para determinar si su tolerancia única a la radiación podría proteger a los astronautas de la radiación cósmica. Los primeros resultados han sido prometedores, lo que sugiere que este hongo podría potencialmente utilizarse para desarrollar hábitats resistentes a la radiación o incluso proporcionar fuentes de alimentos con escamas de radiación para los viajeros espaciales.
El poder de la adaptación para impulsar la innovación
Además de sus hábitos únicos de alimentación, C. sphaerospermum también es conocido por su dureza. Puede soportar bajas temperaturas, altas concentraciones de sal y acidez extrema, lo que la convierte en uno de los hongos más resistentes descubiertos.
Su capacidad para adaptarse a los ambientes hostiles ha dado a los investigadores la esperanza de que pueda tener pistas para nuevos estudios sobre los mecanismos de tolerancia al estrés, lo que podría conducir a avances en biotecnología y agricultura. Por ejemplo, los genes responsables de esta resistencia podrían algún día ser utilizados para desarrollar materiales resistentes a la radiación o adaptarse para ayudar a los cultivos a sobrevivir en climas duros.
C. Sphaerospermum también ofrece la esperanza de abordar algunos desafíos ambientales apremiantes, como en la limpieza de los residuos radiactivos.
A medida que la investigación continúa, las lecciones que aprendemos de este asombroso hongos podrían inspirar la innovación en una amplia gama de campos, y en el proceso, entendiendo los límites de la vida misma.
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