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¿Qué sociedad estamos construyendo?



En anterior columna tocamos el tema sobre la problemática de nuestra región en la que – de acuerdo al análisis del Observatorio de la Educación del Caribe colombiano de la Universidad del Norte – prácticamente el 70% de nuestros jóvenes entre los 17 y los 21 años no tiene la oportunidad de ingresar a cursar una carrera (sea profesional, técnica o tecnológica )en una Institución de Educación Superior(IES).


De tal suerte, que estos jóvenes se ven abocados a:


Engrosar las filas de la informalidad, que va desde ser mototaxista hasta vendedor ambulante pasando por las diversas formas ingeniosas que ofrece el “rebusque”.

Ser beneficiario de los programas de asistencia social del gobierno – como jóvenes en acción, familias en acción, etc.- que les corta la posibilidad de ser productivos para ellos y para la sociedad y, de paso, los “gradúa” en el oficio de “Limosneros”.



Ingresar a la ilegalidad, perteneciendo a una pandilla en su barrio, practicando la distribución y/o consumo de drogas para lo que son caldo de cultivo o pasando por diversas formas delictivas.


Ahora, apelando a aquella famosa teoría de ver “el vaso medio vacío o medio lleno” (visión pesimista u optimista), habría dos formas de analizar esta situación.


Por un lado, podríamos lamentarnos de esta dramática realidad y no hacer nada para solucionarlo o por el otro, ver la estupenda oportunidad para aprovechar a una gran población compuesta de una mano de obra disponible con jóvenes en edad de estudiar sus carreras, con deseo de hacerlo y de salir adelante y producir pero que, por diversos motivos, no encuentran esa posibilidad.


Esos motivos casi que se reducen a uno solo: la falta de recursos para pagar la matrícula, para ser beneficiario de un crédito estudiantil, para desplazarse hasta el sitio de estudio, para alimentarse, para conectarse a internet, para adquirir los materiales, para comprar uniformes. etc.


Por ello hay que iniciar cuanto antes la Gran Revolución Educativa en el Caribe colombiano que comience con garantizarles la gratuidad y la conectividad por aquello de las clases virtuales, a distancia o semipresenciales, entre otros.


En este propósito es necesario que nos comprometamos todos, de manera creativa y proactiva, y principalmente el trinomio compuesto por Gobierno – Empresa – Academia para lograr adecuar las oportunidades de la región en materia energética, industrial, agrícola, comercial, turística, piscícola, etc., a la formación y las demandas de los futuros estudiantes


Por una parte, el gobierno territorial podría priorizar sus recursos y adecuar sus planes de desarrollo con este objetivo; Facilitando las instalaciones físicas, la conectividad en el caso de la virtualidad y la participación activa de un vehículo audiovisual que cubre todo el territorio como es el Canal Regional de Televisión- Telecaribe.


Así mismo, la empresa privada tendría la posibilidad de, además de aportar recursos, concretar la pertinencia entre lo que los jóvenes deben estudiar en sus programas académicos y los requerimientos de las ocupaciones laborales que surjan y que el sector productivo pueda ofrecer.


Finalmente, la academia aplicando su experiencia, facilitando los recursos técnicos y humanos y adecuando sus planes de capacitación a las necesidades reales de la región.



Si no concretamos esta Revolución Educativa no solo estamos condenando a la gran mayoría de nuestros jóvenes al fracaso, sino que renunciamos como sociedad al deber de formar nuevos y buenos profesionales, trabajadores, funcionarios públicos, gobernantes, empresarios y, lo que es más importante, padres de familia y ciudadanos.


Para ello, es necesario contestar la pregunta:


¿En las actuales circunstancias, que tipo de sociedad es la que estamos construyendo…?

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