Faltan poco más de tres meses para que Cali, la tercera ciudad más grande de Colombia, acoja la próxima cumbre de Naciones Unidas sobre biodiversidad o COP 16. El encuentro atraerá a unas 12.000 personas, entre mandatarios, periodistas y activistas del cambio climático. La mirada, no obstante, se centra ahora en reforzar la seguridad ante una oleada de violencia que podría poner en jaque la celebración de esta gran cita internacional.
¿Un mal momento para Colombia?
Atentados y zozobra generalizada es el rastro que dejan semanas de hostigamiento por parte de las disidencias del autodenominado Estado Mayor Central (EMC) en Cauca, al sudoeste de Colombia, y en el departamento vecino, el Valle del Cauca, con capital Cali, en la costa del océano Pacífico. Estos dos departamentos cuentan con presencia del EMC, una federación de frentes disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que decidió no acogerse al proceso de paz firmado en 2016 entre esa guerrilla y el Gobierno de Colombia.
Oscar Vargas, coordinador del área de política ambiental y climática de la fundación Friedrich Ebert (FES) en Bogotá, reconoce que, aunque la situación de violencia en la zona rural del Valle del Cauca no es nueva, es evidente que se ha intensificado desde que se anunciara la cumbre en Cali. "Probablemente haya sido un ejercicio de presión política por parte del EMC y esto podría haberse previsto”, dice a DW. No obstante, no cree que sea un momento malo para Colombia, ya que la elección de Cali envía una señal importante para una región del Pacífico "históricamente marginalizada".
En opinión de Rubén Sánchez, analista político colombiano, "el momento no parece ser el mejor, pero es una oportunidad para distender el ambiente y mejorar la imagen del Gobierno”. En referencia a la importancia de la cumbre para el presidente Gustavo Petro,dice a DW que "se ha presentado como un gran defensor de la vida y el medio ambiente y esta es una gran oportunidad para asegurarse un rol de liderazgo”.
No hay una amenaza directa
Expertos consultados se muestran convencidos que Colombia podrá manejar la situación; habrá un total de 12.000 uniformados durante la cumbre.
"Colombia es un país que ha enfrentado diferentes situaciones de violencia que le han permitido definir estrategias para mitigarlas, lo cual ha alertado a las autoridades para poder controlar y prevenir estas situaciones en la COP aplicando una serie de protocolos", indica a DW Clara Pardo, profesora titular de la Universidad del Rosario.
"No considero probable que el EMC ordene un ataque directo contra los espacios o asistentes de la COP, que serán en su mayoría internacionales, ya que constituiría un acto muy mediático de terrorismo y reduciría drásticamente su poder de negociación en el marco de un potencial cese al fuego bilateral con el Gobierno", dice Vargas. "Sin embargo, la presencia de actores armados sí podría escalar y, en el peor de los casos, tener víctimas colaterales", indica.
La seguridad de los asistentes se mira con lupa, pues muchos serán activistas y defensores de los derechos humanos visitando una región -América Latina – donde solo en 2023 fueron asesinados 126 de ellos, según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Colombia fue el país más mortífero, con 70 asesinatos de activistas el año pasado, seguido por Brasil, con 21. El informe detalla que las zonas más violentas fueron El Cauca, Putumayo, Nariño y el Valle del Cauca, departamentos ubicados en el sudoeste del país con un fuerte cultivo de coca.
"A estos grupos no les va a interesar boicotear este encuentro. Lo que les interesa es el control de corredores estratégicos para la salida de la droga. Atentar contra la cumbre de la COP significaría exponerse y daría al Estado colombiano la justificación perfecta para una ofensiva militar”, indica Mauricio Jaramillo, profesor en Estudios Internacionales de la Universidad del Rosario.
"No creo que esos grupos lleven a la práctica sus amenazas, pero evidentemente generan una zozobra y sí empañan el esfuerzo del gobierno de potenciar Colombia como una potencia en biodiversidad”, dice a DW Angelika Rettberg, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes.
La biodiversidad como protagonista
El Valle del Cauca forma parte de una región mucho más amplia, el "Chocó biogeográfico”, una vasta extensión de tierra y costa que sigue todo el Océano Pacífico desde el norte de Ecuador hasta Panamá, con dos mil especies de fauna y flora endémicas, según datos de la ONG Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
Precisamente es este ecosistema único una de las razones por las que Cali fue elegidacomo sede para esta cumbre.
Para Clara Pardo, es necesario enfatizar las estrategias de comunicación que puedan generar un mensaje de tranquilidad, así como trabajar con el resto de los grupos de interés. "Se trata de mostrar que se cuenta con toda la infraestructura para garantizar una cumbre que traiga cosas positivas para los asistentes y la biodiversidad”, indica.
La Conferencia de las Partes (COP) sobre Diversidad Biológica se celebra cada dos años. La pasada edición se realizó en Kunmig (China) y Montreal (Canadá). Colombia acogerá la edición 16, entre el 21 de octubre al 1 de noviembre. DW
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