Por: Eduardo Vargas
Campbell identificó un patrón en las historias antiguas, cuyas etapas sirven de guía para diseñar narrativas y experiencias, activadas mediante algún desafío que convoca al protagonista a abandonar su cotidianidad e intentar algo extraordinario. Inicialmente, hay negación o reticencia, por falta de valor.
Estando desorientado, encuentra un sabio que le ayuda a recobrar el sentido, descubrir su misión y cultivar o cosechar poderes para afrontarlo. Finalmente, tras haber superado la situación, o cuanto menos habiendo crecido a partir de esa prueba, regresa a su origen para compartir los aprendizajes o tesoros obtenidos.
Esto último les falta a los súper millonarios: los antagonistas de las luchas de clases. Envanecidos, el castigo divino que reciben es atestiguar que sus herederos, quienes disfrutan vidas paradisiacas, no son dignos sucesores porque carecen de méritos propios y podrían desvanecer la huella de su legado.
Incoherentes, pues simplemente envidian las riquezas, los Nadie le “Gruñen” a esos privilegiados que capitalizan la destrucción del Estado de Bienestar, pero prefieren seguir lamentándose y no contribuyen a mejorar su situación, y la de su entorno, promoviendo una gestión integral o sostenible: humana, organizacional y social.
Semejante mancha ha servido para conservar las estructuras que predeterminan nuestros infaustos destinos. Verbigracia, en lugar de conspirar en favor del bien común, mutamos hacia el arquetipo del Competidor, que, disfrazado de Salvador, se corrompe, somete a los débiles y socava al genuino Héroe, invisible o potencial.
Ahora que el caos es prácticamente totalitario, la concepción de un guion diferente depende de que cada “Doctor Nefario” y consejero de la “Liga Anti-Villanos” cambie, y acepte el llamado de la Huérfana sociedad, sin confundir paternalismo con la “adopción” de nuevas reglas, metas y recompensas.
Para empezar, ¿qué atributo tiene Usted que lo clasifique en el equipo de los buenos, y cuál en el de las sombras?; si tuviera una “Caja de la Vergüenza”, ¿cuál error o trampa ocultaría?; si estuviera en bancarrota, y necesitara doblegarse ante algún “Banco del Mal”, ¿por qué causa lo haría?; ¿cuál poder le gustaría disponer por única vez, y para qué lo utilizaría?; y, si pudiera robarse un tesoro “Descomunal”, ¿entre quiénes lo distribuiría?
A propósito de los héroes y villanos que influyeron como mentores en su trayectoria laboral: ¿qué aspecto distingue en cada bando?; ¿cuál atributo tienen en común?; y, ¿qué de lo antedicho identifica en Usted en este momento?
Atribulados, hay quienes idealizan a su persona favorita, pero terminan reconociendo a una mundana. Así mismo, algunos orgullosos o enajenados intentarán moldearla, procurando compensar sus carencias y defectos, aunque luego lamentarán haber logrado algo diferente a lo que deseaban. Idealistas y realistas, pensadores y hacedores: la integridad, solidaridad, gratitud, reciprocidad, satisfacción, armonía y esperanza, son valores invaluables.
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