Los ataques de Trump en el Caribe fortalecen a Maduro
- Acta Diurna
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Por: Nerio Luis Mejia

Hasta el momento, son veinte las embarcaciones destruidas por fuerzas militares estadounidenses apostadas en aguas internacionales del Caribe y el Pacífico. El saldo: 76 personas asesinadas de manera extrajudicial, sin que se haya realizado ningún procedimiento de inspección que confirme si dichas embarcaciones transportaban alcaloides.
Mientras esto ocurre, Nicolás Maduro refuerza su aparato militar con la creación de nuevos comandos para enfrentar lo que denomina “la agresión de Trump”. En paralelo, el Reino Unido —aliado histórico de Estados Unidos— rompe la cooperación en materia de inteligencia, al considerar ilegales los ataques en aguas caribeñas y pacíficas.
A esta decisión se suma la orden del presidente colombiano Gustavo Petro, quien instruyó a todos los niveles de inteligencia de la fuerza pública suspender el envío de comunicaciones y cualquier trato con agencias de seguridad estadounidenses. La medida se mantendrá, según Petro, mientras continúen los ataques con misiles a embarcaciones en el Caribe.
El Reino Unido, con varias bases de inteligencia en el Caribe, ha suministrado durante años información vital a la Guardia Costera estadounidense, permitiéndole interceptar embarcaciones sospechosas. Por su parte, Colombia —el socio más importante de la región— representa un pilar en la lucha contra los carteles. Esta ruptura podría fortalecer la capacidad operativa de las organizaciones criminales, intensificando el espiral de violencia en Colombia y facilitando el ingreso de toneladas de cocaína y otras sustancias ilícitas a territorio estadounidense, con el consecuente aumento de muertes por sobredosis.
La presión ilegal que ejerce la administración Trump en el Caribe Sur contra el régimen de Maduro ha generado un efecto contrario al esperado. No solo en Venezuela, sino en toda la región, se ha abierto espacio para nuevos actores en el tablero geopolítico. Potencias rivales como China, Rusia e Irán —enemigo acérrimo de Estados Unidos— han aprovechado el clima de tensión para ofrecer apoyo militar, político y económico a sus pares suramericanos mediante memorandos de entendimiento, lo que eleva la preocupación en Washington.
El despliegue militar estadounidense, que busca la salida de Maduro del poder, parece encaminarse al fracaso. Un error de cálculo por parte de la administración Trump, que apostó a que la presencia de activos militares cerca de las costas venezolanas provocaría un levantamiento popular. Pero ocurrió lo contrario: el régimen convocó al pueblo a defender la soberanía, y miles de ciudadanos tomaron las armas en respaldo al gobierno.
Además, al intentar aislar a Maduro, Trump ha generado fricciones con países clave de la región como Brasil, México y Colombia, provocando una radicalización continental y una ola de protestas que ha llegado hasta el recinto de las Naciones Unidas, donde se han condenado los ataques con misiles en aguas del Caribe y el Pacífico.
Lo que Trump esperaba lograr con su despliegue militar y la destrucción de embarcaciones sin procedimientos judiciales, en abierta contradicción con el derecho internacional, ha terminado por debilitar su posición. Ha perdido aliados clave, mientras Maduro consolida su postura y gana respaldo regional.



