La política en Colombia es un debate de egos, no de ideas
- Acta Diurna
- hace 6 días
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Por: William Mora C.

En Colombia no solo debatimos ideas, debatimos egos. En lugar de confrontar argumentos, terminamos defendiendo territorios personales como si cada desacuerdo fuera una afrenta al honor propio. Se opina como quien defiende un feudo, y se responde como quien protege una herida. La política, en muchos casos, ha dejado de ser una construcción colectiva para convertirse en una arena de vanidades.
Esta semana, al expresar que el voto en blanco en segunda vuelta puede ser una forma de omisión, recibí respuestas no desde la lógica, sino desde el ego: “te saliste de mi gracia”, “a mí no con eso”, “no me importa tu opinión”. Como si pensar diferente fuera una traición personal. Como si disentir fuera una forma de insolencia.
Pero la política no es un templo del ego. Es, o debería ser, un campo de ideas donde se expone, se confronta, se escucha. El problema no es el desacuerdo, sino la incapacidad emocional para tolerarlo sin sentir que el mundo se derrumba. Cuando una persona no puede debatir sin convertirlo en ataque, no está haciendo política: está usando la política para alimentar su inseguridad.
Y esto ocurre a todos los niveles. Desde la conversación de café hasta las altas esferas del poder. Vemos cómo presidentes, ministros, columnistas y militantes responden con rabia ante cualquier crítica. Porque no importa si el argumento es sólido, si hiere el ego, se descarta. Así, la política se contamina de orgullo y se aleja del diálogo. Se convierte en un espejo para reforzar lo que ya se cree, no en una ventana para pensar lo que no se había considerado.
Yo seguiré defendiendo mi derecho a pensar, a corregir, a disentir. Y también a aceptar el disenso con altura. Porque prefiero una sociedad con ciudadanos que se contradicen con valentía, que una con soldados del ego que no soportan ser interpelados.
El país necesita menos inflamación de orgullo y más humildad intelectual. Porque las ideas no gritan: se sostienen. Y si no aguantan el disenso, no eran ideas, eran emociones disfrazadas.
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