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La extrema derecha renace, ¿camino a una política neofascista?

Por: Martin E. Botero



Una ola ascendente de cambios políticos está transformando el Viejo Continente, debido a las recientes victorias de la derecha, desafiando de paso la política de hegemonía de la izquierda en la región.


En suecia, por ejemplo, este amplio movimiento político o social de la centro derecha — compuesto por un amplio espectro de aliados que comparten el mismo compromiso— celebró una gran victoria en las elecciones generales.



Esto no es solo un giro a la derecha, es un paso más allá de lo que ha sido la norma en la política sueca durante años.


En el Reino Unido, Liz Truss, venció a Rishi Sunak por 81.326 votos contra 60.399, convirtiéndola en el nuevo líder del Partido Conservador y del país. Ella representa el ala neoliberal del partido y está influenciada por Margaret Thatcher, Ronald Reagan y el excanciller de Hacienda Nigel Lawson.


En las recientes elecciones en Hungría, no cambia nada, Viktor Orban vuelve a ganar el cuarto mandato consecutivo. “Hemos ganado contra el globalismo, contra Soros y contra los principales medios de comunicación europeos”, dijo el presidente.


En Serbia, país candidato a la UE, Aleksandar Vučić, ganó las elecciones presidenciales de forma convincente y apasionada en la primera vuelta, con el 58,65% de los votos.


El partido de derecha "Ley y Justicia" (Pis) del líder Jaroslaw Kaczynski ganó las elecciones en Polonia (2019). Jaroslaw Kaczynski recuperó así la mayoría absoluta en el Parlamento.


A nivel internacional, Polonia ha sido históricamente pro-OTAN y anti-Rusia, una tendencia que se fortaleció aún más en el momento de la invasión de Ucrania.


Estas victorias son parte de un auténtico movimiento político occidental que podría resurgir en una fecha futura, más adelante si Donald Trump es reelegido presidente en 2024.



¿Y ahora podemos decir lo mismo también en relación con las elecciones legislativas en Italia?


A pocos días de las elecciones parlamentarias de Italia (25 de septiembre), el partido Fratelli d'Italia (FdI) liderado por Giorgia Meloni sigue liderando las encuestas, mientras que el Partito de izquierda Democratico va rezagado por un amplio margen.



Esto abre la posibilidad de que la coalición de la centro derecha formado por la FdI, la Lega y Forza Italia logre una cómoda mayoría, se enviará, con esta votación, una importante señal a los ciudadanos europeos, que no puede desvincularse de una reflexión sobre el futuro de Europa.


Según el último Barómetro Político del Instituto Demópolis, la ventaja del centroderecha ha crecido aún más en las últimas dos semanas, y ahora supera los quince puntos.


Hay, por tanto, una ventaja sustancial del centroderecha, aunque no pueda considerarse automáticamente capaz de generar una mayoría parlamentaria, porque todo dependerá de la ley electoral que estará en vigor al momento de la votación (con un Senado de 200 miembros).


Según estimaciones iniciales en términos de escaños, el centro-derecha podría ganar el 60%: una amplia mayoría, pero no suficiente para permitir que la coalición lleve a cabo reformas constitucionales por si sola.


Y este es el primer escenario, el principal, que el centroizquierda quiere prevenir. Cada uno de los partidos gozará del premio de mayoria que produce el voto el uninominal, pero mantendrá plenamente su autonomía política.



La ley electoral no impone vinculos de coalición. Por primera vez en veinte años, el resultado de la votación parece obvio, pero hay muchas variables en el campo y muchas posibles sorpresas.


En la izquierda, no hay un gran entusiasmo, dado que la proporción de juicios positivos sobre los partidos individuales de las dos coaliciones es significativamente menor que la que se encuentra en el otro lado.


Los dirigentes del centroizquierda, como es lógico, insisten mucho en la compacidad y peligrosidad de un centroderecha controlado por un heredero de Almirante (Giorgia Meloni), evocar situaciones y personajes es un planteamiento realmente descabellado.


El resultado de las elecciones legislativas italianas será seguido en la Union Europea con gran atención y especial inquietud, y plantea muchas incógnitas.


Siguiendo el voto de Suecia, el voto de Italia es una decisión importante tanto para Italia como para la Unión Europea, especialmente en estos tiempos de dificultades económicas.


Para algunos nostálgicos deliciosamente anticuados y más pesimistas se ciernen nubes de tormenta sobre el futuro de la UE, para otros, quizás más realistas, la UE estara en mejores condiciones de hacer frente a los desafíos de nuestra época.


Según mi parecer, estas elecciones representan un nuevo e importante hito en la politica europea, un cambio democrático, un voto histórico —lo cual puede ser legítimo—, constituye un reflejo de las hondas preocupaciones de la gente en cuanto al futuro, y votaremos a favor de aquellos que queremos más Europa para todos los europeos.



El pueblo italiano, en su gran juicio, podria rechazar esta izquierda, sin que ello atente contra el voto democrático, y aunque habrá gente en Bruselas y aquí, en Italia y, sobre todo, los medios de comunicación, que se afanará, convencerá, sobornará e intrigará para tratar de persuadir a los italianos a cambiar su actitud.


No obstante, en un país de grandes tradiciones democráticas, debería prevalecer la decisión del pueblo. Quizás el voto de Italia nos salve a todos.

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