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La advertencia de Ramiro Bejarano sobre acuerdo del gobierno con el ELN



En su columna dominical de El Espectador, el abogado y catedrático Ramiro Bejarano analiza con agudo escepticismo el reciente acuerdo firmado entre el Gobierno colombiano y el ELN, titulado “Desarrollo del proceso de participación de la sociedad en la construcción de la paz”.


Bejarano argumenta que este documento, lejos de representar un avance, parece más bien un retroceso disfrazado de diálogo. Según su interpretación, el acuerdo es predominantemente unilateral, favoreciendo las posturas y demandas del ELN sin ofrecer contrapartidas tangibles por parte de la guerrilla.



La columna destaca varios aspectos preocupantes del acuerdo. Primero, en el plano político, critica la aceptación por parte del Gobierno de discutir la transformación de estructuras estatales bajo premisas impuestas por el ELN, que sugieren una violación generalizada de los derechos en Colombia.


Bejarano ve esto como una concesión peligrosa que podría interpretarse como una validación gubernamental de las críticas del ELN al Estado colombiano.


En el aspecto económico, Bejarano señala la ambigüedad del acuerdo al proponer una revisión del modelo económico colombiano sin claridad ni garantías.


La inclusión de temas como el narcotráfico y las políticas de empleo dentro de las negociaciones también es vista con recelo, ya que podría significar negociar aspectos críticos de la soberanía y la política interna con un grupo armado.


El análisis también aborda las preocupaciones en materia de seguridad, criticando la falta de compromisos claros del ELN para poner fin a prácticas como el secuestro, mientras que el gobierno parece comprometerse a ceses bilaterales y otras concesiones sin garantías de reciprocidad.Finalmente, Bejarano cuestiona el papel que se asigna a los medios de comunicación dentro del acuerdo, sugiriendo que se busca influir en la narrativa pública a favor de los intereses de la guerrilla, comprometiendo la objetividad periodística.


“Lo más peligroso estaría por venir. Si se rompen las negociaciones, a pesar de que en el acuerdo consignaron que “las partes nos comprometemos a no levantarnos de la mesa de diálogos”, ¿cómo quedaría cada una de las partes? Los elenos no han renunciado a nada y menos a su negocio de secuestros; en cambio, el Gobierno ha reconocido muchas cosas inconvenientes y ha asumido que los acuerdos sobre las transformaciones “son de obligatorio cumplimiento para las partes”, lo que para el ELN es un saludo a la bandera, pero para el Gobierno sí “deberán convertirse en políticas de Estado, políticas públicas, programas y proyectos que se articulen con el Plan Nacional de Desarrollo, etc.”. señaló.


Bejarano cuestiona el papel que se asigna a los medios de comunicación dentro del acuerdo, sugiriendo que se busca influir en la narrativa pública a favor de los intereses de la guerrilla, comprometiendo la objetividad periodística



El columnista concluye con una advertencia sobre las consecuencias legales y políticas de un acuerdo que considera desequilibrado y potencialmente perjudicial para la integridad del Estado colombiano.


Sostiene que firmar un documento tan cargado de concesiones sin reciprocidad evidente podría interpretarse como una capitulación ante el ELN, más que como un paso hacia la paz. Además, hace alusión a posibles repercusiones políticas, como una eventual constituyente que podría cambiar el marco jurídico del país bajo términos impuestos por el acuerdo.

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