crossorigin="anonymous">
top of page

El Pacto Histórico se juega su credibilidad con las listas al Congreso

Por: Rodrigo López Oviedo


ree

El Pacto Histórico, desde que se conformó como coalición, ha querido demarcarse claramente de las viejas formas de hacer política, aunque no deja de haber militantes que, de boca, digan y, en la práctica, desdigan de este propósito.


Tal tipo de personajes se hace más notorio en períodos electorales, que es cuando sus aspiraciones, así las maquillen con argumentos y discursos de apariencia sincera y conveniente, terminan dejando traslucir su intención oportunista.



Así lo estamos observando en la conformación de las listas al Congreso. Antes del 91, la historia en este campo era la historia de caciques blandiendo bolígrafos; pero, a raíz de la reforma constitucional de dicho año, surgió la posibilidad de elaborarlas mediante consultas, a fin de que fuera la militancia partidaria, mediante consultas internas, o la ciudadanía en general, a través de consultas populares o abiertas, la que determinara los nombres y renglones que ocuparían quienes debieran figurar en ellas.


Posteriormente, la Ley 1475 de 2011, al reglamentar tal mandato, determinó que sus resultados eran de carácter vinculante tanto para los partidos convocantes como para los precandidatos, lo cual significaba, ni más ni menos, que lo expresado en cada consulta constituía un mandato de obligatorio cumplimiento.


Pero no han de faltar ese tipo de oportunistas con hambre de figurar en los tarjetones, y ojalá en renglón privilegiado. Estos personajes creen que dichas normas pueden pasarse por alto, sin preocuparles que ello pueda acarrear a sus partidos nocivas consecuencias legales.


En el Pacto Histórico, en concreto, tales conductas constituyen, además, una burla a la esencia de sus postulados electorales, los cuales están orientados a garantizar, a través de listas cerradas y cremallera, que sus hombres y mujeres militantes equilibren sus posibilidades de acceso a las curules en disputa. Hasta dónde violar este tipo de propósitos beneficie a los involucrados es cosa por verse. El que sí resultará perjudicado será el Pacto, pues pasar de sus promesas preelectorales a este tipo de listas puede hacerle perder credibilidad entre quienes creyeron que la coalición estaba inaugurando, de verdad, una nueva forma de hacer política.



Para el caso del Tolima, esperamos que, en la elaboración de sus listas a la Cámara, primen los postulados publicitados. En tal sentido, de conformidad con los resultados de la pasada consulta, el primer renglón debe ocuparlo Marco Emilio Hincapié; el segundo, Deyanira Conde; el tercero, Renzo García, y así sucesivamente, lo cual garantizaría una participación más entusiasta de las mujeres en campaña al ver que lo de la equidad de género no es cuento, sino un aporte valioso a la superación del machismo en sus filas.

Comentarios


bottom of page