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El gobierno Petro llega a su recta final favoreciendo amigos

Por: Juan Guillermo Restrepo


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La cascada de desafueros e ilegalidades que ejecuta a diario el gobierno del presidente Gustavo Petro no tiene final. Y frente a ello está la asombrosa y, al parecer, ilimitada capacidad para aguantar la destrucción de la confianza y la credibilidad del Estado de derecho que ha construido Colombia.


El general Juan Miguel Huertas fue sacado del Ejército Nacional en marzo de 2022 por sus conductas sospechosas y se unió a la campaña de Petro para la presidencia. Fue uno de los líderes de lo que denominaron el respaldo de los militares retirados al exguerrillero.



Y, una vez elegido Petro, él recibió la recompensa. O, a lo mejor, la misión que le asignaron a él y a sus compañeros, quienes fueron nombrados en la dirección de Aerocivil, la inteligencia y múltiples funciones que nadie sabe aún. Puro clientelismo para infiltrar el Estado.


Lo de Huertas fue aberrante: quien fue miembro de una campaña política es de nuevo general activo, maneja los doscientos cincuenta mil integrantes de la entidad más importante de la Nación y tiene el poder en sus manos. Cuestionado por sus actuaciones y retirado, fue reintegrado al Ejército desafiando normas y principios que garantizan la soberanía nacional, la neutralidad de la Fuerza Pública y la tranquilidad de los ciudadanos.


Y el Ejército no dijo nada. Y en el Congreso no se escuchó una voz contra un acto que busca politizar el manejo del Ejército y debilitar su capacidad para responder a la violencia que azota casi todo el territorio nacional. Y la dirigencia colombiana aguanta.


En un informe valeroso, Caracol Noticias, descubrió el entramado entre el gobierno y los violentos denominados guerrilla, cubierto por el nombre traicionero de la “paz total”. Allí estuvo Huertas, negociando con “Calarcá” y sus secuaces, acompañado por el sombrío personaje que puso la inteligencia nacional al servicio de Petro.


En su momento, la fiscal general de la Nación ordenó la libertad de uno de los más tenebrosos bandidos de Colombia, a pesar de haber sido capturado en flagrancia. Hoy, tras la denuncia de Caracol Noticias, la Fiscal declara su ignorancia sobre el caso.


Según el presidente Petro, todos son funcionarios ejemplares e inocentes víctimas de las mentiras. No importa que Wilson Mejía, el cabecilla de la inteligencia a su servicio, acusado por el gobernador de Antioquia de organizar las milicias urbanas en la universidad de ese departamento y sin una hoja de vida que lo amerite, ejerza el poder en la inteligencia colombiana y lo utilice para beneficio de Petro.



Las denuncias de Caracol Noticias demostraron la actuación de esos personajes. Pero el ministro de Defensa exige una sentencia condenatoria para sacar a Huertas del cargo. ¿Acaso se le olvidó al ministro que la ley autoriza su retiro discrecional cuando existan indicios que pongan en duda el proceder del cuestionado general?


Lo aterrador de todo es que se demostró un atentado a las instituciones y, al parecer, no existe interés real para detener el afán de Petro por destruir el país que le entregaron y juró defender. No hay reacción, esperando tal vez que las medidas de Trump sean suficientes para detener las tropelías de un gobierno nefasto. Y mientras Colombia está en la peor hora de su historia reciente, cien candidatos a la presidencia dicen cuanta cosa se les ocurre. Al parecer, la sociedad perdió su capacidad de asombro, de indignación y de rechazo a la demolición sistemática de sus instituciones, atrapada como está en la decadencia de la política.

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