El dióxido de carbono, o CO2, es un gas que se encuentra de forma natural en la atmósfera y que también puede ser liberado a ella por procesos antropogénicos. Cuando el dióxido de carbono entra en la atmósfera, contribuye al calentamiento global debido a que se trata de un gas con efecto invernadero.
En el pasado, los niveles de CO2 han fluctuado debido a los ciclos glaciales y a otras causas naturales.
El hielo acumulado en la Antártida durante cientos de miles de años retiene antiguos gases atmosféricos atrapados en burbujas de aire. Los científicos utilizan muestras internas de ese hielo, extraídas mediante perforaciones hasta profundidades de 3,2 kilómetros, para analizar las trazas químicas y elaborar registros del clima del pasado.
Un equipo internacional encabezado por Kathleen A. Wendt, de la Universidad Estatal de Oregón en la ciudad estadounidense de Corvallis, ha llevado a cabo un análisis químico detallado de hielo antártico de los últimos milenios, buscando picos de emisiones de CO2 a la atmósfera.
Wendt y sus colegas encontraron tales picos, que solían estar separados por milenios, pero el actual pico, impulsado esencialmente por actividades humanas, es 10 veces mayor que el más alto de todos esos previos, dentro del periodo que abarca los últimos 50.000 años.
Durante el mayor de los aumentos naturales, la presencia del dióxido de carbono en la atmósfera se incrementó en unas 14 partes por millón en 55 años. En cambio, al ritmo actual, ese aumento se produce en tan solo 5 o 6 años. NCYT
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