El presidente Iván Duque le está haciendo creer a los colombianos -a punta de eufemismos y verdades a medias, como ha sido característico en este gobierno- que ya falta muy poco para que todos nos podamos vacunar contra la COVID-19 y salir de esta situación tan complicada. Pero resulta que no hay nada más alejado de la realidad.
Hasta ahora, el gobierno ha hablado de 10 millones de dosis de vacuna vía COVAX y últimamente, de otros 10 millones de dosis de vacuna compradas directamente a Pfizer/BioNTech, pero resulta que esto no significa que ya tengamos 20 millones de vacunas.
Lo cierto es que tenemos solo la expectativa de poder llegar a tener 10 millones de vacunas en el futuro, porque la vacuna consta de dos dosis por persona y porque las vacunas de Pfzer/BioNTech solamente llegarán, como rápido, dentro de cuatro meses y, por otro lado, el mecanismo COVAX ni siquiera tiene definida al día de hoy cuál será la vacuna o vacunas que va a distribuir. Sin embargo, ya el país ha comprometido casi un billón de pesos en estas dos alternativas.
Al final de cuentas podremos tener vacunas para unos cinco millones de personas cuando ya esté bien entrado 2021 y solamente si logramos establecer una cadena logística que permita el adecuado manejo de la vacuna más complicada de gestionar en un país tropical que se podía comprar en el mercado –debe ser almacenada y transportada a una temperatura de 70 grados bajo cero–. Decisiones de los sabios de Minsalud que no quieren que critiquen.
En definitiva, es muy probable que dentro de un año Colombia no haya podido vacunar si quiera entre doce a quince millones de compatriotas de la primera línea de vacunación. Es decir, aquellas personas que cumplen ciertos perfiles como: trabajadores de la salud, mayores de 60 años y personas con comorbilidades.
Y el problema no es que los países ricos se estén apoderando de las vacunas disponibles –tal como ya se empieza a comentar por parte de algunos ´odiadores´-, pues países como Argentina, México, Panamá y Perú iniciarán el proceso de vacunación este 2020. El problema está en que el gobierno colombiano ha sido lento, ineficaz y poco transparente, tanto en la lucha contra la pandemia, como en la gestión para adquirir las vacunas.
Duque simplemente esperó a que otros países hicieran el pedido de las vacunas primero, no fue lo suficientemente diligente para hacer la tarea que le correspondía. Es como cuando su vecino llega primero a un almacén a comprar el mismo artículo imprescindible y escaso necesario para su familia porque a usted le pareció que podía esperar a comprarlo luego de verse un programa inane que nadie ve pero que está en horario estelar y cuenta con un presentador revelación.
Mal hace el gobierno en no ser sincero y enviar mensajes que no corresponden a la realidad sobre la vacuna contra la COVID-19, sobre todo cuando ya ha habido denuncias –respaldadas en parte por los datos del DANE-, acerca del subregistro de casos positivos y muertes por la enfermedad, al parecer, dirigidas desde el alto gobierno.
Lo peor de todo es que los medios de comunicación y la gente le está creyendo una mentira al gobierno que puede ser de las más ruines que puedan existir: los colombianos están creyendo que ya hay una luz al final del oscuro túnel que ha significado esta pandemia, cuando la realidad es que todavía nos falta seguir en esta situación por lo menos durante un año. En definitiva, el gobierno está jugando con la salud y la vida de sus ciudadanos.
Un gobierno que miente y oculta información –como cualquier dictadura- no merece respeto, pierde autoridad, legitimidad y deja mucho que desear.
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