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Derrotando al fascismo en Latinoamérica

Por: Eduardo Gutiérrez Arias


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La derrota del fascismo latinoamericano está en camino, pero aún no podemos cantar victoria. En Colombia, el jefe neonazi Álvaro Uribe, condenado en primera instancia a 12 años de prisión, apeló y en una decisión divida del Tribunal, 2 magistrados anularon la decisión de primera instancia y absolvieron al condenado. La magistrada Oviedo hizo salvamento de voto y en una brillante ponencia compartió integralmente la decisión de la jueza de primera instancia. Hoy el sindicado quiere regresar al Senado.


En Brasil, el expresidente Jair Bolsonaro, también fue condenado en primera instancia por la justicia a 27 años de prisión ante su intentona de golpe de estado contra Luis Ignacio Lula, pero también aquí la medida fue apelada. En El Salvador hay registro de 427 muertos en las cárceles, pero se estima en 1.000 los presos asesinados no condenados desde el 2022 cuando el presidente Bukele comenzó su campaña militar contra las pandillas delincuenciales. El número de detenidos se aproxima a los 100.000, ya cercano al 2% del total nacional, siendo el país con mayor población presa sin juzgar, en el mundo. En Argentina el presidente Milei ha provocado en el primer año de su gobierno 41 agresiones militares contra manifestaciones opositoras registrando 430 asesinatos de adversarios políticos que lo señalan como un peligroso dictador.


En contraposición, las democracias progresistas de Claudia Sheinbaum en México, Gustavo Petro en Colombia, Luis Ignacio Lula en Brasil y Gabriel Bóric en Chile, se distinguen por su respeto a los derechos humanos, las libertades individuales y sociales y el derecho de movilización de los trabajadores. Ninguna manifestación opositora ha sido disuelta militarmente, no hay ni presos ni perseguidos políticos. Los partidos de la derecha son opositores a derrotar en procesos democráticos electorales, pero cuya legitima existencia no se discute. Cuanta diferencia con la derecha que considera a la izquierda como un enemigo a destruir y que predica el odio contra ella. Es lo que hemos sufrido en Colombia durante 200 años de gobiernos despóticos, guerras periódicas y violencia constante de la oligarquía en defensa de su poder económico y político.


A los gobiernos fascistas latinoamericanos se suma la extrema derecha norteamericana, hoy en el poder con Donald Trump, que no sólo descertifica y adopta sanciones contra otras naciones con criterios eminentemente ideológicos, sino que quiere abrogarse el derecho para definir que es democracia y que es dictadura, promoviendo invasiones como la que actualmente intenta contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, buscando apoderarse de sus grandes reservas de petróleo, oro, diamantes, coltan y otros minerales raros. Pero también, contra toda evidencia, ha calificado a nuestro presidente Petro como narcotraficante y lo ha incluido en la lista Clinton. Estas infamias no pasarán, serán develadas y el neonazismo continental derrotado.

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