Todos los agujeros negros tienen una rotación inherente que ha sido moldeada por sus encuentros cósmicos a lo largo del tiempo. Bajo determinadas circunstancias, el agujero negro puede aumentar su velocidad de rotación al tragar materia, pero en otros casos, como por ejemplo si su masa crece por fusionarse con la de otro agujero negro, la interacción entre la rotación de uno y la del otro puede hacer que el agujero negro resultante de la fusión tenga una velocidad de rotación más lenta que la de los dos agujeros negros previos.
Cuando un agujero negro gira sobre sí mismo, arrastra consigo el espacio-tiempo que lo rodea.
Normalmente, este efecto no sería obvio alrededor de los agujeros negros, ya que los objetos con tanta gravedad no emiten luz.
Pero en los últimos años, algunos físicos han propuesto que, en casos como durante el despedazamiento de una estrella por el campo gravitatorio de un agujero negro al pasar demasiado cerca de este, rastrear la luz de los restos estelares mientras son arrastrados podría dar una oportunidad de medir la velocidad de rotación del agujero negro.
Esa clase de despedazamiento ocurre cuando un agujero negro provoca mareas colosales sobre una estrella que pasa cerca y ello supera su integridad estructural. A medida que la estrella es despedazada por las inmensas fuerzas de marea del agujero negro, puede suceder que parte de ella pase a conformar un disco de acreción intensamente caliente de material estelar en rotación alrededor del agujero negro.
Analizando ciertos detalles del comportamiento de ese disco rotatorio de material estelar es posible averiguar cuál es la velocidad de rotación del agujero negro.
Y eso es lo que han conseguido hacer unos científicos, demostrando la viabilidad del método.
El logro es obra de un equipo internacional encabezado por Dheeraj R. Pasham, del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial, adscrito al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos.
Pasham y sus colegas midieron la rotación de un agujero negro supermasivo en una galaxia situada a unos mil millones de años-luz de distancia. Dedujeron la velocidad de rotación siguiendo el patrón de destellos de rayos X que el agujero negro provocó después de destrozar una estrella que pasó demasiado cerca. El equipo hizo un seguimiento de los destellos durante varios meses y finalmente ha logrado determinar que el agujero negro gira a menos del 25% de la velocidad de la luz, es decir, relativamente despacio para lo que son los agujeros negros. NCYT
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