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Colombia no merece ser gobernada por un tipo como Miguel Uribe

Por: Johnny Enrique Mercado Benítez


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Cada vez que muere un ser humano, un poco de mí también muere, dijo alguien cuyo nombre no recuerdo. ¡De acuerdo! No hay que desear la muerte a nadie, pues es un momento del que nadie está exonerado. Por este motivo, es lamentable toda acción contra la vida de cualquier ciudadano, como acaba de suceder con Miguel Uribe Turbay. Esto pasó en Bogotá, donde se tiene a un alcalde que siempre ha hablado de seguridad. A raíz de este hecho, un sinnúmero de personas, más que todo políticas, ha comenzado a expresar condolencia, solidaridad y consternación. Sin embargo, aparte de quienes manifiestan sentimientos centrífugos, nacidos realmente desde el interior de sus seres, más de uno saca partido de acuerdo a sus intereses en término inmediato, mediano y a largo plazo. La hipocresía, la falsedad, como la corrupción o el amor, no conocen banderas; en consecuencia, estas expresiones han sido multicolores.


En concordancia con el pacto firmado en el sentido de evitar el lenguaje violento en el universo político, lo haré sin que esto implique que no pueda expresarme respetuosamente sobre temas de los cuales disiento y difiero. Entre otras cosas, este pacto es muy saludable, hizo mucha falta en los tiempos de “Entren a matar”, “Le doy en la cara, marica”, “Hay que ejecutarlo”.



Inicio afirmando que, independientemente de militancias políticas, y después de manifestar que lamento su atentado como el de cualquier joven colombiano, nunca me ha simpatizado la figura de Miguel Uribe Turbay. Tengo muchas razones que me indignan, por eso no soy capaz de decir algo diferente, sería cínico e hipócrita. No hay que caer en esas sensiblerías pendejas de la caravana que deambula por los alrededores de la Fundación Santafé: “Es un buen muchacho y muy inteligente”, “Ha dedicado su vida al servicio social”, “Me uno a la oración por tu vida”. Ante su hipotética desaparición: “Tan bueno que era”.


En fin, pare de contar. Sin duda, quienes no lo conocen caen en la trampa y se “unen a la oración” creyendo que le falta poco para beatificarlo o algo por el estilo. Aclaro que no tengo nada en contra de las oraciones ni de las personas que oran; la fe mueve montañas, dicen. No estoy de acuerdo con la hipocresía, falsedad y cinismo con que se hacen estas cosas. Miguel, muy seguramente, tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra.


En lo que tiene que ver con la persona, ¿Quién es Miguel Uribe Turbay? Para quienes no están informados, es preciso hacerles un breve recorrido por las acciones de este senador, las cuales hablan más claro que sus palabras. Si analizamos el discurso de este joven, podemos deducir que no sabe lo que es descubrir que si, en medio de un aguacero, te resbalas y caes, esa loma se puede convertir en un parque de diversiones. Del mismo modo, no sabe qué se siente al disfrutar de la miel al pie de un panal con las avispas o abejas angelitas rodeándote, y mucho menos sabrá subirse a un palo de mango:



  • Miguel Uribe Turbay es nieto de Julio César Turbay Ayala, aquel presidente de origen extranjero que habló de “la corrupción en sus justas proporciones”.

  • De otra parte, es hijo de Miguel Uribe Londoño, capturado en el año 2000 por el delito de peculado por apropiación.

  • ¿Recuerdan a Rosa Elvira Cely? Fue la mujer violada, torturada y empalada por uno de sus compañeros de clases. Siendo secretario de gobierno de Enrique Peñalosa, Miguel Uribe Turbay firmó un documento en el que se responsabilizaba a Rosa por lo malo que le había pasado. Lo triste de este caso es que Miguel Uribe salió “limpiecito” y quien pagó los platos rotos fue una mujer que tenía a su cargo.

  • ¿Recuerdan a Dylan Cruz? Fue el joven asesinado en Bogotá por el Esmad durante las manifestaciones del estallido social en medio de la pandemia. Al respecto, Miguel Uribe Turbay dijo que Dylan cruzó por donde iba la bala. (https://www.youtube.com/watch?v=NYzGsv1jLjY)

  • Miguel Uribe Turbay celebró con alborozo el hundimiento de la reforma laboral, una iniciativa que, por suerte y para bien de Colombia, hoy está aprobada.



Son estas algunas de las razones por las que no acepto que Miguel Uribe Turbay represente a ningún colombiano; Colombia merece un mejor destino. Por último, prefiero ser blanco de la crítica y de los criticones que recibir falsos e hipócritas frases por alabar al joven senador. ¡Soy real! ¡Dejémonos de sensiblerías pendejas e hipócritas! La vida de Miguel merece todo el respeto como también lo merecían otros 6402 jóvenes como Dylan Cruz.


“Recuperar de nuevo

los nombres de las cosas

llamarle pan al pan,

vino llamar al vino,

sobaco al sobaco,

miserable al destino,

y al que mata llamarle

de una vez asesino.” (Joaquín Sabina)

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