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¿Clases presenciales?



Durante los 16 meses de pandemia en Colombia no pudimos resolver la problemática de cómo, cuándo y en qué condiciones los niños y jóvenes debían retornar a clases presenciales, si es que debían retornar. Ahora la discusión se centra en si se hicieron las adecuaciones y se dotaron los suministros necesarios para que los colegios estuvieran preparados para el posible retorno.


Cuestiones como falta de conectividad o de herramientas tecnológicas, dificultad pedagógica de los padres o ausencia de estos y falta de apropiación de las tecnologías, cansancio o paros de los profesores han sido, entre otras, algunas de las mayores dificultades que ha experimentado la denominada “Educación virtual”.



Creemos realmente importante ahora, por encima de la reinante polarización política, establecer si es conveniente que los niños y jóvenes vuelven a clases presenciales, bajo la premisa de que aún no hemos alcanzado la denominada ‘inmunidad de rebaño’.


Presentamos algunas reflexiones:


Creemos que la afectación mental y económica y el agotamiento físico de padres e hijos, así como la nostalgia, el deseo y la costumbre confluyen en la intención de volver al colegio, pero tenemos que entender que, en la medida de nuestras posibilidades, debemos protegernos de un virus cada vez más agresivo y que, según anuncian, no será el último. Sobre todo, con la nueva cepa denominada Delta que representa un mayor peligro dada su velocidad de contagio que incluso ha llevado a algunas farmacéuticas a proponer una tercera dosis.


El retorno de los estudiantes de nivel básico, primario y secundario implica sacarlos de sus propios hogares, donde sus padres o familiares los cuidan en compañía de 1 o 2 hermanos, para entonces reunirlos en un salón de clases, al cuidado de un solo profesor, con otros 30 o 40 niños o jóvenes de su edad, durante unas 8 horas diarias en un establecimiento que en total alberga por lo menos 500 estudiantes y en donde, a lo sumo, el 5% (profesores) está vacunado. Es decir, el 95% no está inmunizado, pues el Plan Nacional de Vacunación del gobierno no ha llegado a cobijar a los menores de 17 años. Además de que diariamente se da un tránsito, de ida y vuelta, de los alumnos entre su casa y su lugar de estudio, con todo lo que ello implica.


Según la Secretaría de Educación de Bogotá en lo que va de este año, la positividad (nivel de contagio) en colegios de la capital es del 18%. Además, 8 instituciones fueron aisladas y una cerrada por contagio.


Recordemos que la variante Delta ya está en Colombia, como en más de 110 países, y que Estados Unidos, con su altísima disponibilidad de vacunas, se encuentra sitiado por esta nueva cepa hasta el punto de que en estos momentos tiene hospitalizados al mayor número de niños de toda la pandemia y está abierto el debate si se deben reabrir las escuelas. De hecho, el Estado de La Florida es el epicentro de la explosión del mayor número de contagios, casos graves y muertes, sobre todo, en personas que no se han vacunado. Y, para hablar solo de Barranquilla, aquí recibimos en promedio 4 vuelos diarios de La Florida. Eso significa unos 600 pasajeros al día y unos 18.000 pasajeros al mes a los cuales no se les pide prueba negativa de Covid-19, ni certificado de vacunación, ni son sometidos a ningún tipo de cuarentena antes de deambular por toda la ciudad.



En lo de la presencialidad escolar debemos actuar con prudencia y sensatez hasta alcanzar la inmunidad de rebaño.


No olvidemos que: “…El inteligente aprende por cabeza ajena…”


@vhererram

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