Por: Víctor Herrera M.
Las cifras de las exportaciones en el departamento del Atlántico son preocupantes. No solo por lo bajas, sino, sobre todo por las grandes posibilidades que existen a nuestro alrededor.
En efecto, de acuerdo a Analdex, el departamento exportó USD 2.190 millones en el 2023 lo que, según Fundesarrollo, representa una disminución del 9,8% con relación al año anterior, lo que traduce unos USD 228 millones menos.
De otra parte, la directora regional de Acopi, Rosmery Quintero, asegura que solo el 4% de las Pymes (que son el 98% de nuestras empresas) se atreven a exportar. Y el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Barranquilla, Manuel Fernández, afirma que solo 20 empresas (de más de 40 mil registradas) hacen casi el 80% de nuestras exportaciones.
Lo anterior es incomprensible si tenemos en cuenta que:
Somos una zona costera y tenemos un puerto fluvial y marítimo apto para aprovechar los 17 TLC que se encuentran vigentes. Quedamos a pocos kilómetros del tercer puerto más eficiente de todo el mundo (BM, S&P), el de Cartagena. Nos ubicamos muy cerca del Canal de Panamá, como paso obligado del comercio mundial, y el Hub de Copa, en el aeropuerto de Tocumen, que conecta con 86 destinos en 32 países.
Estamos rodeados de 30 países que conforman el Gran caribe: Centroamérica, incluido México, las Antillas mayores encabezados por Republica Dominicana, Jamaica, Puerto Rico y Cuba, y las menores encabezadas por Aruba y Curazao.
Las importaciones de estos países, es decir los productos que compran en diversos y lejanos lugares del mundo, suman unos USD 875.000 millones al año. ¡¡Vale decir, 400 veces lo que nosotros exportamos…!!
Como mercado potencial tiene unos 210 millones de habitantes, adicional a los 65 millones de turistas que lo visitan anualmente. ¡¡Es decir, 100 veces el número de habitantes de nuestro departamento…!!
Adicionalmente: El 90% habla español; sus costumbres, necesidades y gustos son similares a los nuestros; sus economías son proporcionales a la nuestra; las negociaciones se manejan en dólares; no requieren visa; tienen dificultades para producir porque todos los años (de junio a noviembre) soportan una veintena de violentos y devastadores huracanes.
Sin embargo, nuestras “mutuas relaciones comerciales”, durante varios siglos, se han basado en la ilegalidad o la clandestinidad: Inicialmente el contrabando de esclavos, más adelante el de mercancías y más recientemente se suman las rutas del narcotráfico.
Varias pueden ser las razones por las que, con todas esas ventajas existentes, nuestros empresarios no se hayan arriesgado a exportar sus productos. Intentemos algunas:
La gran mayoría de nuestros potenciales exportadores son pequeñas y micro empresas sin mayor experiencia competitiva y con temor a exportar por falta de conocimiento.
Las entidades, los gremios y los organismos gubernamentales han sido ineficientes al momento de promover una cultura exportadora a través de la identificación especifica de los mercados potenciales, el diseño de fórmulas que conjuguen precio, distribución y promoción y el establecimiento de unas líneas de crédito apropiadas. Erróneamente, como lo advierte Michel Porter, el gurú mundial de la competitividad, están reemplazando o confundiendo “la verdadera estrategia” por “la simple eficiencia operacional”.
Existe por parte del gobierno una permanente inestabilidad jurídica en las reglas de juego en relación con el comercio exterior.
El mercado interno les es tan atractivo en sus ganancias (pagando bajos salarios y vendiendo a precios altos) que es suficiente.
Varios de los que antes producían han encontrado que resulta “mejor negocio” importar los productos y comercializarlos internamente, aunque para ello tengan que sacrificar puestos de trabajo.
Como vemos, es necesario implementar una verdadera estrategia de exportaciones.
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