Por: Abzalon Torres Echeverría
Se han cumplido 30 años del estreno de la película de Sergio Cabrera, La estrategia del caracol (1992), la cual fue exhibida un 25 de diciembre, y que, en su momento, despertó, nuevamente, el interés de productores, la crítica y el público en general, sobre el quehacer cinematográfico en Colombia, al obtener una taquilla de un millón ochocientos cuarenta mil espectadores (1.840.000), en momentos en que FOCINE había dejado atrás un vacío por su debacle económica en 1987. La estrategia del caracol, a pesar de haber sido una coproducción de FOCINE, con su acogida en la pantalla, alentó a muchos directores de cine a tomar una ruta que asegurara el restringido mercado local, pero de igual forma el camino de verse más preocupados por tratar temas de hondo calado en la estética cinematográfica. En esta oportunidad, publicamos esta esta entrevista inédita, ´Sergio, el caracol´, realizada en 1994, en el Festival de Cine de Cartagena, por un amante incondicional del Séptimo arte, Abzalón Torres Echeverría, estamos rindiendo homenaje a estos importantes fotogramas de La estrategia del caracol. Sin lugar a dudas, mucho de lo que vemos hoy del cine colombiano, se lo debemos a ella: a una infalible estrategia del caracol, dedicada (no pudo haber en esos momentos duda alguna) a la periodista Silvia Duzán, quien el 26 de febrero de 1990 fue vilmente asesinada con líderes campesinos de la Asociación de Trabajadores campesinos del Carare (ATCC), por parte de los grupos paramilitares de la zona.
Sergio, el caracol
Después de varias interrupciones, había oído su voz pausada a través de la línea telefónica. Sergio Cabrera, atendía la llamada que le hacía desde una tienda, cerca del Teatro Calamari, para luego llegar a un acuerdo de volverlo a llamar al día siguiente, a la diez de la mañana.
Cada una de las aspas del crepúsculo hacía tiempo que cubrían la ciudad, y cerca del parque Centenario, esperaba el grupo de compañeros alrededor de una de aguardiente. No resistíamos la emoción de encontrarnos por las calles nostálgicas y coloniales de Cartagena de Indias, cuyos habitantes se pasean en medio de un urbanismo amenazante, por la convivencia, a manera de simbiosis, de dos ciudades en una, que se excluyen entre sí: la parte histórica de su arquitectura y la mansedumbre por pobreza de la Cartagena rasa, tienen importancia en la medida en que sirvan al utilitarismo del comercio y la barbarie. Sin embargo, los balcones coloniales alumbrados por el atardecer, los recovecos adoquinados mostrando sus grietas como cicatrices y el murmullo de los transeúntes, registran algo de poesía en el ambiente, aún más, por los colores del trópico que se ven por doquier, lo cual revitaliza los espacios de aire humano.
A media noche, en el cuchitril de una casa de dos pisos que servía de estructura al motel La española, escamoteaba los temas de la entrevista. Al día siguiente, ante una mañana radiante, experimentamos de nuevo la dificultad de comunicarnos con el hotel donde se hospedaba Sergio Cabrera. A través del hilo telefónico del servicio público, confirmé el encuentro con el joven cinematografísta colombiano para la dos de la tarde.
Llegamos al hotel a la hora acordada. Era el sitio de encuentro de la mayoría de los invitados al Trigésimo Cuarto Festival Internacional de Cine y Televisión de Cartagena de Indias, entre los que se encontraban: la escritora mexicana, Laura Esquivel; el director de cine alemán, Werner Herzog; el escritor estadounidense, William Styron; el sorprendente contrabajista cubano, Israel López Cachao (como su ritmo no hay dos) y el maestro en artes plásticas, importante escultor colombiano, Enrique Grau.
Después de comunicarnos con Sergio, nuevamente, por la línea interna del hotel, lo esperamos en el comienzo de una escalera que contrastaba, por su diseño antiguo, con el lujo que le antecedía. En medio de una resignada espera, Sergio Cabrera, descendía, parsimoniosamente, con Florina Lemaître, su compañera y una de las actrices renombradas en el panorama de la actuación en Colombia.
Nos presentamos en nombre del proyecto literario que representaba y lo abordamos con la pregunta inquietante acerca de los orígenes de la concepción de su último trabajo fílmico: ´La estrategia del caracol´.
Inició su conversación refiriéndose a la historia real que le dio argumento a su película, para dejarla al instante, se disponía a saludar a un amigo.
Desde el primer contacto, se siente la personalidad hermética de Sergio Cabrera: enconchado como un caracol, sabe de las estrategias del molusco, para responder a las preguntas y, en la menor oportunidad posible, ante el mínimo descuido, se remonta en lo más alto de la casa que lleva a cuesta, y mira, desde su escondrijo, de manera prevenida, como oliendo el peligro.
Sergio Cabrera, nos manifestó que lo esperáramos a fuera, en la parte donde aguardan las sillas de descanso del Hotel Caribe. Lo esperamos impacientes, hasta que, fortuitamente, nos encontramos con Fausto Cabrera, uno de los actores de La estrategia del caracol y padre de nuestro entrevistado, el que se había esfumado minutos antes.
En esa oportunidad, representamos el proyecto literario de estudiantes de la Universidad del Atlántico: Contracarreta, que tenía como slogan lapidario Por la terquedad del arte, y era, además, la primera vez que visitábamos el Festival Internacional de Cine y Televisión de Cartagena de Indias.
En medio de la conversación con Fausto Cabrera, apareció, nuevamente, Sergio, con su rostro de tímido y su precavida forma de hablar. Sin embargo, con su último trabajo fílmico, ha colocado de nuevo y de manera locuaz, en el plano de la discusión y el interés nacional, a unos de los quehaceres más marginales de nuestra cultura: el cine. Sergio Cabrera, se ha mantenido, esporádicamente, confiando en su imaginación, para reafirmarse como uno de nuestro directores más importante, y nos recuerda, de alguna manera, la época de las intenciones fílmicas, muy prometedoras, que se hacían desde la periferia de los grandes centros del cine mundial, en los años 60s y 70s, en la cual Latinoamérica presentaba de vez en cuando su muestra: los documentales argentinos ‘Tire dié’ (1958) de Fernando Birri y Las horas de los hornos (1968) de Fernando el Pino Solana o el cine novo de Brasil con Dios y el diablo en la tierra del sol (1964) de Glauber Rocha.
En ese sentido, sostuvimos una conversación fragmentaria con Sergio Cabrera; sin embargo, en ella, resalta algunos matices de la dificultad de hacer cine. Ese complejo interludio de imágenes que nos deleitan al verlas en las pantallas de los teatros, sin imaginarnos lo arduo de su realización silenciosa y pausada.
Sergio, ¿Cómo se concibió la idea de la película La estrategia del caracol?
Vi la noticia en un periódico, donde hablaban de un desalojo más o
menos de ese estilo, como el narrado en la película, y cuando el juez había llegado, no había encontrado la casa. Y a partir de esa idea comencé a construir una historia, que después escribí con Ramón Jimeno y Humberto Dorado, tratando de averiguar que era lo que había pasado en esa casa.
Ahora ¿la dificultad que tuviste para la realización de este proyecto? Tenemos conocimiento que demoró cuatro años y fueron unos trabajos que se interrumpían
¿cómo fue ese proceso?
Las dificultades económicas en el cine son muy comunes, especialmente, en el latinoamericano. Mi primera película había sido más o menos lo mismo, que parte sin tener dinero suficiente y después es difícil conseguir el que falta. Pero sabía que iba a ser así desde que comenzó el rodaje. Sí yo esperara tener todo el dinero listo para empezar una película, no empezaría nunca. Entonces, empecé la película sabiendo que no iba tener dinero para terminarla, y me demoré dos años consiguiendo el dinero para hacer la postproducción. Lo que sucedió ahí, además, fue que en medio del rodaje tuve que hacer la serie Escalona, y parte del tiempo que demoré, no fue sólo por la dificultad económica, sino, tuve que aceptar otros trabajos para poder vivir, por que una película me cuesta mucho dinero, y aunque no puse todo el dinero de la película, si casi todo el que ganaba, se lo metí a la película; y la serie Escalona, me tomó a mí un año y medio de trabajo. Entonces, cuando terminé Escalona, decidí seguir adelante con el proyecto, y me conseguí dinero, bueno, un poco aquí, allá, en Francia, España, y, afortunadamente, conté con la ayuda de Gabriel García Márquez, que me estimuló mucho, en un momento en que tenía muchas dudas, respecto de seguir o no con ese proyecto.
Es de conocimiento tu participación en el llamado fenómeno del Cine sobre- precio ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué opinión tienes con respecto a esa etapa del cine colombiano?
A mi me parece que el Cine sobre-precio fue muy importante. No se supo valorar en su momento. Los críticos y el público se impacientaron, no dieron tiempo a que empezaran a mejorar las cosas. Creo, que, si se hubiera seguido, en vez de acabarlo, se hubiera buscado mecanismos para mejorarlo, podría seguir siendo una herramienta muy valiosa, para el surgimiento de gente joven. Arrancar a hacer cine es muy difícil. Esto era como un estimulo para los cineastas jóvenes, en ese sentido hice como unas cinco o seis películas de Sobre-precio, y a todas le fue bien, y, realmente, aprendí mucho con el Cine Sobre-precio.
Algunos que le hicieron críticas a este fenómeno del Cine sobre-precio, entre esos, el director de cine colombiano, Luis Alfredo Sánchez, manifiestan que en el Cine sobre-precio se censuró mucho, desde el punto de vista político, el trabajo fílmico, por lo menos, se hizo una Junta de Calificación de los cortos. Pero, por otra parte, de manera contradictoria, el facilismo reinaba: en un año se hacían ocho cortos colombianos y a partir del Cine sobre-precio se llegó hacer ciento tres cortos, pero de muy baja calidad, manifiestan quienes criticaron ese fenómeno. Entonces, en ese sentido ¿Cómo podemos evaluar esa situación del Cine sobre- precio?
Pienso que es bueno que se haga cine, aunque sea malo; lo principal, para que
exista cine es que se haga cine, y, generalmente, cuando en un país se hace mucho cine malo, termina tarde o temprano, por ir surgiendo la gente que está interesada en mejorarlo. Eso es un fenómeno lógico y sucede con todo. No, necesariamente, en las proporciones que se hace, pero siempre es así. Hay países como México o la India, que produce mucho cine de mala calidad y mucho cine de buena calidad. El de Sobre precio, a mi modo de ver, el problema no fue, que se hiciera mucho de mala calidad. El problema fue que no se estimuló a la gente que lo hacía con buena calidad, entre ellos, los que ahora lo critican. Insisto: me parece que debería seguir existiendo un mecanismo similar al del Sobre-precio.
Sergio, inicialmente, cuando tuvimos contacto por primera vez, nos estuviste hablando como se concibió la película, y nombraste una corriente del cine a nivel europeo: El neorrealismo. Voy hacerte una pregunta en cuanto a esto: ¿Cuales han sido los directores de cine que te han influenciado, que te han marcado, que por lo menos han incidido un poco en el trabajo fílmico, que estas presentando ahora con La estrategia del caracol?
Así, muy especifico, creo que ninguno, aunque, me gusta, y hago todo lo posible, por que me influencien todos. No le tengo temor a la influencia. Hay, digamos, en el espíritu de la película, no sé, está De Sica, Fellini, los del Neorrealismo. Pero, hay cineastas modernos, como que a mi me gustan mucho, como: Bertolucci o Luis Mall, o Scorsese, no sé, son tantos los cineastas que me gustan, que ya no podría decir con precisión, ni cuales me gustan más, ni cuales me han influenciado. En todo caso, trato que me influencien todos los que me gustan, y cuando yo veo películas, siempre siento que soy como una esponja, que estoy absorbiendo cosas que me van a servir en el futuro; pero no con tanta precisión como tú quisieras que yo dijera.
Sergio, la historia del cine colombiano está formada por elementos dispersos. Al respecto ¿Cuál es la trascendencia de La estrategia del caracol a nivel del tema y su estética, dentro de esa historia del cine colombiano? ¿Qué es lo nuevo que presenta dentro de ese historial disperso?
Haber, a mí no me gusta pensar en que una película tiene que ser nueva, o que tiene que hacer algún tipo de planteamiento formal o estético nuevo. Pienso que el cine hay que hacerlo pensando mucho en el público, y eso de alguna forma, por lo menos por ahora, nos quita la posibilidad de una experimentación formal con el cine. En ese sentido, he renunciado, parcialmente, a la experimentación. Las películas que he hecho, son todas, desde el punto de vista cinematográfico, formales, diría clásicas. Sin embargo, lo que he tratado de experimentar es con la narración, con las historias que se cuentan, como la forma que se escogen las historias, los personajes, y lo hago así, por que pienso, que aunque preferiría, de pronto, no estoy seguro, hacer un cine más intelectual, mucho más depurado, en este momento necesito hacer un capital, y ese capital es el público, y el público, todavía no lo tengo ahí, como para empezar a experimentar con él, por que una experimentación en cine , hay que hacerla con un público.
Pienso que a partir de lo que he hecho ahora, podré seguir empezando hacer un cine cada vez un poco más complejo, y, el público, va ir aprendiendo. Somos como un grupo de estudiantes que vamos mejorando y agudizando nuestra percepción del cine. Pero no pienso que la película La estrategia… tenga nada, especialmente, novedoso. De pronto, un poco, que se yo, un trabajo coral de muchos personajes. Pero, en verdad, no tiene nada novedoso, específicamente, no creo, y no fue esa la intención. Al contrario, la intención mía, era tratar de jugar con la historia y no con lo estético.
Sergio, vayamos un poco más con respecto a la película ¿Cómo fue la escogencia del elenco, el reparto? ¿Cómo te apoyaron ellos en vista de la precariedad de la película en cuanto a términos económicos? ¿Cómo se fue dando ese trabajo a nivel colectivo?
Esos son procesos que no son tan precisos: selecciono a los personajes un poco a corazón, voy buscando. Trato de usar siempre a mis amigos, primero, a mis amigos y mis familiares, para hacer un personaje, recurro mucho a los amigos de mis amigos. A mi no me gusta, no me interesa, digamos el juego de descubrir nuevos actores. Pienso que el cine es un ejercicio muy complejo, y se debe hacer con gente que haya trabajado con uno. A mi me cuesta mucho trabajo sacar lo mejor de si mismo a cada actor. Prefiero que sea gente dispuesta a aceptar mis exigencias, incluso mis caprichos cuando los tengo. Entonces, los procesos de selección, tanto de casting artístico,
como de equipo técnico, los hago, básicamente, pensando en gente que conozco, y que va a responder; y cuando, por alguna razón, tengo que escoger a alguien que no conozco, que no ha trabajado conmigo, y que nadie me puede recomendar, me guio un poco, por mi primera impresión: la forma como mira, como se mueve. n ese sentido, soy muy cuidadoso para armar mi equipo de rodaje, por que muchas películas se dañan, cuando se daña el clima de rodaje.
Sergio ¿Cómo ha sido la participación como productor ejecutivo de Salvo Basile?
La única película que ha hecho Salvo, como productor en Colombia, es La estrategia del caracol, las otras han sido películas italianas en las que él ha trabajado. En esta lo hizo muy bien, fue una pieza fundamental en el trabajo. Daba mucho apoyo, organizó demasiado bien el proceso de producción, mantenía muy en alto el ánimo del equipo. Es una persona que ha sido muy importante en el proceso de producción de la película, por lo menos aspiro a seguir trabajando con Salvo, por que fue una colaboración muy fructífera.
En cuanto al manejo del tiempo en la película ¿como sientes que te fue con el Flash Back?
Siento que no hubo dificultad para que la gente pudiera establecer, claramente, que la historia es un recuerdo. Y la razón por la que se hizo así, es por que quería que la historia fuera contada por alguien, por la sencilla razón que es una historia que no me parece real. Lo que hacen los protagonistas de La estrategia… eso no se puede hacer, aunque quieran, ni con cuatro grúas, tampoco se puede hacer. En un mes no puedes llevarte una casa para otro lado. La historia es verdad por que la cuenta el culebrero (Luis Fernando Múnera), y es verdad que la cuenta, y, el periodista (Carlos Vives), graba lo que esta contando el culebrero, que puede ser verdad o mentira. Es el mecanismo con el cual esta construida la historia, por que, si la película no tuviera un culebrero, habría que entrar a explicar una cantidad de cosas técnicas que son poco probable de que sucedan, no.
Sergio, en una entrevista recepcionada en El Espectador, manifiestas que ya no te inquieta mucho un proyecto revolucionario. Posiblemente hayas caído en un escepticismo en cuanto a la realidad, que lo tuyo es el anarquismo ¿Cómo nos puedes manifestar esa apreciación con respecto al mundo?
No. De pronto comprendiste mal. O sea, nunca he sido anárquico, ni siquiera conozco que es el anarquismo, nunca he leído un libro de anarquismo, no. Cuando digo que tengo una forma anárquica de pensar, me refiero que no tengo un método preciso para pensar. Tampoco es cierto que no crea en un proceso revolucionario, lo que no encuentro es con quien (risas en el grupo). Estaría dispuesto a colaborar en cualquier proyecto revolucionario, pero la gente que conozco, que está manejando esos proyectos, los está haciendo todavía con esquemas muy viejos, y creo que no van hacía adelante, no tienen un rumbo como el de La estrategia…. En ese sentido, quisiera un movimiento revolucionario que me planteara una locura con imaginación, que estuviera pensando en el futuro. Pero los movimientos revolucionarios en lo único en que piensan es en tomarse el poder, para hacer lo mismo que hacen los de la derecha, para corromperse y enriquecerse; para eso, prefiero que las cosas sigan como están. De otra manera, estaría interesado en procesos revolucionarios, donde lo primero que se cuestionara fuera el concepto de poder. El poder no puede ser lo mismo para la izquierda que para la derecha. La izquierda debería manejar un concepto de poder mucho más depurado, mucho más romántico, mucho más revolucionario. El poder no consiste en que los amigos de uno se vuelvan ministros, y que los hijos y las esposas de uno vivan mejor. Pienso, que por eso tengo una actitud escéptica. Aún así, no descarto la posibilidad, que, frente a un movimiento revolucionario joven, dinámico, pueda integrarme, nuevamente, a ese movimiento. Pero no es el caso. En Colombia no conozco una organización que llene los requisitos en ese sentido. Me llama la atención, por ejemplo, en Italia, en estos momentos, en donde ha habido un cambio tan grande en la política, que la gente de izquierda se vuelve de derecha, sin cambiar de posición, por que el país cambia tan rápido, que uno ve en ese país que se siente la necesidad de tomar posición política muy precisa. En Colombia, no siento la necesidad de tomar posición política, por que se, que haga lo que haga, ellos van hacer lo que quieren (se ríe tímidamente). No da mucho entusiasmo participar.
Sergio, ahora lo que viene es bastante difícil. La estrategia del caracol, la asimilo como un hijo que se separa y coge su propio camino. El proyecto a que te enfrentas ahora, tiene que superar al anterior ¿Cómo lo ves en ese sentido?
No. No lo veo así. Pienso que el próximo proyecto no tiene por que superar al anterior. Para mi tranquilidad creativa, me he hecho a la idea de que estoy, absolutamente, seguro que voy hacer películas mejores que La estrategia del caracol, pero no necesariamente la próxima. De pronto la próxima no va hacer tan buena, de pronto va a ser peor. Pero eso es parte del juego y del riesgo del trabajo creativo. Si me dedico a pensar solamente en la idea de superar ésta película, de pronto lo que hago va hacer encerrarme en un concepto reaccionario de tratar de copiarme a mi mismo; entonces, me he dado mucha libertad y quiero seguir trabajando como siempre, como si no hubiera hecho ninguna película. Y, vamos a ver, la película hablará por sí misma. Pueda que sea mejor, pueda que no lo sea; pero no es el punto de partida para trabajar un proyecto. El único punto de partida, para trabajar el próximo proyecto, es que debe seguir respondiendo a mis creencias filosóficas, ideológicas, espirituales, en torno a que debe ser el cine, para que y para quien.
- Gracias, Sergio, por concedernos la entrevista.
Nos miró fijamente antes de la despedida y de su rostro exhausto se desprendió una risa entrecortada y plagada de timidez, aflorando las gesticulaciones que nos decían hasta otra oportunidad, en un lacónico anglicismo:
- Ok.
Marzo de 1994. Festicine Cartagena de Indias
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