Por: José Matias
Una tensa calma se siente en la calles del municipio costero, tal vez el más privilegiado geográficamente de todo el departamento de Sucre, la misma geografía que le genera la desgracia del conflicto armado, en este momento con una especie de guerra psicológica, en el que todo mundo sabe que pasa algo, pero nadie se atreve a hablar porque tal vez el interlocutor haga parte del proceso de infiltración que la estructura criminal ha hecho de la sociedad civil. Es como una suerte de secreto a voces.
El momento histórico que ha vivido el municipio habiendo elegido un alcalde de estirpe popular, gestionador, de obras y resultados se ve empañado por la parálisis de las obras civiles que hace décadas no se veían en el municipio, la razón de los retrasos es que la estructura de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) hace de las mismas una despensa económica para la estructura.
Algunas obras, entre las que se destacan la pavimentación del barrio La Popa, Alto Prado, Calle El Arroyito, barrio Kennedy y San Antonio y más crítica aún la adecuación del Estadio 12 de Junio, la construcción del acueducto de Rincón del Mar, situación que preocupa a las autoridades, pues se socializó la pavimentación de el barrio El Porvenir, seguramente la obra correrá la misma suerte de extorsión como las anteriores.
La comunidad en su justo derecho reclama la conclusión de las obras, verlas paralizadas no solo causa traumatismos, también frustración en quiénes desean ver a San Onofre, más bonito.
Es válido recordar que las AGC implementaron un paro armado el año pasado, encerrando a la comunidad casi por una semana, y el gobernador de Sucre, Héctor Olimpo Espinosa, en una entrega de obras en la vereda La Lucha, prometió a la comunidad combatir el crimen organizado, promesa que quedó en discurso.
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