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Nada de flores, la lucha de la mujer es la transformación social

Por: Dioniso



Si yo fuera mujer y me regalaran en el “día de la mujer” flores o chocolates, se las tiro en la cara.


Hay mujeres colombianas que admiro con mucho ahínco: María Cano, Betsabé Espinal, Gabriela Peláez Echeverri y Margarita Villaquirá por sus protestas a principios del siglo XX en aras de la reivindicación de los derechos sociales y políticos de las mujeres en una sociedad que, aunque ha mejorado todavía tiene lastres conservadores y neoconservadores que conciben a la mujer con estereotipos simplistas de ser “mamá”, “buena”, “amorosa”, “del hogar” etc.



De igual manera, desde mi ignorancia sobre el arte alabo y suspiro por Felisa Bursztyn, Débora Arango, Petrona Martínez, Patricia Cardona por sus aportes a lo sublime, a la poesía llamada escultura, al color y al sonido. Desde el punto científico respeto como académico que soy a Ángela Restrepo, Magdalena León, Claudia Mosquera, Deyanira Corso y Ángela Becerra.


No obstante, una de las mujeres que más me deslumbra y respeto en el presente es Francia Márquez. Una mujer negra en un país que se cree blanco y que nació en uno de los lugares con mayores problemas sociales de pobreza, exclusión y violencia como es el norte del departamento del Cauca.


Graduada como técnica agropecuaria del SENA, es abogada de la Universidad Santiago de Cali; ha sido lideresa socioambiental contra la minería ilegal. Fue galardonada con el Premio Medioambiental Goldman en el año 2018 y en el año 2019 estuvo en el top de las mujeres más influyentes realizado por la BBC. En el presente aspira a ser la primera mujer negra presidente por el Pacto Histórico


Ha sido discriminada, violentada por elementos por fuera y dentro de la “ley” pero su tenacidad, su amor al territorio y a la territorialidad la hacen ser una mujer en todo el sentido de la palabra.


A una mujer como ella y a las demás nombradas y a muchas que no he podido leer y conocer jamás las insultaría dándoles un patético chocolate o unas flores. Algo que simboliza el patriarcado, el machismo reinante que las concibe como pequeñas y necesitan de objetos limitados pero simbólicos de represión y exclusión.


Y más con los datos tan escalofriantes socioeconómicos sobre lo que les pasa a las mujeres en Colombia y en el mundo. Desde la teoría del capital humano las mujeres en promedio estudian más, tienen más experiencia, mejores competencias blandas que los hombres en características similares, pero son remuneradas con menores ingresos.



Los indicadores sociodemográficos de feminicidio catalogan a Colombia como el país mayor infractor en América Latina y no olvidemos la violencia familiar y del conflicto armado interno. No obstante, la Corte suprema sancionó el aborto legal hasta la 24 semana lo cual es un gran triunfo para el feminismo. Gracias mujeres.

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