La revolución de la edición genética con CRISPR llegó en 2012 con el descubrimiento por parte de Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier del bisturí genético CRISPR Cas9, que permite editar de manera sencilla y barata el ADN de cualquier organismo, y con el que estas científicas lograron el Premio Nobel de Medicina en 2020.
Esta herramienta no se hubiera podido desarrollar sin la contribución del biólogo español Francisco Mojica, descubridor de las secuencias CRISPR, un mecanismo de defensa incorporado en el ADN de los microorganismos para enfrentarse a los virus. “La investigación pionera de Mojica fue la que abrió el camino para el desarrollo de CRISPR Cas9", reconocía la propia Doudna.
Cas9 ya se ha aplicado en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer, enfermedades de retina, anemia de células falciformes y beta talasemia. También en cultivos y en ganadería y en otros usos menos éticos, como fue la creación de bebés modificados por el genetista chino He Jianku, que causó un gran escándalo y acabó con este científico en la cárcel.
Ahora los científicos se afanan investigando las características de diferentes tijeras moleculares, de CRISPR para tratar de avanzar en lo que llaman la ‘navaja suiza’ de la edición genética. SINC
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