Mientras el racismo es condenado por el mundo y hay casos ejemplarizantes de justicia por los comentarios ofensivos en redes sociales, en Colombia la cantante Marbelle es denunciada penalmente por los comentarios ofensivos en contra de la candidata vicepresidencial Francia Márquez. Muchos temen que el caso quede impune y claman un proceso judicial contundente.
La lucha contra el racismo es un imperativo en el mundo. El miércoles 30 de marzo, la justicia británica condenó al joven Justin Lee Price, de 19 años, a seis semanas de prisión por mensajes racistas publicados en Twitter y que se ensañaron en contra de Marcus Rashford, futbolista del Manchester United, quien no brilló en el partido en el que su equipo fue derrotado en la final de la Eurocopa.
El fiscal Mark Johnson, quien estuvo al frente del caso, dijo que Price “se dirigió a un futbolista por su color de piel y su gesto en un gesto claramente racista y odioso (...) Espero que este caso envíe el mensaje de que no toleramos el racismo y que los delincuentes serán perseguidos con todo el peso de la ley”.
Es un hecho casi calcado en toda Europa y la justicia no pierde el tiempo: investiga y condena. El Reino Unido, reveló el diario El Español, tiene 400 investigaciones por abuso racista contra entrenadores y futbolistas. Todo se ha adelantado desde las redes sociales, pues las autoridades quieren borrar del imaginario que allí se goza de alguna impunidad.
En Colombia hay 3 millones de personas afrodescendientes, una población tan grande como Medellín. Los departamentos con más ciudadanos que se autorreconocen como afros, negros, raizales o palenqueros son Valle del Cauca, Chocó, Bolívar y Antioquia. La gran mayoría ha permanecido marginada —su pobreza multidimensional es del 30,6 %, once puntos por encima de la media nacional—, por los estereotipos y la discriminación. Por eso cuando Marbelle, una cantante de música popular, le dice a Francia Márquez que es “King Kong” en una clara comparación racista con un primate, no se está hablando de una simple crítica ni de una ofensa, sino de un delito.
La Ley 1482 de 2011 condena los actos de discriminación, y en su Artículo 134 B dice expresamente: “Hostigamiento por motivos de raza, religión, ideología, política, u origen nacional, étnico o cultural. El que promueva o instigue actos, conductas o comportamientos constitutivos de hostigamiento, orientados a causarle daño físico o moral a una persona, grupo de personas, comunidad o pueblo, por razón de su raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual, incurrirá en prisión de doce (12) a treinta y seis (36) meses y multa de diez (10) a quince (15) salarios mínimos legales mensuales vigentes, salvo que la conducta constituya delito sancionable con pena mayor”.
Los casos que se investigan en Europa son completamente comparables con los insultos de Marbelle hacia la fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro: hay una ofensa racista —no se menciona nada político allí— y se usaron las redes sociales para proferir. Y, como si fuera poco, la cantante, que tuvo sus momentos de gloria a finales de los años noventa, no se echó para atrás y, al contrario, repuntó con más fuerza señalando que ella ha sufrido insultos por su vida y por su cuerpo.
La cantante está desfasada en la comparación. Si bien vivimos en una sociedad donde el matoneo lleva a millones a la depresión y a atención psicológica, el racismo está asociado a la esclavitud y a la persecución de pueblos enteros. La carga de invisibilización es enorme; según el censo del DANE en 2018, la población afro en Colombia tiene una privación del trabajo formal e informal, bajo nivel educativo, rezago escolar y acceso limitado a servicios básicos. El 40 por ciento de esta población no tiene acceso a fuente de agua mejorada y el 18 por ciento es analfabeta.
No es el momento de pasar por lo bajo los insultos racistas. Con los días, Marbelle ha tratado de virar el insulto racial hacia la crítica política —desde hace varios años se ha mostrado como una crítica feroz de Gustavo Petro—; ante un mensaje de reconciliación de Francia Márquez dijo: “Y le devuelvo su abrazo ancestral para que se lo guarde. Usted no me da confianza ni me representa en ningún sentido... a mí no me venga con el discurso barato con el que quiere engañar a la gente”.
Quizá ahora lo que más preocupa es el apoyo que han recibido este tipo de trinos racistas y la justificación que le encuentran en otro tipo de matoneo. El columnista David Ghitis —a quien Petro llamó neonazi— también ha lanzado una cruzada de insultos racistas; el 27 de marzo trinó: “¿Las Águilas Afrodescendientes ya abrieron cuenta en Twitter?”: “Hay que ser incluyentes... Se dice ‘Águilas afrodescendientes’”.
Denuncias formales
Pero estos insultos no se van a quedar en la soledad de las redes sociales. Por el momento, el caso de Marbelle ya tiene dos denuncias formales en la Fiscalía General. Por un lado, el congresista Roy Barreras —uno de los alfiles más importantes del Pacto Histórico— salió en defensa de Francia y dijo: “He presentado una denuncia penal contra Marbelle por violar la ley antirracismo y el código penal insultando e injuriando a nuestra candidata vicepresidencial, Francia Márquez. Señora Marbelle, ¿creyó que podía escupir su racismo impunemente?”.
A la querella de Barreras se unió la del colectivo Justicia Racial. El abogado Alí Bantú Ashanti —miembro del colectivo— dio en la diana con el comentario de Marbelle, alejándolo de las comparaciones con el matoneo que pululan en las redes sociales: “Proyecta un imaginario racista, con lo cual hiere la dignidad y sentimientos de las personas afrodescendientes. Estos estereotipos son de vieja data, propios de la de la historia de esclavitud y racismo cotidiano. Hoy están sembrados en la conciencia colectiva nacional y reforzados con este tipo de conductas de que las personas afrodescendientes son inferiores, parecidos a los simios, monos o gorilas”.
Y aunque la ley es clara, y las denuncias ya están en el despacho de Barbosa, Marbelle ha insistido que lo suyo es un acto de honestidad. Dijo destempladamente la cantante en Twitter: “Que tengan miedo los que han asesinado y secuestrado. Que tengan miedo los que no pueden explicar de dónde viene la plata que les encuentran en bolsas o maletas. Que tengan miedo los que han incitado a matar policías y, sobre todo, que tenga miedo el del nene de King Kong”. Y más adelante: “Aquí estaré con mi frente bien alto, atenta a lo que la ley requiera de mí. Con la tranquilidad que usted (Roy Barreras) y el futuro candidato (Gustavo Petro) jamás tendrán”.
La violencia que ha recibido Francia Márquez con los insultos racistas —replicados por bodegas y ciudadanos que no son tan visibles— es estructural, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, que asegura que “la persecución y las amenazas contra las mujeres afrocolombianas que participan en procesos organizados no son infrecuentes. En una encuesta realizada en 2007 por la Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados, Afrodes, se encontró que el 27,1% de las mujeres encuestadas habían reducido su participación en procesos organizados después de recibir amenazas”. Según el Departamento Nacional de Planeación (DNP), la participación política ha sido uno de los principales terrenos de exclusión de las mujeres colombianas y, sobre todo, de las mujeres afrocolombianas.
Es la primera vez que una mujer afro se asoma con verdaderas opciones a la Casa de Nariño; lejos de cualquier discusión sobre ideologías o partidos, es un hecho histórico el crecimiento que ha tenido Francia Márquez como figura de la discusión nacional: le ha dado cara a los desamparados, a los desarraigados, a los que dan luchas feroces en el campo.
El escritor Javier Ortiz Cassiani escribió en su columna de El Espectador: “No tengo la menor duda de que estamos en un momento histórico para la nación y, más vale, para la salud del país, que algunos empiecen a aceptar como la cosa más natural —así como han naturalizado el odio, el clasismo y el racismo— que una mujer negra, de orígenes rurales, de escasos recursos económicos, luchadora y de izquierda, puede ser la vicepresidenta de Colombia”.
Hasta el momento, Márquez no le ha prestado mucha atención a los comentarios racistas que le llegan todos los días en las redes sociales; muy por el contrario, ha tratado de encontrar un punto de reconciliación con quienes la atacan, pero a veces ni siquiera es escuchada.
Hay que recordar que son cinco las fórmulas vicepresidenciales que aspiran a la Casa de Nariño, ya sabemos de Márquez y le siguen Luis Gilberto Murillo, Marelen Castillo, Ceferino Mosquera y Sandra de las Lajas. Esta es una clara muestra de que el país está cambiando, transita caminos que hasta ahora eran inéditos y el racismo no cabe en él. EL COLOMBIANO
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