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El debate estéril en Polonuevo



El debate que han propiciado los opositores al gobierno en Polonuevo para buscar que se suspenda el proyecto de unas inversiones con fondos de créditos por $1.500 millones me hizo echar una mirada a la agenda de proyectos necesarios y su posible costo para cumplir algunas metas locales que se desprenden de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.


Resulta que en los próximos cien meses (hasta diciembre 31 de 2030) Polonuevo y su territorio, donde habitan hoy 18 mil habitantes, requiere inversiones del orden social, económico y ambiental por unos $300 mil a $400 mil millones, de los cuales solo estarían asegurados unos $100 mil millones, dada la inercia presupuestal, pero los obstructores en su ceguera conceptual tratan de bloquear la inversión con créditos bancarios que ha sido puesta en marcha y que representa menos del uno por ciento de la cifra necesaria. Menos del uno por ciento.



En efecto, la inversión anual proyectada está en salud, educación y agua, por mandato constitucional (artículo 366) y son recursos que no pasan por la tesorería municipal. Para lo faltante en estos servicios y todo lo demás hay que fajarse tanto los gobiernos como la comunidad. Pero esta última carece de energía para propiciar gobiernos más eficientes y así ha sido siempre. De ahí la credibilidad baja en los actores políticos.


Como he señalado antes, el municipio es demasiado débil en su estructura institucional para lo que se necesita. Urge una reforma pero las élites polonueveras muestran escaso interés en estos temas de orden político.


En el debate ahora hay expresiones que implican celos políticos que no tienen sentido en una comunidad que debe estar más cohesionada que nunca y con criterios de inclusión para mejorar indicadores de desigualdad y pobreza. El Covid ha puesto de presente al mundo que cada día se es más interdependiente. En Polonuevo, por el contrario, promueven algunos los discursos de persistencia de la pobreza. Mas división es más pobreza y más desigualdad. Negociantes de votos reconocidos durante las elecciones son protagonistas mediáticos o radiales para frenar las oportunidades. Son parte del petrismo indecente que fue en esa campaña.


El error colectivo es no entender que el financiamiento del desarrollo es de variadas fuentes y que el sector público debe incentivar la inversión privada creando bienes públicos, que son obras y servicios. Además, los obstructores no han tenido en cuenta lo perverso que ha resultado en la historia de Polonuevo el mensaje de que todos los líderes polonueveros son malos y no merecen confianza. Promueven con entusiasmo las malas noticias sobre Polonuevo y los polonueveros.


Resulta este municipio, entonces, tierra árida para hacer inversiones de desarrollo públicas y privadas. Así lo ha sido siempre y por eso su atraso relativo o comparativo con los demás municipios del entorno.


La invitación que hago es a la unión o alianza para hacer más posible el cambio de vida. Un cambio por la igualdad a partir del estudio, el trabajo y la innovación. No puede ser este cambio con ignorancia de las dificultades para acceder al desarrollo a partir de las inversiones, ni con mala fe, con mentiras y calumnias, con protagonistas de pasados cuestionables, con acciones independientes cuando el mundo gira por interdependencias y mucho menos habrá desarrollo sin considerar los esfuerzos de inclusión necesarios para las inversiones necesarias.


Las demandas de recursos son grandes para lo necesario y el crédito bancario que obstruyen es pequeño.


Vean nada más estos datos sueltos. En los próximos cien meses en Polonuevo tienen que resolverse problemas ya urgentes en servicios públicos y vivienda que suman más de 60 mil millones de pesos, construir el colegio para los niños de 6 a 12 años (unos 25 mil millones), construir la Casa de la Cultura Julio Ojito Mendoza (unos 20 mil), el polideportivo (24 mil), ampliar el hospital Hernán Amador y sanear sus finanzas, garantizar mejor la seguridad ciudadana, emprender la reforma administrativa municipal para que se oriente de veras al servicio, crear un sistema de participación comunitaria, modernizar el sistema tributario, construir la variante de la carretera Riomar, terminar la malla vial urbana y la red rural o terciaria, dotar de agua potable a la zona rural, desarrollar una reforma agraria, construir el mercado público, crear un sistema de riego para uso productivo, construir una infraestructura de turismo y emprender la reforma educativa que le de oportunidades a las nuevas generaciones.

Grave que la recuperación en post pandemia no contenga una oferta juiciosa o responsable de salud mental porque en todo el mundo se reconocen los efectos del trauma de la peor tragedia en cien años con 1.7 millones de muertes en América Latina, de los cuales fueron unos cien en Polonuevo y Pitalito, si se incluyen los fallecidos fuera de su territorio con impacto emocional local.



Es notorio que las alteraciones de convivencia que en estos días se registran tienen en la pandemia su explicación más probable. Peleas, macheteras, robos, infidelidades, todo lo que se deplora en las redes sociales, no es ajeno a dos años duros de confinamiento, pérdidas de empleos y otros problemas del Covid.


Ubicado en la zona Centro de la división territorial del Atlántico, con vocación de Área Metropolitana y el nororiente industrial, Polonuevo tiene numerosas oportunidades económicas y de servicios sociales, incluyendo empleo, hasta ahora desaprovechadas por causas que se tienen que estudiar con profundidad pero que no se hacen las investigaciones porque nos mata la controversia estéril y el pugilato sin sentido que propician medios de comunicación y redes sociales. Desde luego, la inexistencia suficiente de sociedad civil respetable.



Sensatez, sensatez, desde la comunidad, y, obvio, mejor gobierno… Polonuevo debe hacer un mejor esfuerzo en liderazgo y gerencia para que nadie se quede atrás. Los doce elegidos en octubre de 2019 tienen cada día menos tiempos pero tienen tiempo.


Y, debe repetirse, el deber de todos de construir capital social es apremiante para cualificar el debate sobre lo público y con eso mejorar oportunidades para el desarrollo en estos cien meses que vienen.

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