“No se habita una patria, se habita una lengua”: Ciorán. Hace ya 12 años (2010) que las Naciones Unidas consagraron el 23 de abril para celebrar todos los años el Día de las lenguas, para conmemorar la diversidad cultural y el multilingüismo, aunque por muchos años se aludía solo a la lengua española, tanto más en cuanto que la fecha escogida responde al día en que se celebraron las exequias en el año 1616 de Miguel de Cervantes.
Colombia se había adelantado a tan merecido reconocimiento, ya que en la administración de Alfonso López Pumarejo se instituyó esta misma fecha como Día del idioma mediante el Decreto 707 de 1938, para homenajear a Cervantes. Posteriormente, en agosto 6 de 1960 fue sancionada la Ley 2ª del mismo año “por la cual se dictan medidas para la defensa del idioma patrio”, se señala “el 23 de abril para recordar al autor del Quijote y rendir culto al idioma” y se establece que “la Academia Colombiana de la Lengua será cuerpo consultivo del gobierno para cuanto se relacione con el idioma y literatura patrios y fomento de las letras”.
Justo es reconocer que sólo con la expedición en 1991 de una nueva Constitución Política, que abolió la centenaria de 1886, pasamos del singular al pluralismo la caracterización del Estado colombiano, como quedó consagrado en su artículo 1º. Colombia desde siempre ha sido un crisol de razas, como lo concibe José Vasconcelos en su libro ‘La raza cósmica’, “un sancocho de gente”, como lo llama coloquialmente el periodista Juan Gossaín, lo que hizo entonces la Constituyente fue reconocer el carácter multiétnico y pluricultural de nuestra sociedad. Aquí en Colombia coexisten varios idiomas, tantas lenguas como pueblos aborígenes. No hay, entonces, tal “idioma patrio”, ¡se impone la pluralidad!
Así quedó claramente establecido en el Artículo 7º de la carta: “el Estado protege y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana”. De ello se sigue que, como los dispone el Artículo 8º “es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación”. Y, aunque “el castellano es el idioma oficial de Colombia”, como reza el Artículo 10, “las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios”. Y va más lejos cuando dice que “la enseñanza que se imparta en las comunidades con tradiciones lingüísticas propias será bilingüe”.
Tales principios constitucionales han sido anclados por la Ley. En efecto, en la Ley 1381 de 2010 se “dictan normas sobre reconocimiento, fomento, protección, uso, preservación y fortalecimiento de las lenguas de los grupos étnicos de Colombia y sobre sus derechos lingüísticos”.
Indudablemente, tanto en la constitución como en la legislación se ha avanzado, pero, como bien dijo el caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán “el pueblo no demanda la igualdad retórica ante la ley, sino la igualdad real ante la vida”. Y de ello es de lo que se trata, de pasar de la retórica a la realidad!
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