La llegada de la COVID-19 llevó a que millones de personas quedaran desempleadas y que muchas más empezaran a vivir en condiciones de pobreza, con lo que se deterioró la calidad de vida de los colombianos. De hecho, la Encuesta de Pulso Social del Dane evidenció que el número de personas que comen menos de tres veces al día se triplicó durante la pandemia.
Esta disminución en el bienestar tiene un efecto directo sobre el tamaño de los niños y ya se empiezan a evidenciar las consecuencias. Un estudio que hicieron Ángela Granger y Adolfo Meisel encontró que aumentó la probabilidad de presentar bajo peso al nacer en los niños que fueron concebidos durante los primeros meses de la pandemia.
Meisel explicó que tener bajo peso al nacer (BPN) tiene altos costos sociales, pues los niños no solo tienen mayores riesgos de muerte neonatal, sino que experimentan retrasos cognitivos en su adultez.
“Los bebés con esta condición experimentan graves dificultades de salud y desarrollo, tanto en el corto como en el largo plazo: aumenta el riesgo de muerte neonatal, el retraso en el crecimiento y el desarrollo en la adultez de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión. Asimismo, incrementa la probabilidad de tener habilidades cognitivas más bajas y trastornos del aprendizaje. Diversos estudios señalan que los niños con BPN, cuando crecen, tienden a tener menor logro educativo y salarios más bajos”, dijo el experto.
Llevando las consecuencias de la crisis a un análisis macro, el efecto de la pandemia sobre la talla y desarrollo de los niños afecta el capital humano del país en el mediano y largo plazo, y por tanto, el PIB. De hecho, el Banco Mundial estima que el costo económico para Colombia del retraso en la altura de la población está entre 3% y 5% del PIB per cápita.
“Este es todo un círculo problemático porque afecta a las personas en su vida misma, que no pueden tener un desempeño adecuado en los diferentes niveles de su vida; pero además, afecta a toda la economía, porque no tenemos personas con esa capacidad de desempeño, esas personas que pueden acumular capital humano, ser productivas en el trabajo”, anotó César Tamayo, decano de Economía de la Universidad Eafit.
En ese sentido, los expertos señalaron la importancia de empezar a revertir los efectos de la pandemia, mejorando indicadores como los de la nutrición.
Contrastes
Dado que la alimentación y la estimulación durante los primeros cinco años de vida es clave para los resultados escolares y laborales de los individuos, Meisel aseguró que se deben reforzar programas de atención a la primera infancia, de la mano del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf); y que se debe garantizar el acceso a servicios públicos como agua y alcantarillado.
“Intervenir en primera infancia tiene un efecto importante en el ahorro futuro en los gastos de salud de un país y el aumento de la productividad”, afirmó Meisel.
Acompañando estas medidas, Tamayo aseguró que se debe continuar apoyando a la reactivación, con programas de generación de empleo.
De acuerdo con César Tamayo, más allá de las transferencias monetarias, es importante que se estimule la generación de empleo en la economía, pues de esta forma las familias tendrán ingresos estables que les permitan brindarle una mejor nutrición a los niños, con lo que se podría revertir la situación.
“Es importante que estas familias vuelvan a tener empleos, vuelvan a tener fuentes de ingreso, para que sea muy poco el tiempo en el que una familia pase sin tener, por ejemplo, las tres comidas al día”, anotó Tamayo. COLPRENSA
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