Aves, anfibios y mamíferos ya han sido evaluados para conocer su estado de conservación y así establecer estrategias para evitar su extinción según los criterios de la Lista Roja de Especies Amenazadas. No ha ocurrido lo mismo con los reptiles, de los que se desconocían hasta ahora la situación de la mayoría de sus especies.
Las principales razones son que se requieren muchos esfuerzos para evaluar las miles de especies de reptiles, y una cantidad sustancial de financiación. “En nuestro estudio casi resultó ser un reto; muchos financiadores favorecen los proyectos sobre especies más carismáticas como las aves o los mamíferos”, señala Bruce E. Young, zoólogo y científico en NatureServe.
Junto a más de 900 investigadores de 24 países, el experto ha realizado la primera evaluación global de estos animales analizando 10.196 especies de tortugas, cocodrilos, lagartos, serpientes y tuátaras –el único miembro vivo de un linaje que evolucionó en el periodo Triásico hace unos 200-250 millones de años–. El trabajo, publicado en la revista Nature, demuestra que más del 21% de todas ellas están amenazadas de extinción en el mundo.
Los investigadores de NatureServe, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) y Conservation International descubrieron que, al menos, 1.829 de las especies estaban en peligro de extinción –clasificadas como ‘vulnerables’, en ‘peligro’ o en ‘peligro crítico’–. Los cocodrilos y las tortugas se encuentran entre las más amenazadas, con un 57,9 % y un 50 % de las evaluadas, respectivamente.
“Más de 400 especies están en la categoría más amenazada: ‘en peligro crítico’. Algunos ejemplos son el gavial de la India, la tortuga gigante de Santiago (una de las tortugas de las Galápagos), el camaleón de nariz extraña y el lagarto gigante de Tenerife”, indica Young.
Tala forestal y otras amenazas crecientes
Los resultados, detallados para cada especie en la Lista Roja de la UICN, muestran qué especies están amenazadas, dónde se encuentran y qué amenazas son las más importantes para cada una de ellas.
Así, según la investigación, las principales amenazas son la pérdida de hábitat debido a la tala y la transformación hacia la agricultura y la ganadería. Aunque la mayoría de los reptiles vive en hábitats áridos como los desiertos y los matorrales, la mayoría de las especies se encuentran en hábitats boscosos, donde sufren amenazas.
El estudio revela así que el 30 % de los reptiles que viven en los bosques están en peligro de extinción, en comparación con el 14 % de los reptiles que lo hacen en hábitats áridos.
“En general, las inversiones en la protección de los bosques, sobre todo los tropicales, serán las que más repercusión tengan, ya que son los hábitats donde se da el mayor número de reptiles amenazados”, indica el investigador.
Por otra parte, los reptiles se enfrentan a otros peligros como la presencia de especies invasoras (como los depredadores introducidos en las islas) e incluso el comercio ilegal de especies. Los cocodrilos y las tortugas están más en peligro por la caza.
“El comercio ilegal amenaza con reducir a tamaños de población muy pequeños algunas especies, especialmente tortugas y cocodrilos. Por definición, el comercio ilegal no está regulado y, por tanto, no hay controles cuando las especies se vuelven muy escasas”, lamenta el experto.
El estudio subraya, además, que las zonas con las especies más amenazadas son el Caribe, el norte de los Andes, África occidental, Madagascar y el sudeste asiático.
Protegidos indirectamente
Al no existir anteriores evaluaciones de estos vertebrados, los científicos se mostraron preocupados de que los reptiles estuvieran pasando desapercibidos en la red de seguridad para la conservación. Sin embargo, lo que descubrieron es que “si se protegen los lugares donde conviven muchas aves, mamíferos y anfibios amenazados, entonces se protegerán simultáneamente muchos más reptiles amenazados de lo que cabría esperar por casualidad”, confiesa Young.
De este modo, la investigación permitió descubrir que la mayoría de las áreas protegidas creadas pensando en las aves, los mamíferos y los anfibios probablemente han ayudado a proteger también a muchos reptiles amenazados. Por ello, “la situación es menos grave de lo que podría ser”, asevera el experto.
“Es una buena noticia porque los amplios esfuerzos para proteger a los animales más conocidos han contribuido probablemente también a proteger a muchos reptiles. La protección del hábitat es esencial para proteger a los reptiles, así como a otros vertebrados, de amenazas como las actividades agrícolas y el desarrollo urbano”, apunta Young.
El estudio también destaca lo que podemos perder si no protegemos a los reptiles. Si cada uno de los 1.829 reptiles amenazados se extinguiera, perderíamos un conjunto de 15.600 millones de años de historia evolutiva, incluidas innumerables adaptaciones para vivir en diversos entornos.
Por eso, los científicos subrayan la necesidad de redoblar los esfuerzos mundiales para conservarlos. Pero dado que son animales tan diversos, se requiere un plan de acción multifacético para proteger todas estas especies, con toda la historia evolutiva que representan. Algunas especies, como los lagartos endémicos de las islas, amenazados por los depredadores introducidos, y las que sufren un impacto más directo del ser humano, urgen medidas de conservación urgentes y específicas. SINC
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