crossorigin="anonymous">
top of page

Petro llegó al poder antes de tiempo, a eso se debe su fracaso

Por: Rodrigo López Oviedo



No recuerdo si lo dije o lo escribí, pero, a riesgo de repetirme, lo señalo: La llegada a la presidencia de la República le resultó prematura a la izquierda, pese a haberla estado buscando por décadas y con denodadas luchas, todas ellas cargadas de heroicos sacrificios, como los de Pardo Leal, Jaramillo Ossa, Pizarro Leongómez y muchos colombianos más que por luchar por sus ideales terminaron vilmente asesinados.


He llegado a esta conclusión luego de sopesar los propósitos de transformación y las formas de gobernar por las que el pueblo ha luchado y de confrontar unos y otras con lo que ha podido alcanzar.



Gran parte de esos propósitos habían sido recogidos por Petro en sus propuestas de campaña y, luego de su triunfo, llevados al Plan Nacional de Desarrollo. Nadie duda de que, de haber logrado darles cumplimiento, habrían transformado muy satisfactoriamente a nuestro país, para bien de las inmensas mayorías, aunque también para bien del gran capital, respecto del cual el mismo programa no entrañaba, ni entraña, mayor riesgo.


Y con respecto a las formas de gobernar, se esperaba una radical ruptura con los viejos métodos de la política tradicional, en los que prácticas aberrantes como el clientelismo, el soborno, el peculado y el tráfico de influencias, entre muchas otras formas de corrupción, fueran reemplazadas por la mayor transparencia y pulcritud en el manejo de la cosa pública.


Lamentablemente, lo logrado hasta el momento es más bien poco, y todo debido a que las castas dominantes nunca han perdido el control del Congreso, lo que les ha permitido hundir la mayoría de las reformas y superficializar las pocas que ha dejado pasar.


En cuanto a las viejas formas de la política, los cambios no se han visto, y todo por lo enraizadas y extendidas que están en nuestro medio, además de contar con una extendidísima complicidad ciudadana, como lo evidencia la frasecita aquella de que “no importa que robe, con tal que haga algo”.



Estos nimios avances evidencian que la izquierda no se encontraba suficientemente preparada para aprovechar las ventajas derivadas de haberse puesto al frente del Estado, como también lo evidencia el que todavía tenga que aceptar como normal que se mantengan vigentes esos vicios que en un principio creyó estar ad portas de poder erradicar. ¿Habrá madurado algo en estos ya casi tres años de mandato? ¿Le habrán servido todos los sinsabores por los que ha tenido que pasar para comprender que ejecutivo sin legislativo no es garantía de nada y que para que pueda esperar cambios de verdadero impacto histórico necesita asumir con criterios de nuevo tipo las campañas electorales que se avecinan?

Comments


bottom of page